3 de agosto 2024
La capacidad de las maquinarias mediáticas es determinante para crear opinión entre sus receptores a favor de personajes que, por ser afines políticamente, logran convertirlos en icónicos populares sin merecerlo, o para intentar destruir el prestigio de otros personajes de tendencias opuestas. Cuando estas campañas no alcanzan ese objetivo de elevar y destruir figuras políticas al ciento por ciento, por los menos crean un empate entre los receptores.
El empate y las dudas existen respecto al resultado verdadero de las elecciones del 28-J en Venezuela –sobre todo, las dudas amparadas en la violencia— serán aclaradas por la revisión de las actas de votación que Maduro ha solicitado hacer a la Corte Suprema de Justicia. Después de este paso, y del resultado que tenga la labor del máximo tribunal de justicia, se espera la deslegitimación de la especulación y la violencia, aunque no es seguro detenerla en Venezuela.
Este mecanismo mediático parcializado –de universal dimensión— incluye a las muy activas redes sociales con sus respectivos receptores adictos al consumo acrítico de las noticias, que es lo más acostumbrado.
II
Aparte de los resultados reales de las elecciones venezolanas, pensamos que, como todo candidato oficialista –más cuando va tras una reelección—, Maduro dice haber ganado. Pero, por sus antecedentes reeleccionistas y por la aplicación de medidas divorciadas con la democracia, Maduro se ha hecho merecedor de las dudas.
Iguales, o mayores dudas despiertan quienes desde la oposición siempre se adjudican la victoria, aunque en sus campañas políticas parecieran más interesados en hablar previamente del fraude que en ganar las elecciones. Esto hace sospechar que no han confiado en ganar las elecciones, sino en utilizar el tema del fraude como un pretexto o un arma de lucha permanente.
La oposición venezolana no ha tenido reparos cuando necesita crear dudas y capitalizar el desorden público con quemas de automóviles y comercios, anunciando haber obtenido la victoria electoral, aun cuando el proceso de votaciones aún no había concluido. Por cierto, fue María Corina Machado la autora de ese falso anuncio, con un fantástico porcentaje del 73% de los votos. Fue una obra muy característica suya, con la cual ha ganado convertirse en la indiscutible lideresa de la oposición.
El antecedente de semejante fantasía electoral en el continente corresponde a Daniel Ortega, quien pretendió justificar su último fraude de 2021 –después de los dos anteriores en 2011 y 2016— anunciando haber obtenido el 75% de los votos. Son votos extra nunca depositados por nadie, fuera del Consejo Superior Electoral. Con la ventaja de la activista venezolana sobre Daniel, porque ella ofrece tal desfachatez desde la oposición, haciendo imaginar que si estuvieran en el Gobierno “ganarían” con el 99% de los votos.
Nos parece que este abuso de la oposición venezolana con los números de votos autoadjudicados por sí y ante sí, sucede porque con un Gobierno de las derechas ganado por la vía pacífica no lograrían –o les costaría mucho más— hacer los cambios que se proponen con medidas institucionales.
Es decir, la oposición sabe que con un gobierno neoliberal conquistado por la vía electoral, no podría cumplir sus compromisos de devolverles lo nacionalizado a las transnacionales petroleras estadounidenses. En cambio, suponen que la toma violenta del poder se lo permitiría, porque lo primero que harían como Gobierno sería cambiar la Constitución revolucionaria aprobada en 1999 y publicada oficialmente en marzo del año 2000.
III
La cuestión constitucional es de vital importancia, porque en ella, además de contener todos los derechos ciudadanos como toda Constitución Política, se garantiza la defensa de los intereses nacionales, los que en Venezuela tienen que ver principalmente con su riqueza petrolera. Por ello, en su artículo 12 la Constitución establece que:
“Los yacimientos mineros y de hidrocarburos, cualquiera sea su naturaleza, existentes en el territorio nacional, bajo el lecho del mar territorial, en zona económica exclusiva y en la plataforma continental, pertenecen a la República, son bienes del dominio público y, por tanto, inalienables e imprescriptibles”.
Su deficiente redacción no le resta legitimidad. Por otro lado, es de dominio público internacional que esos recursos del Estado venezolano se convirtieron en bienes privados extranjeros o estadounidenses, durante los años de gobiernos oligárquicos y neoliberales prerrevolucionarios, hasta 1998.
IV
Con sus actos políticos neoliberales y antipopulares del pasado, las derechas venezolanas no se recomiendan como alternativa de Gobierno, y saben que también existen pruebas documentadas de dos acontecimientos que las condenan: la masacre en Caracas de trabajadores que protestaban contra las medidas neoliberales de Carlos Andrés Pérez, y los bárbaros actos que cometieron en el corto tiempo que intentaron darle el golpe de Estado a Hugo Chávez, incluyendo su secuestro, en 2002.
Las elecciones democráticas de 1998 las ganó con un alto porcentaje de votos, pero para las derechas, solo cuando ellas ganan las elecciones merecen respeto.
No obstante, la designación que hizo Chávez de su seguidor político Nicolás Maduro como candidato para las elecciones que ganó en el 2013, fue el punto de partida para la descomposición del proceso democrático iniciado con la gran victoria electoral de 1998. La primera reelección (2018) de Nicolás Maduro significó la apertura a una etapa de retroceso democrático; la tercera reelección de este 2024, es ya la confirmación de este retroceso con matices autoritarios y en marcha hacia la dictadura total.
Con las naturales diferencias de espacio, tiempo, ideas y prácticas, la dictadura de Maduro se asemeja a la dictadura Ortega-Murillo. Pero no son el espacio, el tiempo, ni las ideas, dañinas por sí mismas, sino los efectos de sus prácticas en contra de los derechos democráticos de los venezolanos de a pie, como lo hace la dictadura Ortega-Murillo, contra nuestro pueblo.
Esas similitudes dictatoriales, sin embargo, no hermanan en nada a la oposición nicaragüense con la violenta oposición venezolana, porque en nuestro país, la violencia la ejercen exclusivamente Ortega y Murillo en contra de la oposición, aunque –ingenuamente (ojalá así sea)— hay opositores nicas que se comparan y asociación políticamente con la violenta oposición venezolana, con lo que no le hacen ningún favor a nuestra causa.
Al margen de estas cuartillas...
*María Corina Machado, ha estado activa en la política desde la entrada a la vida pública de Hugo Chávez (1998) y durante el golpe de Estado del 2002…
*María Corina ha demostrado agallas en la lucha política. Su discurso se distingue más por lo exaltado que por su razonamiento político ideológico…
*Ha logrado opacar a los no menos exaltados líderes de la oposición de derechas, como es el caso de su candidato González Urrutia…
*De hecho, fue SU candidato, pues ella lo escogió, después de la torpe y antidemocrática medida que tomó Maduro para evitar enfrentarla en las urnas…
*El señor Rodríguez Urrutia no tiene el dinamismo de la Machado, y su apagada figura se ha mantenido a su sombra, como un muñeco…
*Su valentía como mujer destacada no avala su patriotismo, porque María Corina tiene una abierta posición proestadounidense…
*Ante cuyos gobiernos ha pedido sanciones contra el gobierno de Maduro y su intervención en los asuntos propios de los venezolanos…
*Es a estos a quienes afectan más las sanciones que al Gobierno; sanciones de las cuales María Corina ha sido promotora.