3 de diciembre 2024
En las últimas semanas, más de 60 000 personas han sido nuevamente desplazadas por la fuerza en el norte de Siria, sumándose a los más de 12 millones de sirios desplazados desde el inicio de la guerra en 2011—la mitad de la población del país. De ellos, 6 millones han sido obligados a abandonar Siria por completo, mientras que el resto vive en campamentos improvisados, principalmente en el norte. Familias enteras soportan condiciones inhumanas en estos campamentos, mientras se acerca un invierno implacable. Para quienes hemos experimentado personalmente las duras vivencias de dictaduras, guerras civiles y desplazamientos forzados, la tragedia de Siria resulta dolorosamente familiar.
Como miembro del World Liberty Congress (WLC), una organización de disidentes políticos y activistas prodemocracia de 56 países, he tenido el privilegio de trabajar junto a valientes sirios que sueñan con una nación en paz. Cada noticia sobre Siria no es solo una historia lejana; pienso en mis colegas y sus familias, cuya valentía sigue inspirándonos. Presenciar cómo la historia se repite en Siria me llena de profunda indignación, tristeza por las incontables vidas inocentes destrozadas y una rabia por la inacción internacional que permite que este sufrimiento persista.
La situación en Siria ha evolucionado hacia una peligrosa guerra territorial. La alianza islamista liderada por Hay’at Tahrir al-Sham (HTS) consolidó su control sobre barrios clave en Alepo. Mientras tanto, las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF, por sus siglas en inglés) se movilizaron rápidamente para reforzar Sheikh Maqsoud, suburbios cercanos, el Aeropuerto Internacional de Alepo y otras áreas estratégicas. En el proceso, tomaron posiciones abandonadas por las milicias pro-Assad, preparando el terreno para un enfrentamiento directo con HTS.
Turquía podría intervenir más agresivamente en un futuro cercano, considerando a las SDF como su principal enemigo en Siria, incluso por encima de Assad. Al mismo tiempo, Rusia lanzó su primer ataque aéreo contra Alepo desde 2016, apuntando al centro de la ciudad y matando a 20 personas, en una clara declaración de intenciones. Assad permanece en Moscú con su familia, dejando a Siria efectivamente sin liderazgo en un momento crítico y reforzando la percepción de un régimen ausente.
El conflicto entre HTS y las SDF refleja las tensiones históricas entre árabes y kurdos, agravadas por desplazamientos forzados y la imposición de la ideología del PKK en algunas áreas kurdas. Turquía ha explotado estas divisiones, reclutando a sirios árabes en el Ejército Nacional Sirio (SNA) y ocupando territorios kurdos como Afrin, intensificando aún más la animosidad entre las SDF y sus rivales.
A pesar de las maniobras de las SDF, HTS parece no estar disuadido. Está avanzando más allá de Alepo, hacia Hama en el centro de Siria, capturando aldeas y pueblos en el camino. Los ataques aéreos rusos contra áreas controladas por rebeldes han sido limitados e ineficaces para frenar el avance de HTS. Curiosamente, las fuerzas rusas han evitado atacar convoyes rebeldes que viajan abiertamente durante el día, lo que plantea interrogantes sobre la estrategia de Moscú y la posibilidad de un entendimiento tácito con Turquía. ¿Podría este arreglo estar allanando el camino para que HTS desmantele por completo el régimen de Assad?
La inacción de la comunidad internacional sigue siendo un problema crítico, especialmente en contextos de crisis inesperadas como la que enfrenta Siria. Estas situaciones, que a menudo surgen de manera abrupta y por sorpresa, enseñan una lección fundamental: los grupos disidentes, tanto en el exilio como dentro del país, deben estar preparados para actuar rápidamente. Es esencial que exista un liderazgo opositor democrático listo para trabajar de la mano con la comunidad internacional, no solo para ofrecer alternativas y delinear cursos de acción claros, sino también para garantizar que la alternativa a la dictadura no sea el caos, sino una transición ordenada hacia la democracia.
Este liderazgo opositor, aunque plural, debe demostrar que puede operar bajo un mismo plan de acción, liderando con visión y unidad. De lo contrario, como se evidenció en gran parte de las revueltas de la Primavera Árabe, los grupos extremistas tienden a aprovecharse de la situación, llenando el vacío de poder y perpetuando el sufrimiento.
Por ello, es urgente que actores clave como Estados Unidos, Francia, Turquía y los principales estados del Golfo convoquen a representantes de la oposición siria para sentar las bases de una reforma significativa. Esto incluye la creación de un gobierno de transición encargado de redactar una constitución federal, la reforma de la estructura militar con la integración de milicias en un ejército nacional unificado y el diseño de una hoja de ruta política para la estabilidad a largo plazo.
La estabilidad en Siria no es solo un imperativo moral, sino también una necesidad estratégica. Sin una respuesta coordinada y visionaria, el vacío de liderazgo seguirá siendo una oportunidad para que el extremismo y la violencia se perpetúen en la región.
Cada día de inacción condena a miles a un sufrimiento innecesario. Para Assad y su aliado Putin, Siria es un tablero de ajedrez. Para Hamás y Hezbolá, es un escenario para su odio ideológico. Para el resto de nosotros, debe ser un recordatorio solemne del costo de la indiferencia.
En las palabras del poeta sirio Nizar Qabbani: “¿Cómo puedo escribir si mis manos están atadas? ¿Cómo puedo amar si mi corazón está sofocado?” Estas palabras resuenan con los gritos de millones que anhelan paz y libertad en Siria.