29 de marzo 2016
Hace unos cuatro años, la Universidad de Arizona adquirió una gran colección de manuscritos atribuidos a Rubén Darío, el llamado “lote Bermúdez”. Hubo un debate acerca de la autenticidad de los mismos, que concluyó en noviembre del 2012 con un pronunciamiento de la Academia Nicaragüense de la Lengua, la cual declaró tener “elementos de prueba suficientes para rechazar como burda falsificación los manuscritos atribuidos a Rubén Darío, que fueron adquiridos por la Universidad del Estado de Arizona, y en base a los cuales el profesor Alberto Acereda ha escrito un ensayo publicado en el Bulletin of Spanish Studies, de Londres (Volumen LXXXIX, Number 6, 2012) bajo el título ‘Nuestro más profundo y sublime secreto: los amores transgresores entre Rubén Darío y Amado Nervo’”.
Acereda, según parece, ya no es profesor en Arizona, pero sus amigos siguen defendiendo el fraude. Uno de ellos, José María Martínez, profesor en Texas, en un nuevo artículo lamenta, en una nota a pie de página, “la ausencia de un informe pericial que desmienta el existente en la Universidad Estatal de Arizona y que asegura la autenticidad de dichos manuscritos”, y afirma que “se echa de menos una respuesta académica a las razones que Alberto Acereda y José María Martínez dieron en su momento a favor de la autenticidad de los mismos”[1]. Se le olvida que la respuesta académica existe en el citado pronunciamiento de la Academia Nicaragüense y en los textos en que se fundamenta. Cuando lo consulté sobre el famoso “informe pericial” de la Universidad de Arizona, Martínez me respondió: “Sí, lo tengo en mis archivos. De todos modos antes de enviártelo lo tengo que consultar con A. Acereda y con la U. de Arizona, pues se trata de un documento institucional privado.”[2] Me pregunto: ¿Cómo se puede lamentar la ausencia de un informe pericial desmintiendo a otro que se mantiene en secreto? Mi sospecha es que el informe pericial de la Universidad de Arizona es de tan mala calidad que a sus mismos autores les da vergüenza darlo a conocer.
Los simpáticos defensores de la diversidad sexual, por su parte, ya no insisten como antes en los “amores transgresores de Darío con Amado Nervo”, pero aprovecharon el centenario de la muerte de Darío para volver a la carga, y Daniel Link, elocuente y multifacético profesor de la Universidad de Buenos Aires, soltó un artículo sobre las supuestas “obsesiones queer” del poeta, en el cual, continuando las interpretaciones aberrantes de Blas Matamoro, fantasea "sobre el imaginario homoerótico presente en su obra y su incondicional abrazo a lo queer, que él mismo llamó, con precisión pionera, ‘lo raro’”[3]. Recordando el debate sobre el “lote Bermúdez”, dice, por un lado, que “Bien pronto la autenticidad de los documentos que formaban parte del lote fue puesta en discusión y hoy casi nadie admite que esas cartas (estúpidas y mal escritas) hayan salido de la pluma del divino Rubén”. Por otro lado, como documento anexo a su artículo, cita una de las cartas de amor de Darío a Nervo, del conjunto que él mismo acaba de describir como estúpido y mal escrito, calificándola como “¿falsa?” con signos de interrogación y entre paréntesis. Eso me parece contradictorio. Al finalizar su artículo, Link interroga y responde: “¿En qué sentido podría hoy afirmarse un Darío queer? Precisamente en el sentido de suspender toda decisión respecto de un Darío gay o de un Darío no gay”. Con todo respeto, esa reflexión me parece abstrusa y deshonesta. En cuanto a su conclusión, “¿A quién le importa, si ya no podríamos coger con él?” [sic], me parece que podría justificarse cuando un profesor, desesperado, busca como despertar a sus estudiantes soñolientos[4], pero está fuera de lugar en un artículo con pretensiones científicas. En suma, al talentoso Daniel Link, organizador de un gran congreso dariano, le falta algo de claridad cartesiana y mucho de honestidad intelectual.
Está claro que las “obsesiones queer” son obsesiones de Link y que el “incondicional abrazo” es una fantasía suya. La buena noticia es que, mientras el confuso profesor bonaerense maltrató a Los Raros para construir a su “Darío queer”, los bibliotecarios de Arizona hicieron un trabajo útil y digitalizaron el “lote Bermúdez”. De esa manera, un informe pericial desmintiendo al otro que nadie conoce, tal como lo anhela Martínez, se hace menos urgente. Los documentos de Arizona se pueden hoy consultar libremente por internet, y los lectores podemos estudiarlos, utilizando nuestro sentido común. Transcribimos uno de los manuscritos que contiene un poema con el título atractivo “Cantar a Chinandega”[5]. La nota bibliográfica del documento digitalizado indica: “Poema manuscrito compuesto por Rubén Darío”.
Se trata de diez hojas escritas por las dos caras y numeradas con romanos en la parte superior. Cada hoja lleva en página impar el título del poema subrayado y la firma “Rubén Darío”, sumando diez firmas en total. La letra se ve puntiaguda, puntillosa y esquemática, confirmando el análisis que hizo Sergio Ramírez hace cuatro años: “Es … la obra de un falsificador sin imaginación, que busca imitar la caligrafía de Darío, de sobra conocida, pero no advierte que entonces, cuando se usaba tintero, plumilla de acero y secante, no se podía escribir sin borrones ni tachaduras, sobre todo cartas, y más que eso, que la letra cambiante de una persona responde siempre a los estados de ánimo, angustias, de las que Darío vivía lleno, entre ellas su siempre calamitosa condición económica, y la hiperestesia provocada por su tendencia al alcoholismo”[6]. Rubén Darío escribía con pluma de acero que mojaba en un tintero, mientras que en el manuscrito presente, la gran regularidad de la letra indica el uso de una pluma fuente o de un lapicero. A pesar de su regularidad, la letra se hace más borrosa de una página a otra, indicando el trabajo laborioso de un copista medio cansado. Al inicio del poema leemos una dedicatoria: “A Margarita Bermúdez Montealegre”. Una nota al final afirma que el poema fue escrito en la “Bahía de Corinto, Isla del Cardón, Mayo 1908”.
“El falsificador, o los falsificadores … ignoran todo acerca de la vida de Darío”: Sergio Ramírez ya lo dijo en 2012[7]. En lo referente al “Cantar a Chinandega”, es bien sabido que en mayo de 1908 Darío ya no estaba en Nicaragua, ya que el 3 de abril embarcó de Corinto hacia Europa vía Panamá. Tanto en Edelberto Torres[8] como en Antonio Oliver Belmás[9] leemos que en los primeros meses de 1908, Darío pasó una temporada en la Isla del Cardón, con su amigo el doctor Luis H. Debayle. Fue allí donde Darío escribió su poema “A Margarita Debayle”[10], y los dos amigos se divirtieron redactando un periódico manuscrito y escribiendo poemas humorísticos, no destinados a la publicación. Debayle guardaba estos poemas hasta su muerte en 1938, y después fueron a parar al cajón de basura de una farmacia de León. Es posible que alguien los haya sacado de allí para copiarlos con fines de lucro. El “Cantar a Chinandega” no tiene ningún rasgo modernista y no se parece en nada a ningún poema conocido de Darío. Es una especie de pastiche, una burla de la poesía provinciana y patriótica del siglo XIX. Si fue escrito en la Isla del Cardón, su autor pudo ser cualquier alegre invitado del doctor Debayle. Reproducir este poema bajo el nombre de Darío es un abuso y significa desfigurar su obra. De todos modos, reproducimos el poema completo, para que nuestros lectores se formen su propia opinión.
Cantar a Chinandega
Tierra de vergeles, anhelos
y amores, tierra de
las frutas y flores
más bellas, tierra
de encantos, de
astros y estrellas,
tierra de los sueños…
¡bella Chinandega!
Quiero con mi canto
que a la fama sella
loar tu belleza, tu
gracia ¡que por Dios
nos llega!! nos llega,
así digo, por gusto
por vista, por dulces
aromas, por risas
y bromas, por tu
clima exento de
extremas mudanzas
sus bailes, sus danzas
tu clima, tu aroma
tu suelo tan fértil
que en él pareciera
presente un Edén…
por tanto portento
de brillo académico
letrados, doctores
artistas, poetas
cantores de todos
regios trovadores
de mil serenatas,
de dulces sonatas,
de amorosos versos
y estrellas de plata
de fé contagiosa
devoción innata,
de humildes pastoras,
de regias cantatas,
de fuertes pasiones,
de amores prohibidos,
de quedos suspiros
de tiernos sollozos…
de amantes perdidos,
de amores ya idos
de toda la gama
de humana emoción
de bélica acción..
de un gran corazón
de silencios tiernos
de humilde canción
de recogimiento y
fiel devoción…
tus templos iglesias
rebozan de fé…
y es cada fiel…
cual gota de miel
cuando de su
auxilio, un
pobre nos pide…
para tus corazones
en maternos ruegos
liberan de sombras
tu tan bellos suelos.
Quiera Dios que
siempre .. bella
Chinandega, seas
de esta patria..
su más rara vega!
que con su fulgor,
ya el creador nos ciega
con los suaves giros
de mundos que el riega!
mi tierra tan bella,
mi tierra tan dulce
tiene en ti, mi estrella
la esperanza puesta…
con certeza plena
con una fé ciega…
tu fiel abundancia
que al orbe alimente…
y nos sea infatua
ninguna simiente!
pues Dios que te ama
puso en ti la fama
de ser de la patria
granero inexhausto
cosecha que eterna
llene los graneros
con el bello fruto …
de naturaleza!
la fértil belleza
de las dulces hembras
sea cual reflejos
de mil primaveras.
y viriles mozos
adornan tus calles
y llenan las plazas
de risas, de juegos
que de niños llenan
los coros divinos
que en semana
santa se oyen
sibilinos, y que el
sacerdote, bien amado
chantre, oficie
inspirado liturgia
divina, con las
voces graves, de
los graves coros,
y que los colores
sean como flores
en alegres fiestas
de los fieros toros!
donde rudos doman
los machos bravíos
de testas astadas
y patas coronadas
de crueles espuelas
que en ímpetu pleno
impulsan al vuelo
a potros serenos,
en alegres ruedos,
festivos rodeos
Centauros que llevan
en su sangre el
tiento, la silla,
cabellera al viento
toda una historia
de regios campeones
de rancios manjares
y ritos austeros…
el vino que corre
que alegra las fechas
jamás falte en esa
regias reuniones
de damas, varones
de rancio linaje
que el chinandegano
cual su fiel linaje
tiene sus raíces
muy bien arraigadas
en su larga estirpe
de la luengua historia
Chinandega es bella,
es dulce cual miel
feroz en la querella…
amarga en su hiel,
y el honor se
compra con cara
moneda, el valor
que nace del fecho
nos queda!
Su fama pregona
de hembras la belleza
del varón honores
de ambos nobleza!
Y cantar nos cabe
Si no se menciona
del chinandegano
su dulce tibieza
majestad y alteza!
Tierra hospitalaria
plena de riquezas
de artistas, actores
pintores, poetas,
de bellas mujeres
de dulces amores
crueles sinsabores
de horas muy plácidas
en tiempos mejores…
cuando en otros días
en vez de palabras
brotaban las flores
de las alegrías…
Chinandega es tierra
de milagros muchos
de mitos, de cuentos,
de rancias costumbres,
más las feradumbres
de la guerra traen
polvo del olvido
a una magia bella…
ojalá pluguiera a
nuestro Dios creador
darte larga vida
Plena de Esplendor!
Que toda esta historia
pido a mi memoria
con todo mi amor, pueda
eternizarte.. este humilde
cantor!
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Referencias:
[1] José María Martínez, “Nuevos documentos inéditos y desconocidos de Rubén Darío. ”, Anales de Literatura Hispanoamericana, vol. 44, 2015, pp. 185-218, aquí p. 186, nota 1; https://revistas.ucm.es/index.php/ALHI/article/view/51512.
[2] Correo electrónico, 29 de enero de 2016.
[3] Daniel Link, “Prosas profanas. Releyendo las obsesiones queer de Rubén Darío a cien años de su muerte”, Soy, suplemento de Página/12 (Buenos Aires), 5 de febrero de 2016, https://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/soy/1-4380-2016-02-05.html; también en: https://www.researchgate.net/publication/293826078_Ruben_Dario_queer. Agradezco al simpático Daniel el haberme nombrado “paladín del varón probo” y “paladín que custodia el buen nombre de Rubén”, cargos relativamente nuevos para mí, que merezco sin duda por no compartir sus obsesiones homoeróticas.
[4] En el internet leemos que Link “hace años ya … da clases irreverentes y estimulantes a los alumnos de la carrera de Letras de la UBA” (Patricio Lennard, “El profesor pop”, Página / 12, 14 de agosto de 2005, https://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/libros/10-1695-2005-08-19.html).
[5] https://repository.asu.edu/collections/147?page=6.
[6] Sergio Ramírez, “El sencillo arte de dejarse engañar”, La Prensa (Managua), 22 de noviembre de 2012, https://www.laprensa.com.ni/2012/11/22/opinion/124704-el-sencillo-arte-de-dejarse-enganar.
[7] Ibíd.
[8] Edelberto Torres, La dramática vida de Rubén Darío, San José de Costa Rica: EDUCA, 1980, pp. 619, 627.
[9] Antonio Oliver Belmás, Este otro Rubén Darío, Barcelona: Aedos, 1960, pp. 295-300.
[10] Cf. Jorge Eduardo Arellano, “‘A Margarita Debayle’: en los 100 años de un apólogo memorable”, Anales de Literatura Hispanoamericana, vol. 37, 2008, pp. 135-142.