3 de enero 2021
Siempre al terminar un año hacemos recuentos, listas, inventarios de vida y de propósitos nuevos. Este año en particular ha sido trágico, duro, lento, difícil de terminar. Pero como dice Fernando Del Paso en sus Noticias del Imperio: “todos los días llegan alguna vez, aunque no lo creas y aunque no lo quieras…”. Y este año llegó a su fin y esperamos que venga un mejor 2021.
En los días nebulosos del 2020 pocas cosas pueden enlistarse como buenas. Una de ellas es el tiempo que pudimos dedicar a la lectura. A pesar de que nuestro país no ofrece la variedad de libros que se ven en las librerías de otros países, en estos tiempos de pandemia, reclusión y acceso a libros por internet, vimos ampliarse nuestras posibilidades. Soy una de las privilegiadas que dedicó su tiempo a la literatura.
Los beneficios de la lectura son enormes, nos permite conocer y percibir otros mundos y otras personas, desde distintas perspectivas, y nos hace pensar fuera de las cotidianidades y los rigores del mundo actual. Pero la literatura también se ha visto enfrentada a sociedades que cada día quieren todo más rápido, más visual y con nuevas tecnologías. Disminuimos el hábito de leer y aumentamos el tiempo en pantallas.
La experiencia de leer nos aporta conocimientos, fluidez de palabras, empatía y capacidad de análisis y reflexión. Y cuando leemos se establece una conexión entre autor y lector, y en especial con sus personajes, que vamos descubriendo en sus páginas. Como dice Paul Auster: “la novela es el único lugar del mundo donde dos personas se encuentran y viven una intimidad única”.
Es cierto que la literatura no nos salva, pero está muy cerca de hacerlo. En estos momentos de inventario y reflexión de fin de año, quise hacer la lista de mis mejores diez libros leídos en el 2020. Fue una experiencia difícil porque la verdad sea dicha, fueron muchos buenos. Casi todos han sido publicados en años anteriores. La lista fue hecha sin ningún orden en particular, solo basada en criterios de calidad narrativa, construcción de personajes, verosimilitud, originalidad y emociones transmitidas. Aquí les dejo:
1. Las uvas de la ira. John Steinbeck (USA)
Lo mejor que leí en este año y posiblemente de toda la vida (perdón, Pedro Páramo). Steinbeck la escribió en los años 40 pero podría haberla escrito en el 2020, tan actual que describe con certeza el mundo de hoy. Cuenta el éxodo migratorio de familias de Estados Unidos durante la gran depresión, pero podría estar narrando la migración actual del sur al norte, producto de guerras, violencia, expolio de sus bienes y la falta de oportunidades. “Las uvas de la ira” es una gran novela de realismo social y al terminar de leerla sentí que este mundo sigue en deuda de valores, aunque nos deja un soplo de esperanza.
2. Americanah. Chimamanda Ngozi Adichie (Nigeria)
“Cuento historias” dice la autora. Y lo hace magistralmente en esta novela. Es una denuncia contra el racismo. Los inmigrantes provocan espanto, afectan nuestra comodidad. Pero si sos negra, doble peligro, su color nos provoca miedo, su pobreza nos resulta ajena. Americanah, nombre peyorativo con que se llama a las retornadas a Nigeria, es una novela que nos hace un tremendo llamado de realidad a través de historias de jóvenes migrantes africanos en su país de acogida. Es la muestra de cómo los prejuicios culturales y sociales marcan distancias y te etiquetan.
3. El hombre que amaba a los perros. Leonardo Padura (Cuba)
El asesinato de Trotsky está en los anales de la historia. Pero esta novela nos lo relata en medio de la “agobiante presencia” de un mundo que cambia abruptamente, entre la revolución rusa, la guerra civil española, la segunda guerra mundial y la revolución social de los 70s. Lo que podría ser una nueva revisión de la historia, es una novela trepidante, de reflexión política y filosófica de lo que hemos hecho con nuestro mundo: un espacio para morir o matar por una causa, o un escenario para seguir creyendo en utopías pervertidas. Al final nos hace cuestionarnos si valió la pena o si en el camino perdimos todos.
4. Los recuerdos del porvenir. Elena Garro (México)
Ha sido reconocida como una de las creaciones más perfectas de la literatura hispanoamericana contemporánea, comparada con grandes autores. En la novela, cuenta la vida de un pueblo del sur de México, Ixtepec, narrada por él mismo, con una originalidad que rebasa cualquier expectativa. Así Garro se gana el sitio de antecesora de lo que después se llamó “realismo mágico”. A lo largo de la novela, el pueblo va contando los acontecimientos fantasmales que vivieron sus personajes en uno de los pasajes más turbulentos de la historia de México, la guerra cristera.
5. Pastoral Americana. Philip Roth (USA)
Nos muestra una tremenda radiografía de los Estados Unidos, con el rostro cambiado a partir de la guerra de Vietnam. Las nuevas generaciones cuestionan todos los valores de esa sociedad feliz, orgullosa, respetuosa de las tradiciones. En esta novela, atractiva y lúcida, el autor nos muestra a sus personajes perdidos en su propia realidad. Todos enfrentados al modelo americano, generador del «sueño americano», que les había prometido a los migrantes europeos su gran oportunidad si trabajaban y se esforzaban, siempre y cuando siguieran los patrones del sistema y las instituciones creadas para protegerles.
6. Pelea de gallos. María Fernanda Ampuero (Ecuador)
Trece cuentos desgarrados, la violencia como parte de nuestras vidas, historias duras y bellas. Es América Latina, la de la injusticia, la crueldad, pero también la de la solidaridad, el amor y la justicia por mano propia. Personajes femeninos hacen frente a lo vulnerable y sacan fuerzas de la derrota, pueden ser crueles y al mismo tiempo mostrar orgullo por su origen o su destino. Somos incapaces de imaginarnos que estos mundos aún coexistan en nuestra región. Pero también nos hace creer que siempre puede haber lugar para algo mejor.
7. Clara y la penumbra. José Carlos Somoza (España)
A lo largo de páginas laberínticas, esta novela nos muestra que el ser humano es capaz de las más crueles perversiones. Los asesinatos son excusa para mostrar a “El artista”, un criminal al que tendrán que detener mientras se exhiben sus “obras de arte”. Como corresponde a este género de novelas, te empuja, te acelera en la acción y te hace creer que todo puede pasar y cambiar el destino de los personajes. Una novela sorprendente desde su inicio, que me hizo cuestionarme si para hacer arte todo es válido, desde manosear la dignidad humana, provocar dolor o inclusive la muerte.
8. Las inviernas. Cristina Sánchez-Andrade (España)
A las protagonistas, dos hermanas, "las inviernas", las une un pasado oscuro y un raro vínculo de amor-odio. La novela está ubicada en la ruralidad de la postguerra en España, con personajes que se debaten entre la bondad y la maldad, lo rutinario y lo legendario, el heroísmo y la pereza. Te transporta a las calles polvosas de cualquiera de nuestros pueblos y te hace esperar el encuentro en cada esquina con personajes que van a develar los secretos ocultos de sus historias. Todas queremos ser distintas y todas queremos ser iguales y pasar desapercibidas entre un montón de otras inviernas.
9. El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes. Tatiana Țîbuleac (Moldavia)
La novela muestra las pérdidas y las emociones que marcan las relaciones tormentosas entre hijos y madres, nuevas oportunidades y perdón. Una narrativa dura y atormentada y, sin embargo, regada de poesía y alegorías en cada página. La escritora lleva a sus personajes en un viaje tormentoso de descubrimiento, la madre que no supo amar se enfrenta a ese hijo que no sabe cómo perdonar. Los ojos verdes de la madre serán la guía que el hijo necesita para completar esa travesía que nunca supieron cómo iniciaron y que irán descubriendo como terminar.
10. Salvar el fuego. Guillermo Arriaga (México)
Una cadena de inverosimilitudes contrapone dos Méxicos, uno de esa violencia interna, de personas en burbujas de oro y esplendor de los barrios “buenos”; y el otro, por la violencia real, física, cercana a la muerte, de los barrios pobres. Dos personajes de características extrañas que se vuelven improbables. Un hombre rubio, indígena, asesino convicto; y una atractiva mujer de los barrios ricos, vacía y huérfana emocional. Se conocen por los azares retorcidos del destino impuesto por el autor y los lleva a vivir una vida quimérica, un amor tempestuoso hasta los mismos infiernos, un amor que, de tan irrealizable, terminas convenciéndote (¿o deseando?) que sea posible.