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Por el regreso de la paz olímpica

Las víctimas de las guerras actuales son en su mayoría personas de entre treinta y cuarenta años de edad

Maria Ressa

/ Dmitry Muratov / Jody Williams

18 de julio 2024

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Hoy se desarrollan no menos de 55 guerras en todo el mundo. Los políticos se han mostrado una y otra vez incapaces de poner fin a los conflictos armados que destruyen las sociedades; y los peligros se multiplican por el hecho de que las guerras locales ya no se contienen en el nivel local.

El sangriento conflicto entre Rusia y Ucrania (la mayor guerra en el continente europeo desde 1945) ha ingresado a su tercer año y sus repercusiones todavía se sienten en todo el mundo. Algunos de sus derrames incluyen un aumento del hambre en África, una crisis migratoria en Europa y la liberación de sustancias dañinas en los suministros de agua, alimentos y leche que finalmente llegan a personas de los seis continentes. Se prevé que a fines de este año la cantidad de muertos o lesionados por la guerra en Ucrania supere el millón; es una cifra de víctimas que no se veía en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.

En Gaza, donde la guerra hace estragos desde octubre del año pasado, Naciones Unidas calcula que la cifra de muertes en enero era 25 000 (pero es posible que sea mucho mayor). Y también según la ONU, 377 000 personas han muerto en combates o por enfermedades tras una década de guerra civil en Yemen.

Mientras continúan estos y otros conflictos, los presupuestos de defensa en todo el mundo experimentan un crecimiento sustancial; y sobre todo esto pende la amenaza (repetida una y otra vez en Ucrania) de una guerra nuclear. Los recursos movilizados son comparables a los que se necesitan para hacer frente al cambio climático o para eliminar el hambre en todo el mundo por los próximos ochenta años.


Es para pensarlo: nadie sufriría hambre ni moriría de agotamiento, y ningún niño estaría desnutrido, si el dinero que ahora se gasta en armamento y soldados se usara para mejorar las vidas de los pobres del mundo. En vez de aplicarlos a sostener la vida, se desperdician recursos para extender la muerte.

Las víctimas de las guerras actuales son en su mayoría personas de entre treinta y cuarenta años de edad; es decir que cada muerte equivale más o menos a la mitad de una vida que pudo ser. Cada 100 000 muertos son cuatro millones de años no vividos. Piénsese en todos los grandes descubrimientos que no se harán, los niños que no nacerán, los huérfanos que sufrirán en soledad.

Los autores y cosignatarios (enumerados más adelante) de este comentario no somos representantes de ningún Estado. Pero si los esfuerzos estatales en pos de la paz no son suficientes, es necesario que las personas (cualquiera sea su profesión o posición social) intervengan. El mundo debe confrontar las guerras actuales con una sola voz. Por eso pedimos a Su Santidad el Papa Francisco, a Su Santidad el Patriarca Ecuménico Bartolomé, a Su Santidad el Dalai Lama XIV y a los líderes musulmanes y judíos que usen su autoridad moral para hacer un llamado a todos los ciudadanos del mundo y a sus gobiernos.

Los Juegos Olímpicos de París 2024 son una oportunidad ideal para hacerlo. Durante las antiguas Olimpíadas, las frecuentes guerras entre las ciudades‑estado griegas se suspendían, dando paso a competencias entre atletas que buscaban la excelencia. Esperamos que los miles de millones de personas que verán los Juegos de París sigan el ejemplo y se unan a los líderes religiosos y morales en un llamado a la paz.

Los conflictos en Ucrania, Gaza y otros lugares exigen un alto el fuego inmediato, seguido de un intercambio total de prisioneros, la liberación de rehenes, la devolución de restos humanos y un comienzo de negociaciones.

Nuestro deber principal como adultos es garantizar que nuestros hijos nos sobrevivan. En vez de destruirnos los unos a los otros y a nuestras sociedades con violencia, dediquemos nuestras energías y recursos a salvar el planeta. Y que nuestro primer paso sea revivir la paz olímpica.

Firman este comentario:

Emmanuelle Charpentier, Premio Nobel de Química 2020, profesora en la Universidad Humboldt en Berlín, directora de la Unidad Max Planck para la Ciencia de los Patógenos; Elias James Corey, Premio Nobel de Química 1990, profesor de química orgánica en Harvard; Alan Heeger, Premio Nobel de Química 2000, profesor de física, Universidad de California en Santa Bárbara; Roald Hoffmann, Premio Nobel de Química 1981, profesor de letras humanas, Universidad Cornell; Martin Karplus, Premio Nobel de Química 2013, director del Laboratorio de Química Biofísica y profesor emérito de química en Harvard; Brian K. Kobilka, Premio Nobel de Química 2012, profesor de fisiología molecular y celular, Facultad de Medicina de la Universidad Stanford; Yuan T. Lee, Premio Nobel de Química 1986, profesor emérito de química, Universidad de California en Berkeley; Morten Meldal, Premio Nobel de Química 2022, profesor emérito de química, Universidad de California en Berkeley; Jean-Pierre Sauvage, Premio Nobel de Química 2016, profesor emérito de química, Universidad de Estrasburgo; Richard R. Schrock, Premio Nobel de Química 2005, profesor de química, Universidad de California en Riverside; Hideki Shirakawa, Premio Nobel de Química 2000, profesor emérito de química, Universidad de Tsukuba; James Fraser Stoddart, Premio Nobel de Química 2016, profesor titular de química, Universidad de Hong Kong y Northwestern University; Finn E. Kydland, Premio Nobel de Economía 2004, profesor de economía, Universidad de California en Santa Bárbara; Paul R. Milgrom, Premio Nobel de Economía 2020, profesor de humanidades y ciencia, Universidad Stanford; Christopher A. Pissarides, Premio Nobel de Economía 2010, profesor de economía, London School of Economics; Svetlana Alexievich, Premio Nobel de Literatura 2015, escritora, periodista; Elfriede Jelinek, Premio Nobel de Literatura 2004, escritora; Werner Arber, Premio Nobel de Medicina 1978, profesor de medicina, Universidad de Basilea, retirado; Françoise Barre-Sinoussi, Premio Nobel de Medicina 2008, Instituto Pasteur, retirada; Louis J. Ignarro, Premio Nobel de Medicina 1998, profesor emérito de farmacología, Facultad de Medicina de la Universidad de California en Los Ángeles; Barry J. Marshall, Premio Nobel de Medicina 2005, profesor de microbiología clínica, Universidad de Australia Occidental; Edvard Moser, Premio Nobel de Medicina 2014, profesor de medicina, Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología; May-Britt Moser, Premio Nobel de Medicina 2014, profesora de psicología y neurociencia, Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología; Erwin Neher, Premio Nobel de Medicina 1991, profesor emérito de medicina, Universidad de Göttingen; Sir Peter J. Ratcliffe, Premio Nobel de Medicina 2019, director de investigaciones clínicas, Instituto Francis Crick; Charles M. Rice, Premio Nobel de Medicina 2020, profesor de virología, Universidad Rockefeller; Sir Richard J. Roberts, Premio Nobel de Medicina 1993, director científico, New England Biolabs; Gregg L. Semenza, Premio Nobel de Medicina 2019, profesor de medicina genética, Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins; Hamilton O. Smith, Premio Nobel de Medicina 1978, director científico, Synthetic Genomics; Jack W. Szostak, Premio Nobel de Medicina 2009, profesor de genética, Universidad de Chicago; Torsten N. Wiesel, Premio Nobel de Medicina 1981, codirector del Centro Shelby White y Leon Levy para la Mente, el Cerebro y la Conducta, Universidad Rockefeller; Carlos Filipe Ximenes Belo, Premio Nobel de la Paz 1996, obispo de la Iglesia Católica, diócesis de Maputo, Mozambique; Mairead Corrigan-Maguire, Premio Nobel de la Paz 1976, activista, cofundadora de Community of Peace People, Irlanda del Norte; Beatrice Fihn, Premio Nobel de la Paz 2017, ex directora ejecutiva de la Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares; Tawakkol Karman, Premio Nobel de la Paz 2011, cofundadora de la organización de derechos humanos Mujeres Periodistas sin Cadenas; Denis Mukwege, Premio Nobel de la Paz 2018, fundador y director del Hospital Panzi, Bukavu, RD del Congo; Oscar Arias Sánchez, Premio Nobel de la Paz 1987, expresidente de Costa Rica; Pierre Agostini, Premio Nobel de Física 2023, profesor emérito de física, Universidad del Estado de Ohio; Barry Clark Barish, Premio Nobel de Física 2017, profesor emérito de física, Instituto de Tecnología de California; Steven Chu, Premio Nobel de Física 1997, ex secretario de energía de los Estados Unidos; Andre Geim, Premio Nobel de Física 2010, profesor de física, Universidad de Manchester; Brian D. Josephson, Premio Nobel de Física 1973, profesor emérito de física, Universidad de Cambridge; Takaaki Kajita, Premio Nobel de Física 2015, presidente del Consejo de Ciencia de Japón; Klaus von Klitzing, Premio Nobel de Física 1985, director del Instituto Max Planck de Investigación del Estado Sólido; Ferenc Krausz, Premio Nobel de Física 2023, director del Instituto Max Planck de Óptica Cuántica y profesor de física experimental, Universidad de Múnich; Michel Mayor, Premio Nobel de Física 2019, profesor emérito de física, Universidad de Ginebra; Roger Penrose, Premio Nobel de Física 2020, profesor emérito de matemática, Universidad de Oxford; William D. Phillips, Premio Nobel de Física 1997, profesor de física, Universidad de Maryland.


*Dmitry Muratov, cofundador, editor y exjefe de redacción de Novaya Gazeta, ganó el Premio Nobel de la Paz en 2021. Jody Williams, fundadora de la Campaña Internacional para la Prohibición de las Minas Terrestres, ganó el Premio Nobel de la Paz en 1997.

**Texto originalmente publicado por Project Syndicate

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Maria Ressa

Maria Ressa

Cofundadora y copresidenta del International Fund for Public Interest Media. Recibió el Premio Nobel de la Paz en 2021 por su trabajo como periodista de investigación en Filipinas.

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