16 de febrero 2017
Uno de los principales indicadores de la salud de una economía es el comercio exterior. No es un tema atractivo en términos periodísticos pero es imperativo que conozcamos al menos a grandes rasgos cuál es la realidad y cuáles son las implicaciones para la vida cotidiana de la gente, en el presente y en el futuro.
Igual que un médico para elaborar un diagnóstico examina la presión arterial, la temperatura, el ritmo cardíaco; para elaborar un diagnóstico económico hay algunos indicadores clave como el endeudamiento externo, la inflación, el crecimiento económico, el empleo. Ocurre parecido en una familia: uno de los indicadores claves de la economía familiar es cuánto ingresa al hogar y cuánto se gasta. Pues algo así viene siendo el comercio exterior. Comprende lo que gastamos en compras en otros países, esto es, las importaciones; y los ingresos que obtenemos de las ventas de productos en el exterior, esto es, las exportaciones.
Hay aquí algunos asuntos claves. Qué productos exportamos, y cuánto. Qué productos importamos, y cuánto. La diferencia entre lo que compramos y lo que vendemos en el exterior, los economistas le llaman balanza comercial, y puede ser superavitaria cuando las exportaciones superan a las importaciones, y deficitaria cuando ocurre lo contrario.
Aunque no lo parezca, estas áridas estadísticas se encuentran directamente relacionadas con las dificultades y con las oportunidades de familias y de empresas. Revelan el potencial para crear empleos estables; si productores o empresarios están elevando sus ingresos; si hay posibilidades de incrementar salarios; si se generan impuestos suficientes para mejorar caminos, la educación o la salud; si hay inversiones tendientes a potenciar la productividad y competitividad. En definitiva, si están estableciéndose bases para el desarrollo económico y social del país.
Comencemos con las exportaciones. Según el último reporte del Banco Central, en el 2016 las exportaciones totales fueron 2.226 millones de dólares. ¿Cuánto fueron las exportaciones en el 2012? US$ 2.761 millones. No hay ningún error en estas cifras. En el 2016 se exportaron 450 millones de dólares menos que hace cuatro años. Una caída mayor al 15%.
¿Cuál es la razón? Hay dos razones. La primera es que los precios internacionales de los principales productos se han reducido. Pero la razón más grave es que los volúmenes, la cantidad de productos que exportamos, ha disminuido año con año. Aún si los precios se hubieran mantenido al mismo nivel, de todas maneras las exportaciones habrían disminuido porque estamos vendiendo menos.
Solo del 2015 al 2016 la disminución de ingresos por exportaciones representó 200 millones de dólares. Evidentemente, en una economía como la nuestra, 450 millones de dólares de pérdida en los ingresos salpica al conjunto de los agentes económicos aunque no se perciba la relación directa.
Ahora vamos con la otra cara de la moneda: Las importaciones. En el 2016 las compras al exterior fueron de 5.887 millones de dólares, casi 6 mil millones. El saldo entonces entre las exportaciones y las importaciones, que los economistas llaman, como decíamos, balanza comercial, fue un déficit de 3661 millones de dólares. Para que tengamos una idea de lo que significa este déficit: aún cuando trabajáramos el doble y lográramos duplicar el total de las exportaciones, siempre quedaríamos con déficit.
Si alguien preguntara de qué tamaño era ese déficit hace cuatro años, las cifras del banco central le responden: era casi 500 millones de dólares menos. En otras palabras, el déficit comercial en lugar de disminuir viene aumentando año con año.
Pero queda una pregunta. Si están aumentando las compras al exterior, importa saber en qué estamos gastando.
Hay una buena y una mala noticia en esto de las importaciones. La buena noticia es que como consecuencia de la disminución de los precios del petróleo, el gasto en petróleo y derivados se redujo casi a la mitad. De aproximadamente 1.300 millones de dólares en el 2012, se redujo a US$ 690 millones en el 2016. Y ese es un alivio. La mala noticia es cómo se ha aprovechado ese ahorro: en el mismo período las importaciones de bienes de consumo aumentaron en 465 millones de dólares. Para decirlo fácil: nos comimos el ahorro. ¿Qué ocurrió con las importaciones en bienes de capital que son los que aumentan la capacidad productiva del país? Bueno, en el 2015 fueron 1.366 millones de dólares, y en el 2016 disminuyeron a 1.339. Es decir, el ahorro no se utilizó para realizar importaciones que mejoraran la productividad.
Que si todas estas cifras parecen absurdas y exageradas. Sí. Es cierto. Pero son las crudas realidades, aunque se trate de realidades que se esconden o que pocos mencionan.
¿Cómo se cubre el déficit comercial?. En primer lugar con las remesas familiares. En segundo lugar con inversiones extranjeras. Y en tercer lugar con créditos. Por esa razón la deuda externa es creciente. Es natural, si tenemos importaciones crecientes y exportaciones menguantes, el saldo negativo va en aumento.
¿Existen instrumentos económicos para promover exportaciones, alentar las importaciones productivas y mejorar la balanza comercial? Claro que existen.
¿Qué está haciendo el gobierno para resolver este problema en el corto y en el largo plazo? Lo que mejor saben hacer en materia de gobernar: nada. Así de sencillo, nada.
Es lo que hemos dicho en otras ocasiones, esta gente manda, porque tienen el poder y la falta de escrúpulos para imponer, a su antojo, su voluntad como ley. Pero no gobiernan. Porque gobernar es adoptar políticas económicas y sociales que en verdad mejoren las perspectivas de desarrollo del país y de bienestar de la gente.
Mandan, pero no gobiernan.