2 de septiembre 2016
Un análisis del evento de la llamada Toma de Caracas indica que fue una jornada muy positiva para la oposición, que ademas logró evitar caer en la tentación de la violencia y terminó en la jornada que quería: grande, pacífica e inspiradora. Pero este éxito deja una pregunta clave en el aire: “¿Y ahora qué?”
La marcha obligó al gobierno a quemar los cartuchos de la radicalización, algo que afecta todavía más su imagen local e internacionalmente.
Fue evidente que la capacidad de movilización de la oposición es sustancialmente superior a la del gobierno. Es algo que quedó bastante claro para todos. Pero, más allá de la capacidad de movilización, no hay sorpresas sobre el tamaño de los grupos.
Ya sabíamos, por todas las encuestas, que la oposición era mayoría. Y una mayoría muy contundente. Pero ya lo eran también el año pasado y, aún así, no lograban mover su gente en la calle. Un contraste con el pasado, cuando era minoría y hasta perdiendo elecciones la oposición lograba mover grandes masas contra Chávez, algo que entusiasmaba a los manifestantes pero luego generaba frustración por los resultados.
Lo relevante ahora, lo que hoy es distinto del pasado, es que las encuestas muestran que la oposicion es mayoría. Y el tamaño de esta movilización demuestra que ahora la oposición es capaz de mantenerse en calle presionando.
Ha llegado la oportunidad de la MUD, ¿pero la concretarán?
Era predecible que el discurso oficial se pusiera más radical y amenazante: ahora intentará evitar que la oposición continúe mostrando su fuerza. Intentarán minimizar lo que ocurrió este 1 de septiembre, pero es innegable que el gobierno ya sabe que la oposición es mayoría y que está en capacidad de mover gente. Mucha gente y en todo el país.
El gobierno podría radicalizarse y así detener la motivacion opositora, pero con eso también corre un riesgo enorme: mientras más los pique y los toque, puede terminar motivando más a la gente y sus ganas de defenderse.
Lo que sucede con los políticos apresados o amenazados es apenas un ejemplo: el discurso oficial los está convirtiendo el líderes y en mártires. Y si el gobierno decide seguir con el apresamiento de más líderes sólo motivará a más gente a protestar, colaborando con la necesidad de mantener la activación en la calle. Es decir: con el éxito de la oposición.
Esos ataques, esos insultos y esas amenazas del presidente contra Henry Ramos Allup, por ejemplo, pueden ser oro en polvo para el atacado. Pero no hay que descartar que el gobierno pueda adoptar medidas desesperadas contra otros dirigentes opositores, con la intención de detener algo que ya comenzó. Sin embargo, el reto más duro para la oposición será convertir su energía potencial en energía cinética, porque esta marcha no cambia el control institucional: puede haber marchado hasta el gato, pero ni el CNE ni el TSJ cambiarán su posición pro-chavista mañana ni estarán dispuestos a convocar el Referendo Revocatorio en 2016.
Una vez más la pregunta clave: “¿Y ahora qué?”
Pues bien, la oposición necesita mantener la presión sobre el objetivo central: el cumplimiento de los derechos constitucionales. Hoy el asunto no es de tamaño: la mayoría opositora es algo que ya se sabía. Es momento de usar la presión pacifica y la articulación que hoy comenzó. La clave está en entender cómo se mantiene.
Una vez en la calle, la estrategia ganadora de la oposición es quedarse ahí: mostrar que es mayoría y recordar qué es lo que quiere esa mayoría y que no se quedará tranquila hasta conseguirlo.
Publicado originalmente en ProDavinci.