9 de julio 2019
Todo eso se confunde en la mente de los dictadores Ortega-Murillo. Ellos se acostumbraron a imaginarse el mundo al revés para proteger sus intereses opuestos a todo interés social, y no desperdician palabras para decir algo que se parezca al mundo que solo ellos imaginan. Y cuando creen utilizar las palabras adecuadas para describir el mundo en el cual ellos suponen es el mundo en donde todos vivimos, aparentan no enterarse de que ese mundo… no es otro que su mundo imaginario.
El sábado anterior, Daniel habló al final de su “repliegue” –una parodia cínica del ocurrido hace 40 años, del cual él no se dio cuenta, porque estaba en Costa Rica—, y ofreció una mini versión de su discurso de siempre, de escasos ocho minutos, ante una poca clientela. En verdad, muy poca, si tomamos en cuenta la inflada burocracia estatal, más los supernumerarios convertidos, ocasionalmente, en paramilitares.
Por el hecho de ser un viejo discurso, igual a todos, solo sirve para utilizarlo como modelo de cómo alguien puede fingir ignorancia acerca de la actualidad, pues no hizo ninguna referencia a la crisis política y social… de su propia cosecha.
El mundo ideal
Basta con señalar esa su aparente enajenación de la realidad para perder el interés por comentarlo. En cambio, hay quienes, de entre los súbditos de su reinado, se esfuerzan por pintar el mundo ideal en que supuestamente viven:
Bayardo Arce, por ejemplo, se lamentó de que sancionaran a varios burócratas de la dictadura sin haberles reconocido su derecho a la defensa. El señor Arce, finge mal no darse cuenta de lo que sus guardias les hacen a centenares de ciudadanos: los matan sin derecho a defenderse (pues andaban desarmados), los secuestran sin ninguna orden de autoridad competente, les roban sus bienes, los torturan como único método de “investigación”… ¡y después los ponen en manos de sus jueces esbirros!
La señora auto coronada calificó a los auto convocados como… “Minúsculos, microscópicos rezagados que se empeñan en mostrar un país que no existe”.
Con esa guía “idiomática”, nadie le pierde el rastro a Rosario, quien así habla de quienes demuestran ante el mundo, con pruebas irrefutables, que su bicéfala dictadura comete asesinatos a granel, secuestros al por mayor y torturas sin rebajas. Pero si para ella ese país “no existe”, es porque piensa que en el “otro país”, su país imaginario, todos vivimos en “paz y justicia”.
¿Se puede vivir “en paz y justicia” con centenares de asesinados, secuestrados, torturados y cuyos verdugos andan libres, haciendo lo mismo? ¿Qué clase de justicia es esa, donde los secuestrados son dejados en libertad a medias, a cuenta gotas y luego los asedian, mientras cometen nuevos secuestros? Es su círculo vicioso, causante de angustia y dolor.
Si quienes reclaman libertad, justicia y democracia son “minúsculos” y “microscópicos”, ¿por qué movilizan a diario a sus guardias y turbas armadas, aterrorizando en calles, pueblos y ciudades, para impedirles manifestarse?
En mundo real
Enajenados como fingen estar, es lógico que no quisieran adaptarse a un orden constitucional legítimo y comenzaran destruyendo ese orden, desde antes del 2007. El desorden jurídico lo iniciaron con el pacto político con Arnoldo Alemán, al entrar el nuevo siglo.
Reformaron la Ley Electoral para eliminar el derecho democrático de participación electoral por medio de la suscripción popular, con el fin de que el electorado siga cautivo de los corruptos partidos políticos tradicionales.
Bajaron del 50% más 1 de los votos para ser elegido presidente, al 35%, para facilitar la “elección” de Daniel (2006), con el 38%, su porcentaje histórico obtenido en sus dos fracasos electorales anteriores (1996 y 2001. En sus reelecciones (2011 y 2016), Ortega “alcanzo” entre el 70% y el 80% de los votos… ¡parecidos a los porcentajes de las abstenciones en ambos eventos electorales! Eso indica, que lo “eligió” menos del 30% de los votantes.
Los caudillos Daniel Ortega y Arnoldo Alemán se repartieron mitad-mitad los cargos burocráticos de los poderes del Estado y demás instituciones. Duplicaron el número de los cargos burocráticos en las instituciones con el objetivo de bloquear a cualquiera otra fuerza política y captar para ambos la mayor parte del presupuesto de la administración pública. Este reparto, fue calcado del pacto de “los generales” oligarcas Anastasio Somoza García y Emiliano Chamorro, de 1950.
Daniel Ortega, con el control del Ejército, la Policía, el Consejo Electoral, efectuó tres fraudes electorales: 2008 (mincipales), 2011 y 2016. Formó mayoría en la Asamblea Nacional con sus diputados, y los diputados regalados a los partidos “zancudos”. A los diputados de los partidos al margen del pacto, les expulsaron de la Asamblea Nacional. Luego, Ortega amplió el círculo de sus incondicionales, cooptando a tránsfugas como Wilfredo Navarro.
Con esta corrupción política tradicionalista, de la cual el orteguismo ha tomado el liderazgo, el gobierno degeneró en la dictadura bicéfala actual, con las conocidas violaciones de todos los derechos políticos y humanos, que la tienen bajo la crítica y las sanciones internacionales.
Todo eso hace la fisonomía de la dictadura fascista del orteguismo. El mundo real que pretenden convertir en un mundo ideal sobre la base de mentiras. Un mundo ideal que, después de ellos y sus fanáticos, nadie conoce.
El mundo al revés
La enajenación (aparente) de los dictadores la expresan en mentir y hacer burdas deformaciones de los hechos reales y crueles, con los que se han construido su mundo al revés. Y desde ahí, así se miran ellos mismos:
*Nosotros que tenemos los ojos, el corazón y el alma abierta al cariño, a la seguridad a la que tienen derecho todas las familias nicaragüenses” (Rosario Murillo en una de sus homilías…)
Pero hasta ahora, lo único que nos han mostrado en el mundo real –y lo siguen haciendo— son las puertas abiertas de las cárceles, y no precisamente para recibir a nadie con “cariño”. Son cárceles para la seguridad de hacer sufrir a muchas familias nicaragüenses…
Esta proyección del mundo al revés, la hizo Rosario Murillo el mismo día –miércoles 19/06/19— cuando en Masaya sus turbas atropellaban a los participantes en la misa de año del asesinato de Marcelo Mayorga, el mártir monimboseño que se defendía de la guardia orteguista… ¡con una honda de hule!
La hipocresía rosarina siguió ese mismo día y en esa misma homilía, olvidando haber dicho, poco antes, que sus adversarios son solo unos “minúsculos y microscópicos rezagados”, los invitó “a fortalecer la paz y el cariño para caminar como hermanos en esta nuestra Nicaragua”.
El problema de los dictadores no es solo ver el mundo al revés, sino también confundir la paz con la represión y practicar el cariño a garrotazos, pues dos fotografías del diario La Prensa, del siguiente día 20/06/19, reflejaron que sus guardias no trataban como “hermano” a un muchacho monimboseño: lo tenían con su boca pegada al piso de una camioneta… ¡mientras su cuerpo lo maltrataban, nada cariñosamente!
En la otra fotografía, un guardia orteguista no parecía estar expresando excesivo cariño por otro joven: en la entrada a la cárcel “modelo” (en torturas), un guardia le apretaba el pescuezo, mientras le prensaba su cuerpo contra una camioneta. ¿Por qué motivo? ¡Porque demandaba la libertad de su padre, junto a las madres que pedían la libertad de sus hijos!
La diferencia siempre es de lugar; la represión, en cualquier lugar de Nicaragua, los guardias orteguistas, es la misma… con el mismo cariño…
¿Verdad que sí, doña Rosario?