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¿Quién ganará las elecciones presidenciales en EE. UU.?

Biden va camino a ganar el voto popular con un margen sustancial y una reversión de ese resultado en el Colegio Electoral es improbable.

Foto: EFE/EPA/CRAIG LASSIG | Confidencial

David W. Brady

3 de noviembre 2020

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MILÁN/STANFORD – A fines de julio las encuestas de opinión indicaban claramente que el presidente estadounidense Donald Trump había perdido terreno frente a Joe Biden, su contrincante demócrata en las elecciones presidenciales en ciernes, principalmente por la mala gestión que hizo su gobierno de la pandemia de la COVID-19. Desde entonces, la suerte de Trump no mejoró, sino todo lo contrario. Ahora parece que Trump no solo perderá el voto popular el 3 de noviembre sino que tampoco logrará una victoria sorpresa en el Colegio Electoral, como ocurrió en 2016.

Comencemos con las afiliaciones partidarias. Como se ve en la Tabla 1, desde las elecciones de 2016, las huestes del partido demócrata crecieron un 6 %, frente a casi el 3 % para los republicanos; y la cantidad de quienes se declaran independientes cayó el 8 %. Entre quienes aún se identifican como independientes, hubo pocos cambios en términos de la participación los que se inclinan hacia la izquierda o la derecha.

Además, como muestra la Tabla 2, la percepción cómo gestionó Trump la crisis de la COVID-19 cayó considerablemente desde marzo, e incluso desde julio, especialmente entre los republicanos moderados, los demócratas y los independientes: tres grupos cuyos votos son fundamentales en los estados decisivos. La tasa de aprobación general de Trump también se redujo, aunque no tanto.


Los análisis de regresión —utilizando una amplia gama de variables que se sabe que están correlacionadas con el comportamiento de los votantes, incluida su afiliación a partidos políticos e ideología— sustentan la idea de que la crisis de la COVID-19 es una de las cuestiones que más influyó en este desplazamiento. Esto se refiere tanto a la pandemia como a las crisis económica y laboral que causó.

Es cierto, las protestas contra el racismo sistémico y la brutalidad policial —que a menudo fueron enfrentadas con excesivo uso de la fuerza por la policía— también están captando la atención de los votantes estadounidenses, pero la forma en que se interpretan esas protestas —esto es, si los votantes creen que son violentas y requieren una respuesta fuerte de la «ley y el orden»— es abrumadoramente estable según el partido político de que se trate y, por lo tanto, es poco probable que afecte las decisiones de voto significativamente.

Como se ve en la Tabla 3, que usa datos de las encuestas de YouGov de octubre, solo el 15 % de los demócratas cree que las protestas son violentas. De ellos, el 19 % —solo el 2,85 % de los demócratas— podría votar por Trump debido a la cuestión de las protestas.

Una abrumadora mayoría de los demócratas aún no tiene intención de votar por Trump, independientemente de que se identifiquen como ultraliberales, moderados o en cualquier punto entre esos extremos. Por el contrario, como muestra la Tabla 4, son incluso menos quienes planean votar por Trump que los poquísimos que consideraban hacerlo en julio, y aún más quienes planean votar por Biden.

En 2016, el apoyo para la contendiente demócrata de Trump en ese momento, Hillary Clinton, era menor en las tres categorías de votantes demócratas, especialmente entre los demócratas moderados y conservadores (81 %), de lo que es hoy para Biden. Como esos datos fueron recopilados a mediados de octubre, cuando mucha gente ya estaba votando, hay pocos motivos para creer que las protestas o cualquier otra cosa aumente el apoyo demócrata para Trump.

A Biden le está yendo mejor que a Clinton no solo entre los demócratas, sino en el total de los votos. En 2016, Clinton ganó el voto popular por el 2,1 %, pero perdió en estados decisivos clave y eso llevó a su derrota en el colegio electoral. Como se ve en la Tabla 5, la amplia mayoría de quienes votaron por Clinton en 2016 tiene la intención de votar por Biden este año.

Pero la ventaja de Biden es mucho mayor, aunque la mayoría de los partidarios de Trump en 2016 también piensan votar nuevamente por él, perdió más votantes que los demócratas. Sumemos a eso el hecho de que los votantes de Clinton ya eran el grupo más grande y la ventaja de Biden en esos dos grupos de votantes se acerca al 8 %. También es más probable que quienes votaron a otros partidos en 2016 prefieran a Biden en vez de a Trump este año.

La ventaja de Biden se extiende hasta los estados decisivos. Aunque la diferencia es un tanto menor, los demócratas lograron retener más votos de 2016 que Trump, y más entre quienes votaron por otros partidos piensan hacerlo por Biden.

El desglose demográfico de los votantes, como se ve en la Tabla 7, refuerza aún más la impresión de que Biden será el ganador: en todas las categorías —jóvenes y viejos, mujeres y hombres, blancos y de otras razas, con mayor y menor educación— los números tienen mejor aspecto para Biden que los que obtuvo Clinton en 2016.

Por supuesto, la intención de voto no importa mucho si la gente no puede votar y esta elección tiene lugar en medio de una pandemia, que limita los métodos de votación tradicionales. Pero, como muestra la Tabla 8, muchos más votantes —especialmente los demócratas y los independientes, pero también los republicanos— están adoptando el voto temprano y por correo.

Esto podría tener consecuencias en los resultados de la elección o, al menos, la forma en que se los reciba. Los problemas por los sistemas de voto por correo, o incluso un proceso de recuento prolongado, podrían dar lugar a intentos de impugnar los resultados a nivel estatal. Como es más probable que Biden reciba votos por correo, es más vulnerable a esas protestas que, de tener éxito, podrían alterar significativamente la imagen que presentan los datos de las encuestas. Estados Unidos puede enfrentar un período de volatilidad mientras espera los resultados.

De todas formas, si las encuestas son un indicador razonablemente preciso, Biden va camino a ganar el voto popular con un margen sustancial y una reversión de ese resultado en el Colegio Electoral es improbable. La base acérrima de Trump simplemente no alcanza para lograr la victoria, y carece del apoyo de los moderados y los independientes. Biden podría sufrir debido a la fragmentación dentro del Partido Demócrata —digamos, si los votantes progresistas deciden negarle su apoyo— pero las encuestas no muestran evidencia de esto. El deseo de votar para sacar a Trump del gobierno parece ser demasiado intenso.

Por supuesto, las encuestas se han equivocado antes, incluso en 2016. Las intenciones de los grupos clave de votantes en ambos bandos tal vez no se vean reflejadas exactamente en los resultados. De hecho, cuando YouGov preguntó a los votantes si sus vecinos se sorprenderían por su intención de voto, aproximadamente el 10 % de los votantes urbanos y rurales respondió afirmativamente. Esto indica que podría haber votantes ocultos para ambos candidatos.

En pocas palabras, parece que Biden va camino a la Casa Blanca, pero no es momento de cantar victoria.

*Este texto fue publicado originalmente en Project Syndicate. Traducción al español por Ant-Translation

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