2 de marzo 2016
Una de las constantes en la historia de la humanidad ha sido la lucha contra el sometimiento y por la libertad. A medida que el mundo avanza en la globalización y que el mercado toma mayor supremacía en las relaciones humanas, los valores tradicionales, la ética y los límites van registrando cambios tanto positivos, como negativos. El caso de los periodistas -cuya labor solía ser respetada en el mundo, excepto en los regímenes totalitarios- es emblemático de estos cambios.
Con el avance de las tecnologías ha aumentado el alcance transnacional de los reportajes e historias noticiosas, ha aumentado la variedad de enfoques, ha aumentado el acceso de las personas a la información. Por lo mismo, han aumentado los ataques contra los periodistas. Hoy por hoy éste es el gremio que a nivel global, pienso yo, es el más amenazado por el hecho de su profesión.
Los periodistas no sólo están amenazados por la violencia que ha resultado en la muerte, secuestro y penas que van desde latigazos a condenas a muerte o prisión; están amenazados por la banalidad. Hay tantos intereses fuertes y poderosos que quieren “banalizar” el periodismo, sacrificar el oficio para atender la demanda de los anunciantes o los dueños que aspiran a seducir a un público a quien el mercado, por muchos lados, está trabajando por idiotizar.
Ese periodismo blandengue, sin garra, que le huye a la investigación y a la verdad y planea sobre la realidad con lentes rosados, está también afectando a la profesión y al gremio. También hay una batalla por despojar al periodismo de importancia, de función en la sociedad, de asignarles a las redes sociales una supremacía que no puede competir jamás con la calidad de un buen reportaje periodístico. Se alaba la inmediatez de Twitter y ese tipo de plataformas, pero no se piensa en lo que se pierde. Y lo que se pierde es mucho; es la capacidad de pensar con profundidad.
Estas tendencias plantean un reto a la creatividad de los periodistas para que no pierdan la tradición y defiendan formas de ejercer su oficio, sin menoscabo de su calidad, no importa la plataforma empleada
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Palabras finales en el debate, "¿A quién sirven los medios?"