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Los virus de la Corona

La pandemia es una feria para la Corona y sus virus. Mientras tanto, los antivirus se autoconvocan en el aislamiento.

Jamás se podrá ocultar la paternidad por omisión que el totalitarismo ha tenido en esta terrible tragedia mundial. La covid 19 es un virus hijo del autoritarimo

Luis Rocha Urtecho

27 de marzo 2020

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Los monarcas del reino del coronavirus viven, no hace falta decirlo, muy bien. Tienen una familia numerosa y obediente, y entre más obedientes sus vástagos, más prebendas, más cargos, no importa sean inconstitucionales o si el nepotismo funciona descaradamente, pues la “Casa Real” piensa y hace pensar, que en esa siniestra desfachatez está el gusto, y que el nepotismo no es únicamente normal en el reino de la “normalidad”, o en los tiempos de su amor en los tiempos del covid-19 como ellos proclaman en olores de multitudes, sino que ni más ni menos un derecho que se ha ganado la realeza, porque como afirmaba Álvaro Cunqueiro (mi amigo gallego) en su “Tertulia de boticas y escuela de curanderos”, la prosapia de nuestros monarcas se remonta a mucho antes que cuando a los vástagos de hoy se les llamara infantes (que así se puede respetuosamente decirles a Laureanos, Rafaeles y etc.) Y serían algo así como Borbones de nuevo cuño, aunque Cunqueiro los ubica como provenientes de una “flora etiópica y de numerosos compuestos, especialmente anticatarrales, en los que entraban a partes iguales oro, incienso, fuego” (y poder), como se afirma en “La botica del Preste Juan de las Indias”, quien “tenía dos ojos, el uno para los somníferos (con que se pretendía dormir a los pueblos) y para las aguas de Juventia, y en el otro todo lo necesario para la obtención de la piedra filosofal. Este último era guardado por el basilisco.”

En definitiva, a estas alturas podemos colegir, tal y como se sugiere en esta botica del Preste Juan, que siendo el basilisco el guardador del ojo de la muerte, que como ahora “mata todo ser vivo”, ese basilisco es, como el mismísimo coronavirus, hereditario en la sagrada familia de “El Carmen” y que por algo viven en esa cercanía cuasirreligiosa. Y también diagnostica el diagnosticador Melle de Loboso, que desde el principio de los principios, Los virus de la Corona han tenido diferentes nombres, según su categoría nobiliaria, a saber:  reyes, basiliscos o virus; infantes, vástagos o zánganos; serviles recién llegados para fingir una nueva oposición, virus charrulos o menganos; cuerpos de protección armada, sapos o bacterias; momias vivientes, que desentierran sus partidos y caminan inclinados hacia los reyes como si vivieran, son los microbios o zancudos; pueblo usado, son mosquitos fumigados; multitudes arriadas o rezadores, parásitos involuntarios.

Definido así el espectro político, separaremos las oraciones que esta “Casa Real” pronunciaba en un antes, después y ahora en el tiempo en que han venido funcionando sus infames genes convertidos en invocaciones antes y después según “La farmacia de La Meca”. Los dividiremos en dos tiempos para que ustedes constaten la similitud. Así rezaban antes los de El Carmen” con Ahmed el Gafiqí, el más célebre de los botánicos y farmacólogos de Al Andalus, famoso por su Kitab al-adwiyya al-mufrada, o “Libro de los medicamentos simples” (libro de cabecera de la reina). A Ahmed le trajeron de La Meca, de la gran botica protegida por los Califas (socios del rey), una uña de caimán virgen de sexo masculino, que debía de ser colgada del techo (¿En el Carmen?) que no hubiese tenido contacto con mujeres, ya que según Plinio, las mujeres se prostituían con cocodrilos. Y volviendo al primer tiempo de oración, así rezaban en El Carmen los reyes, con Ahmed:

¡Sea alabado el Dios único y misericordioso! Y continuaban con misteriosas y espeluznantes invocaciones que les permitían trasladarse en el tiempo a la época actual, ya sin Ahmed, pero con una uña de cocodrilo cada uno de los reyes, pues polvo de la piel del caimán era usado como somnífero, y en infusión como afrodisíaco, pero también ayudaba a los senectos a conservar la memoria. De ahí que la oración en esta época, comenzara así:


Parece iluso, en los momentos que vive el Mundo, hacer estas invocaciones y peticiones. Pero la Humanidad, todas las Sociedades, todos los Seres Humanos tenemos la obligación de trabajar y de luchar por ese Mundo Mejor, Dialogante, Razonable, Pacífico, Fraternal, Estable, Seguro. De soñar, y luchar. Y hacerlo tod@s junt@s, encontrando los mecanismos, encontrando las formas de unir esfuerzos para alcanzar ese Sueño de Tod@s : Un Mundo de Paz, trascendiendo conflictividades, agresiones, amenazas, y propiciando Armonía, Convivencia Armoniosa, Respeto, Paz y Desarrollo.”

Nosotr@s, el Pueblo nicaragüense que invoca sabiamente a Dios todos los días, para avanzar, para trabajar con Seguridad, para Prosperar, para vivir la Esperanza y el Amor, sabemos que nuestra Vida nace del Amor de Dios Padre, que somos hij@s de Dios. No nos creemos superiores. Sabemos de dónde venimos, sabemos a quién nos debemos, y sabemos quién nos da Vida en abundancia. Creemos, y creamos, desde la Grandeza del Ser Supremo, que és Dios Nuestro Señor, que vive y reina en cada un@ de nosotr@s, y más en nuestra Nicaragua. Porque este és un País de Devoción, de Fé, un País que vive espiritualmente la fecundidad.

Somos de Grandeza Espiritual Fecunda, y eso és lo que nos hace Potentes : El reconocimiento de que és en el Nombre de Jesús y como hij@s de Dios, que encontramos todos los días el Optimismo y la Capacidad para ir Adelante. Frente a todas las circunstancias y todos los desafíos, ir Adelante. Sabemos que con Dios no hay imposibles, y con Dios vivimos los Milagros. El Amor y la Paz, el Gran Milagro de Cristo Jesús.

Mientras se hace esta invocación de la “Casa Real”, el resto de la población se reconcentra en sus viviendas en una especie de cuarentena voluntaria, el régimen lanza campañas de visitas casa por casa, asistencia obligatoria a clases de colegios públicos y universidades, concentraciones partidarias multitudinarias, concursos de manualidades y hasta campañas de limpieza de costas previo a las actividades de Semana Santa, como si la pandemia no estuviera en su momento clave de propagación. El culto a la muerte del pueblo, es como “La Oración del Puro” de la sacerdotisa: “Nicaragua fuerza bendita. Hemos realizado la proeza de un total de miles de visitas a las casas. Un milagro. Dios es grande. El nombre de Dios es misericordia, y nos da esa energía, esa fuerza en buen corazón, de la buena esperanza, que nos permite estar ahí con nuestro pueblo viviendo las circunstancias de alegría y las circunstancias difíciles, todos juntos como familia.”

No hay duda de que la Corona tiene virus. Son los virus de sus incondicionales. Los contagiados para la eternidad por gusto y antojo de sus monarcas. La Pandemia es una feria para la Corona y sus virus. Mientras tanto los antivirus se autoconvocan en el aislamiento. No quieren nada con los basiliscos, ojos de la muerte. Hemos visto como hasta en los virus de la Corona hay diferencia de clases: virus reales o basiliscos; bacterias, y microbios. Ya aquí todos fueron definidos, según procedencia y oficios. Los seres humanos obligados a ir hacia la muerte, por ejemplo en manifestaciones partidarias de los reyes, no están en esta categoría de virus de la Corona. Son, como empleados públicos, víctimas de los monarcas genocidas. La realidad es que en este reino, la calidad de vida de algunos es opcional. Yo también puedo viajar velozmente al pasado, y recuperar un poema (1971) que se llama “Diferencia de clases”: En mi carísima Nicaragua/-según el decir de un poeta-/hay únicamente dos clases de personas:/”Los comemierda/y los comedores de mierda”./Los que no tenemos/-por el momento-/otra alternativa que hacerlo/y aquellos que con alternativa/lo hacen con mucho gusto./Si se medita profundamente/en tan elemental definición/ de este banquete nacional/se llegará a la feliz conclusión/ de que ciertamente existe en nuestra patria/una acentuadísima diferencia de clases.


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Luis Rocha Urtecho

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