27 de noviembre 2015
Hija, por el amor de Dios tomate esta medicina, es lo único que te va salvar de esa gran infección. Abuelito, debes tomarte estos medicamentos, de otra forma tu tos se va convertir en bronconeumonía y te podés morir. Así podemos seguir con las menciones diarias a nuestros seres queridos para que se tomen sus cápsulas, pastillas, jarabes, inyecciones, ungüentos, etc., aludiendo que si no lo hacen su enfermedad se puede agravar, ponerse crítica y morir. La fe en Dios, la cura de médicos, curanderos, y medicamentos son una esperanza.
Esto ha funcionado desde tiempos ancestrales. Los curanderos y chamanes existían antes de la llegada de los españoles y realizaban curas tradicionales de las enfermedades físicas, emocionales y espirituales, utilizando hierbas, alimentos naturales, cantos, invocación a los espíritus, masajes y otros rituales. En el antiguo Egipto, China, Grecia, Europa, y el resto de culturas occidentales y orientales se practicó el empirismo, la magia religiosa, el esoterismo, las ciencias ocultas, etc. Fue a partir del siglo XIX que se inició el ejercicio de la medicina con prácticas más evolucionadas. En el siglo XX la medicina se transformó a la luz del desarrollo de la ciencia y la tecnología, basada en evidencias biológicas, la patología, la farmacología, la psiquiatría. Así como, los rayos X, el electrocardiograma, encefalograma, resonancias magnéticas y otros descubrimientos más.
La práctica de usar los elementos de la naturaleza y de la medicina moderna para curar enfermedades ha sido efectiva en un gran número de circunstancias, en otras no han surgido efectos y han conducido a la muerte de las personas. Los elementos conducentes a una buena salud son, entre otros, el estilo de vida, la alimentación, los ejercicios, la moderación. Cuando la salud se quebranta, habrá que acudir a los médicos, medicinas, hospitales, centros de salud, laboratorios y tratamientos especializados. El amor y cuidado de los seres queridos juegan un papel esencial.
En el mundo de la tecnología más refinada se ha desarrollado la práctica de producir medicamentos falsos, a los que se alteran, o sustituyen las fórmulas de su contenido, o se les incluyen substancias nocivas. La circulación o detección de medicamentos espurios, de etiquetado engañoso, falsificados, o imitados -añade la Organización Mundial de la Salud (OMS)- "puede erosionar la confianza del público en los sistemas de salud", por lo que debe ser interés del Estado y de las entidades privadas relacionadas con la producción, distribución, venta y uso de medicamentos, ocuparse del problema.
Los falsificadores de medicinas se han coludido para imitar productos a costos bajos (no siempre). Estas falsificaciones no curan, causan enfermedades graves y hasta la muerte. Esta inmoral operación se ha convertido en una industria global de miles de millones de dólares. La OMS estima que entre el 30% y el 40% de las medicinas que se venden en los países pobres son falsificadas, pudiendo ser mayor en algunos países (las regiones donde más se consumen medicamentos falsos son primero África y luego Latinoamérica). Un estudio preparado en 2010 por el Center for Medicine in the Public Interest, de EEUU, indicó que el negocio del tráfico de medicamentos falsos en el mundo era de US$75,000 millones anuales y aumentó en 90% en cinco años. Los estudiosos consideran que esta cifra se acrecienta día a día, debido a la rentabilidad del negocio, la corrupción y el reducido control de los gobiernos.
Los principales países productores de medicamentos falsos son China y los siete países de Asia Sudoriental, además, India, Pakistán, Rusia, Brasil, México y Colombia. Estos producen una extensa variedad de medicamentos falsos para: malaria, dengue, antibióticos, control de la natalidad, sueros antitetánicos, antipalúdicos, disfunción eréctil, diarrea, rechazo en trasplantes, corazón, diabéticos, antidepresivos, esquizofrenia, adelgazar, gripe, así como vacunas y muchas otras más.
Entre el 60% y el 80% de medicamentos falsos para malaria se producen en China e India. La mitad son proveídos a África. En el mundo, uno de cada diez medicamentos es alterado, su distribución en ciertos países pobres asciende al 50%. Un estudio de la OMS y la INTERPOL (1999-2006), mostró que la mitad de los medicamento contra el paludismo no contenían principio activo. Las falsificaciones son una verdadera crisis global. Los falsificadores de medicinas han constituido una red internacional de productores, que tienen clientes fijos y grandes consumidores en países con gobiernos corruptos, sin leyes y sistemas de control, con poblaciones pobres y carentes de educación. Lastimosamente, las leyes castigan con menor severidad a los falsificadores de medicinas que a los traficantes de drogas.
En 2006, la OMS estableció el Grupo Especial Internacional contra la Falsificación de Productos Médicos, el que con el Instituto de Seguridad Farmacéutica, la INTERPOL, la Alianza Europea para Acceso a Medicinas Seguras, y otros organismos, en coordinación con algunos gobiernos, hacen esfuerzos para combatir la falsificación de medicinas. La Alianza Europea para Acceso a Medicinas Segura, informó recientemente que el 60% de los medicamentos vendidos en la UE con recetas a través de Internet son falsos.
El mundo está contagiado de toda clase de falsificaciones. La oferta se queda corta, para llenar los deseos y apetito goloso de tener por tener, el bajo costo (no siempre), es un factor determinante. La compra de artículos falsos es una adicción más, que compromete a la comunidad entera y nos hace cómplices al submundo delincuencial del tráfico ilegal de bienes ilegítimamente fabricados. En adición a las medicinas se falsifican: alimentos, ropas, calzados, música, películas, modas, marcas, monedas, billetes, piezas de arte, joyas, cigarrillos, licores, repuestos, radios, celulares, televisores, carteras, repuestos de aviones, carros, motos, etc.
Sin ser realmente falsificaciones, la robótica militar, la inteligencia artificial para usos militares y los drones, nos están aproximando al uso sofisticado de armas letales, donde tratamos de esconder la agresividad del ser humano activando una arma mortal, urgiendo por otro lado, su codicioso intelecto para destruir desde lejos a su adversario, independientemente si los pobladores son civiles, jóvenes, mujeres, o ancianos. ¿Estaremos en el proceso de falsificar “travesuras infernales” manejadas por seres fríos, indiferentes y calculadores, ansiosos exclusivamente de poder y dominio de riquezas materiales?
El tráfico de medicinas alteradas y la ausencia de su control de calidad preocupan a las autoridades nacionales e internacionales de salud pública, aduana, policía y empresas farmacéuticas responsables. Los ciudadanos nicaragüenses deberíamos preguntarnos: ¿Se están importando, o fabricando en Nicaragua medicamentos falsos? ¿Hay leyes que penalizan el tráfico de medicamentos falsos y que controlen la calidad de las medicinas importadas y las fabricadas en el país? ¿Hay laboratorios independientes con capacidad de hacer estas verificaciones? ¿Cuáles son las entidades públicas responsables del seguimiento y control de estas actividades ilícitas?