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Los populistas adoran la pandemia

Los gobiernos populistas están explotando la suspensión de la vida normal para implementar planes de hace mucho tiempo

Un guardia se para frente a una iglesia durante el Sábado Santo (Víspera de Pascua) en Jakubow, Polonia central. EFE

Sławomir Sierakowski

12 de abril 2020

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VARSOVIA – Las amenazas a la seguridad nacional invariablemente limitan las disputas políticas domésticas. Ahora que los gobiernos (Gobiernos) han asumido un rol de liderazgo en la lucha contra la pandemia del COVID-19, la oposición política en países bajo un régimen populista está siendo marginalizada rápidamente. En teoría, las autoridades en esos países podrían usar la crisis para invocar un estado de emergencia a fin de limitar la democracia. Pero aún si no llegan tan lejos, la necesidad de un distanciamiento social y otras medidas de contención implica una fuerte contracción de la esfera pública.

A falta de grandes encuentros o concentraciones de campaña, el debate político ha migrado por completo a los medios, que dedican toda su atención a la enfermedad. Esto sucede por razones pragmáticas –la cobertura del (de la) COVID-19 es lo que exigen actualmente los lectores y los televidentes-, pero también por razones éticas: ofrecer información precisa sobre el coronavirus es un servicio esencial.

Aun así, la cobertura completa de la pandemia no permite focalizar la atención en los partidos y movimientos políticos de la oposición. Por lo tanto, Joe Biden, el presunto candidato demócrata para desafiar al presidente norteamericano, Donald Trump, en la elección de noviembre, prácticamente ha desaparecido de la vista pública de la noche a la mañana.

A los norteamericanos, en cambio, se les brinda una cobertura diaria y en vivo de las conferencias de prensa cum concentraciones de campaña de Trump, en las que presenta a expertos del gobierno (Gobierno) que, de alguna manera, deben intentar corregir sus mentiras y desinformación sobre la pandemia y, al mismo tiempo, mostrarse a su lado. De la misma manera, en Israel, Benny Gantz, el principal político de la oposición, ha decidido sumarse al nuevo gobierno liderado por el primer ministro Benjamin Netanyahu, mencionando las circunstancias extenuantes de la pandemia.


En Europa central y del este, los gobiernos populistas están explotando la suspensión de la vida normal para implementar planes de hace mucho tiempo. Con los medios internacionales concentrados totalmente en la pandemia, pocos percibirán lo que está sucediendo en Hungría o Polonia. La información sobre el líder de facto de Polonia, Jarosław Kaczyński, y del primer ministro húngaro, Viktor Orbán, parece haber desaparecido hasta de las páginas de los medios periodísticos que los han cubierto de manera confiable durante años.

Mientras que la oposición húngara protesta contra el “estado de emergencia” impuesto por Orbán, la oposición polaca exige que lo impongan. Occidente, aun si quisiera protestar, fácilmente podría perderse en este cenagal y no saber qué reclamar.

El parlamento de Hungría hoy le ha otorgado a Orbán la autoridad de gobernar por decreto por un período indefinido. Una vez ungido con estos poderes de emergencia, podrá suspender los derechos individuales y obligar a la gente a hacer cuarentena bajo pena de encarcelamiento. Su gobierno también podrá enviar a prisión –por un máximo de cinco años- a los periodistas que, según considere, estén divulgando información falsa o distorsionada.

Por el contrario, en Polonia, lo último que Kaczyński y su partido Ley y Justicia (PiS) quieren es introducir un estado de emergencia, porque hacerlo implicaría posponer la próxima elección. En las circunstancias actuales, el actual presidente, Andrzej Duda, seguramente ganará la reelección el 10 de mayo. El gobierno del PiS, por lo tanto, está utilizando la pandemia para que Duda arrase y obtenga un nuevo mandato mientras la oposición está aislada por el coronavirus.

Duda y el PiS se toparon con problemas importantes en enero y febrero cuando se descubrió que habían asignado 2.000 (2000) millones de złotys (480 millones de dólares) –una cifra sin precedentes- a los medios públicos de Polonia, que en efecto son un portavoz del PiS. Como la oposición había estado reclamando que esos fondos fueran destinados a la atención médica, esa decisión ahora parece mucho más escandalosa.

Es más, antes de que estallara el COVID-19, la candidata presidencial de la oposición, Małgorzata Kidawa-Błońska, subía en las encuestas. En una encuesta de IBSP realizada el 14-16 de enero, Kidawa-Błońska, con un porcentaje proyectado del 49,91% de los votos en la segunda vuelta, estaba apenas detrás de Duda, que tenía una mayoría insignificante del 50,09%. Pero ahora que Kidawa-Błońska ha sido obligada a interrumpir casi toda forma de campaña, su respaldo había caído al 44,12% el 10-13 de marzo, mientras que el de Duda había aumentado al 55,88%.

Los votantes polacos, por miedo a la pandemia, tienen poco apetito de refriegas partidarias. El reclamo hoy es un acuerdo político para afrontar la crisis, lo que hace mucho más difícil que la oposición ataque al gobierno en funciones. Donald Tusk, el ex primer ministro polaco que recientemente renunció como presidente del Consejo Europeo, expresó decepción durante una reciente aparición en TVN24, donde castigó a la oposición polaca por su actitud excesivamente sumisa.

Tusk también ha indicado que no tiene intenciones de votar el 10 de mayo, y que no alentará a su familia, amigos u otros votantes a hacerlo, debido a los riesgos de enfrentar el COVID-19. Como le dijo a Gazeta Wyborcza , “Sólo (Solo) un loco o un criminal podría proponer realizar elecciones en este momento”.

En una encuesta para saber quién es más probable que vaya a votar el 10 de mayo a pesar de la pandemia, Gazeta Wyborcza ha determinado que son principalmente los seguidores del PiS. Si las elecciones presidenciales se realizaran tal como están programadas, Duda obtendrá el 65% de los votos en la primera ronda, mientras que, si se las pospusiera hasta después de que haya pasado la pandemia, su voto en primera ronda caería a alrededor del 44%.

Kaczyński y su partido no ocultan sus intenciones al presionar para que la elección se realice durante la crisis. “Sería extremadamente desfavorable que el presidente y el primer ministro fueran de diferentes campos políticos y se pelearan”, dijo Kaczyński en una entrevista reciente. “Hoy, en condiciones diferentes, necesitamos gestión de crisis efectiva y estabilidad política. Esta también es la razón por la cual estas elecciones deberían llevarse a cabo el 10 de mayo”.

Mientras tanto, las elecciones, las primarias y los referendos ya se han pospuesto o alterado (a voto por correo, por ejemplo) en más de 20 países, entre ellos Estados Unidos, España, Francia, Alemania e Italia. Por lo tanto, no sorprende que el 72% de los polacos encuestados crea que la elección presidencial debería posponerse.

Después de la elección presidencial polaca, el PiS tendrá un respiro de tres años en el calendario electoral, que utilizará para consolidar su poder. La sociedad civil polaca seguirá siendo el último bastión contra el régimen sin contrapesos del PiS.

Sławomir Sierakowski, fundador del movimiento Krytyka Polityczna, es director del Instituto para el Estudio Avanzado en Varsovia y miembro sénior en el Consejo Alemán de Relaciones Exteriores.

Copyright: Project Syndicate, 2020.
www.project-syndicate.org


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