25 de agosto 2023
Cuando Rubén Darío regresaba de España en 1892, tras participar en las fiestas del cuarto centenario del descubrimiento, el vapor recaló en Cartagena de Indias, y decidió entonces visitar al presidente Rafael Núñez en El Cabrero. Fruto de este encuentro fue que resultara nombrado cónsul de Colombia en Buenos Aires, a sus veinticinco años.
Cuando en 1959 entré a estudiar derecho en la Universidad de León, imprimíamos una revista de literatura en una vieja tipografía donde colgaba enmarcado, en una pared, el discurso que el doctor Rafael Uribe y Uribe había pronunciado en 1887 en un acto de conmemoración fúnebre en honor del prócer liberal de Nicaragua Máximo Jerez. Nunca olvidé la frase inicial:
“¿Qué hora es en Centroamérica?” preguntó el cañón. Y el eco respondió: “media noche todavía”.
Entre la luz, y la oscuridad. La poesía de aquel muchacho, al que Núñez confió un cargo de hombre viejo, sigue iluminando la lengua. En Centroamérica, las palabras de Uribe y Uribe siguen sonando como una terrible profecía, porque la oscuridad continúa densa. Pero el Popol Vuh, el libro sagrado de los quichés, el pueblo maya de Guatemala, dice que cuando más oscuro parece, más pronto va a amanecer. Hoy parece amanecer en Guatemala.
No es cierto que la libertad esté destinada a perecer, y que la democracia se vuelva cada vez más un mito, cuando se impone el autoritarismo y cunden los falsos redentores que sólo usan el poder para someter y destruir las instituciones. Las dictaduras, cualquiera sea su color ideológico, son una anomalía persistente. Soy testigo de cargo.
A nadie le regalan la libertad, ni la democracia, ni la paz. Se paga un precio. Pero hay que luchar por ellas. Y mi compromiso con la libertad y la democracia y la paz está en las palabras. Mis palabras de escritor. Hasta la última de mis palabras.
Muchas gracias al presidente Gustavo Petro, y a usted, señor canciller Leiva, por darnos a mi esposa Tulita y a mí una patria, cuyo umbral atravesamos felices porque sabemos que desde antes nos hallamos en tierra propia. Lo que nos han quitado con manos siniestra, Colombia nos los devuelve con mano generosa.
Nos dan como propio, gracias a esta generosidad, un país que es nuestra vieja querencia, país de amigos inolvidables y de experiencias inolvidables, al que llegamos por primera vez hace cincuenta años, y al que siempre estamos volviendo.
O, perdonen la arrogancia, nos dan lo que de todos modos era ya nuestro, y el prestar juramento, señor canciller, es como recibir las llaves de la casa que estaba desde hace tiempo esperándonos.
De nuevo, muchas gracias.
*Palabras de juramentación de la ciudadanía colombiana, Madrid,24 de agosto, 2023.