Guillermo Rothschuh Villanueva
16 de abril 2017
PUBLICIDAD 1M
PUBLICIDAD 4D
PUBLICIDAD 5D
Dedicar estos días a la lectura me produce una dicha similar a la que experimentan quienes se entregan a uno de los vicios humanos más encantadores
Dedicar los días de Semana Santa a leer me produce una dicha similar a la que experimentan quienes se entregan a uno de los vicios humanos más encantadores
Desde hace algunos años establecí la rutina de dedicarme a la lectura durante la Semana Santa. Un hábito que continúo cultivando. No soy partidario de visitar los mares durante la época más cruda del verano. La sequía trágica de los ríos chontaleños, me llevó a enterrar la costumbre de zambullirme en pozas heladas, sombreadas por frondosos palos de mangos o genízaros que atajaban el sol. Los ríos están sucios y en su mayoría contaminados. Su estado agónico es indignante. ¿Recobraran su caudal en algún momento? La mayoría de los chontaleños somos gente de ríos y montañas. A muy pocos entusiasma ir a soasarse en las playas del Pacífico o del Caribe. Es probable que ante la pérdida de ríos caudalosos, las costumbres tiendan a cambiar entre las nuevas generaciones. La introducción de este cambio sustantivo —dedicar estos días a la lectura— me produce una dicha similar a la que experimentan todos quienes se entregan a uno de los vicios más encantadores de la existencia humana.
Para estos días visito religiosamente a mis viejos en Palo Solo, una romería que realizo año con año. Salí solo dos veces a las calles de Juigalpa, una al banco y ayer a la vela de Sara Galeano. Tuve tiempo de rendirle mi pequeño homenaje: Murió Sara, mi amiga, la amiga de mi casa, murió hoy, sábado de gloria, partió sabiendo que mañana es domingo de resurrección y habitará los cielos, a la orilla del Señor. Conversé de historia y literatura con mi padre, (ya no está mi madre). Degusté las rosquillas y viejitas que hace la Chilo Galeano, saboreé los dos almíbares que sus amistades mandaron al profesor Rothschuh Tablada (lamentablemente ya no hacen cusnaca y soy poco para comer tamales), por las mañanas contesté correos, diario me metía a curiosear en Facebook. Jorge Eliécer no llamó. Navegué por los canales locales, casi todos entusiastas de la nota roja. Leí en línea tres medios internacionales. Continúe viendo la serie, Chávez—El Comandante, (Canal 26 TNT). Me maravillé de los cuidados que mi hermana Luzana dispensa a mi padre.
Me traje solamente tres libros, creyendo que mi padre me prestaría uno o dos de los libros que mi hermano Vladimir le envía de México. Se ha vuelto uno de sus principales proveedores de lectura. Fue al revés, fui yo quien le presté los míos. Muy de mañanita leía los diarios. Sigo sin entender por qué La Prensa y El Nuevo Diario dejan de circular los últimos cuatro días de la semana mayor. Sus páginas Web siguen en proceso de mejoría. Los únicos que no dejaron de informar de manera fluida, a lo largo y ancho de la semana, fueron las radioemisoras. Sus informaciones estuvieron centradas en lo que ocurría en balnearios y carreteras. Uno de los momentos en que los medios escritos se pliegan a la agenda radial. Buena parte del año están pendientes de lo que dicen las estaciones televisivas. El lunes 17, La Prensa y El Nuevo Diario traerán entre sus noticias más importantes, el recuento del número de muertos por inmersión o accidentes automovilísticos presentados por la Cruz Roja y Policía Nacional.
Tenía deseos de emprender la lectura de La otra mundialización (2004), del francés Domique Wolton. La había venido saboreando a cuenta gotas. Su contenido obliga a leerla lápiz en mano. Wolton —director de investigación del Centre National de Recherche Scientifique— se ha convertido en referente contemporáneo, en estudios sobre política, internet, identidad y cultura. La amplitud de su visión es formidable. Devela los lazos intrínsecos entre estos conceptos. Sus propuestas son de actualidad inusitada. Propone asumir la diversidad lingüística, promover el laicismo, garantizar el pluralismo mediático, enlazar la diversidad cultural con los Derechos del Hombre, valorar el aporte de la imaginación, equilibrar Norte-Sur en el ámbito noticioso, poner en práctica la convivencia cultural, dar el voto a los inmigrantes y pensar en la importancia del turismo. Síntesis que permite armar una agenda que ayude a resolver los retos del presente. Libro anticipatorio, aborda el populismo. Valió la pena escudriñar sus páginas.
Como imparto Escritura Creativa, en la carrera de Comunicación y Relaciones Públicas de Universidad de Ciencias Comerciales (UCC), tengo rato de venir adquiriendo libros consagrados al tema. Pedí por Amazon, Darse a la lectura (2012) del español Ángel Gabilondo Pujol, catedrático de Metafísica de la Universidad Autónoma. Un compendio de 205 páginas, que incita, provoca y resalta las mil razones por las cuales uno debe leer. Cada uno de los temas abordados —treinta y tres en total— son breves punzadas, lamento que no todos estén cargados de tono poético, los hubiera llenado de magia. Su mirada recorre desde Ponerse a leer, pasando por La decisión de leer, Cada página, Vivir entre los libros, El ritmo de la lectura, El estilo del lector, La curiosidad de estudiar, La mesilla como biblioteca, La lección, El gusto por las palabras, Leer de noche, Con los clásicos, hasta empalmar con La palabra silenciada, tema ineludible en pleno siglo veintiuno y El deseo de escribir, puerto al que arriban los buenos lectores.
Mi alumna, Karely Díaz Ayala, me dio prestado el libro La gran traición (2016), vivencias del Comandante India-50, que no es otro que el Capitán Ronald E. Sampson Osorio. El ex -miembro de la Guardia Nacional (GN), ofrece su propia visión —con abundantes referencias autobiográficas— de la guerra sostenida entre la GN y el Frente Sandinista de Liberación Nacional. Absolutamente descontextualizado. Elude mencionar las atrocidades cometidas por el cuerpo castrense. Las justifica. Enaltece su participación como comandante de tropas graduadas en la Escuela de Escuela de Entrenamiento Básico de Infantería (EEBI). Acusa a los Somoza de traidores y corruptos. Sampson revela lo que todos sabíamos: la única preocupación de los honorabilísimos miembros del Estado Mayor GN… durante sus 40 años de servicio, era usar sus cargos y rangos, para obtener ingresos superiores para aumentar sus pírricos sueldos. Se sustrae de relatar la persecución política y los asesinatos cometidos a mansalva contra los nicaragüenses.
Antes de venirme para Juigalpa —el Sábado de Ramos, 8 de abril— pasé por Hispamer comprando de nuevo La saga de los Somoza (2014). (La obra de Agustín Torres Lazo va por su quinta edición). No quise llamar a mi hijo Alejandro para que me la prestase. Tal vez iba a pensar, que habiéndosela obsequiado, deseaba que me la regresara. Quería releerla y comparar la forma que dos exmiembros de la GN, juzgan a la dinastía. El libro del teniente Torres Lazo, se ubica en las antípodas de La gran traición, del capitán Sampson Osorio. Torres Lazo, afirma que Somoza García presidió un régimen de terror, en el que las torturas alcanzaron un grado máximo de sofisticación y refinamiento… vulgarizó su propio concepto de las relaciones bajo el lema de las tres pes: plata a los amigos, palos a los indiferentes y plomo a los enemigos. Hizo escarnio de la dignidad y derechos humanos, abofeteando a su antojo las aspiraciones de libertad y democracia de sus compatriotas. (Pag. 181). En idénticos términos cuestiona la conducta de la GN y herederos de la dinastía.
Semana Santa me fue leve, el goce de la lectura no tiene comparación, un deleite para todas las estaciones del año. El goce creativo que aludían los griegos y repetían hasta el cansancio nuestros mayores. ¿Es la contracara del ocio enajenante que produce la televisión? Al menos así lo proclaman los miembros más distinguidos de la Escuela de Frankfort. El francés, Daniel Pennac, se esmeró para que entendamos los dolores de cabeza que sienten los padres de familia ante el poco interés de sus hijos por la lectura. Como una novela (1992) la incluyo en la bibliografía de esta clase, lleva más de quince ediciones (una forma de valorar la aceptación que goza entre los lectores). Encierra el sortilegio de convocar a la lectura de jóvenes y viejos. El deseo del maestro Pennac, es parecido al de Jorge Luis Borges. Invita a leer por puro placer. Sin propósitos utilitaristas. Llama a los jóvenes a perder el miedo a la lectura. Desea que lo hagan como una aventura personal maravillosa. Espera que lean para ser otros.
Confieso que leo para evadir el tedio⁄ para recordar a mi amada⁄ para indagar quién soy⁄ porque soy un insurrecto⁄ para evitar la angustia⁄ para comprender al otro⁄ por puro placer⁄ para reafirmar mi libertad⁄ para no morir de amor⁄ para sobrepasar la velocidad de la luz⁄ para viajar hacia otros mundos⁄ para saber un poco más⁄ para ahuyentar los miedos⁄ para alcanzar el cielo⁄ para ser yo mismo⁄ para acrecentar mis dudas⁄ para no desesperar⁄ para reírme de mis verdugos⁄ para librarme del infierno⁄ para matar el tiempo⁄ para saberme vivo⁄ para remontar las alturas⁄ para burlar a mis enemigos⁄ para vencer en la batalla⁄ para inquietar mi corazón⁄ para querer más a mis amigos⁄ para soliviantar el ánimo⁄ para no agobiarme⁄ para ponerme en sintonía con mis hijos⁄ para escapar del diablo⁄ para no sufrir⁄ para bajar a los infiernos⁄ para escalar el Everest⁄ para suspirar emocionado⁄ para no ser estúpido. Podría seguir enumerando las razones por las cuales realicé en esta Semana Santa, mi propia fiesta: la fiesta de la lectura.
Archivado como:
PUBLICIDAD 3M
Comunicólogo y escritor nicaragüense. Fue decano de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Centroamericana (UCA) de abril de 1991 a diciembre de 2006. Autor de crónicas y ensayos. Ha escrito y publicado más de cuarenta libros.
PUBLICIDAD 3D