6 de junio 2018
Hace casi cuatro décadas, la insurrección armada del pueblo derrocó al dictador Anastasio Somoza, mientras el FSLN se presentó como único actor, bautizando el proceso como el “triunfo de la Revolución Sandinista”. Hoy los nicaragüenses vivimos una especie de “déjà vû” con el nuevo dictador Daniel Ortega, quién no sólo ha traicionado sistemáticamente los ideales por los que lucharon y murieron tantos jóvenes, sino que también tenía como su principal aliado al “Gran Capital”, porque él mismo es ahora un multimillonario que ha acumulado una gran fortuna a la sombra de la corrupción y el despilfarro del erario público.
Necesitamos hacer una meditación profunda para comprender lo que debe hacerse de ahora en adelante, aprendiendo de los errores cometidos en estos cuatro decenios. Los valientes estudiantes universitarios del 19 de abril y sus compañeros y familiares que les han apoyado con decisión firme y pacífica, han dado muestras de elevadas convicciones y propósitos rectilíneos y valerosos. Respetuosos al expresar sus ideas y señalar errores, simbolizan el propósito de construir una Nicaragua en progreso real para todos.
Las circunstancias complejas por las que atraviesa Nicaragua, en la que aproximadamente un centenar de personas han perdido sus vidas trágicamente, requiere una solución inmediata a ejecutar en seis meses: limpieza y reforma total del Consejo Supremo Electoral y de los Poderes del Estado, reforma constitucional, elecciones presidenciales y legislativas anticipadas, reestructuración de la Policía Nacional, y el sometimiento ante la justicia de todos los que sean encontrados responsables, directos e indirectos, por la matanza de abril y mayo, que será investigada por la Comisión Internacional de la Verdad. En la nueva Nicaragua, no puede haber democracia con impunidad.
Durante la transición democrática, la empresa privada debe conducirse con transparencia, y los empresarios deben comprometerse a conducir sus transacciones dentro de los cánones más elevados en los que no quepan arreglos debajo de la mesa, que se permita el ejercicio del libre juego de oferta y demanda en competencia justa. Deben ser relaciones cristalinas en las que gane el mejor, con los mejores precios y condiciones de calidad, entrega, etc., de bienes o servicios. Pues los contribuyentes desean sentirse tranquilos de que el desarrollo de la estructura institucional está en manos honestas y que el empresariado no promueve mediante “mordidas” u otras tretas indebidas la consecución de un contrato, sea cual fuese su procedencia. En consecuencia, se deberá denunciar sin temor cualquier sospecha de transacción indebida para que sea investigada y castigada de encontrarse fuera de lo correcto.
Los empresarios deben ofrecer a sus trabajadores prestaciones sociales efectivas y programas de capacitación permanente que les permitan el aprendizaje de habilidades necesarias para alcanzar oportunidades de superación tanto profesionales como personales transmisibles a sus hijos, para que cada generación supere a la anterior. Para desarrollar un país próspero y seguro, es necesario una voluntad férrea con deseo de superación para sobrepasar dificultades, aumentar el rango de superación laboral y de esa manera mejorar la competitividasd a nivel mundial.
Al “Gran Capital” le tomó muchísimo tiempo para decidirse a criticar públicamente las acciones fatídicas del aparato gubernamental y paragubernamental que busca el sometimiento total de la población. Decisiones y acciones abusivas de todo tipo que realizan el Gobierno nacional y otras autoridades a distinto nivel, así como los representantes en el Poder Judicial, Legislativo, militar, y político, que se hacen a espaldas del pueblo, con beneficios tangibles para ciertos empresarios. Todo eso tiene que terminar y hay que sustituir a todos las autoridades actuales por nuevas e idóneos, mientras se investiga, procesa y juzga a los que han actuado mal, sean miembros de cualquiera de los cuerpos que rigen en el país, incluyendo el empresarial.
Ciertamente que el empresariado debe promover el proceso democrático independiente, para que se termine el tráfico de influencias. Una clase empresarial honesta beneficia al país. Su comportamiento debe ser diáfano. Podemos volver a enseñar y a conducirnos como hace muchísimas décadas en las que la sola palabra de una persona era tomada con gran confianza pues sabían que se iba a cumplir. Recientemente, la costumbre ha sido de firmar lo que sea a sabiendas de que habrá otros entendimientos tácitos y “untadas de mano” que permite la repartición ó repetición de negocios en forma ventajosa para unos y discriminatoria para otros.
Es momento de ser inclusivos, acoger el aporte de los hermanos nicaragüenses que deseen colaborar en la creación de un nuevo acuerdo nacional social en el que no haya reelecciones políticas continuas de los mismos individuos ni sus familiares, socios u otros allegados. La cosa pública es cosa de todos y los empresarios deben dar el buen ejemplo, evitando contubernios que solo benefician a los grupos económicamente superiores.
Una vez superada la difícil situación actual, con la posible participación de algunos organismos internacionales y el asesoramiento de países más exitosos en estos procesos, el nicaragüense debe abrazar con confianza a los nuevos administradores y reglas de negocios limpias en las que gane el pueblo, pues todo ciudadano es condueño del país.
Han pasado ya seis semanas en las que lo más costoso ha sido la pérdida de vidas humanas. Muchos eran jóvenes con sueños y aspiraciones, dedicados a sus estudios, pero desilusionados por la forma deshonesta como se estaban conduciendo las cosas en el país, protestaron ejerciendo su derecho a la libertad de expresión. Por ello, estamos en un punto de inflexión política para enmendar el horizonte oportuno en búsqueda de una estabilidad económica inclusiva.
No puede haber retroceso, ya los pasos sin violencia de parte del futuro grupo que tomará decisiones a distintos niveles en el país, han sido dados. ¿Cómo puede la clase empresarial proponer que se adelanten las elecciones, pero bajo la lupa de la OEA al mando de un individuo que ha sido socio ideológico y de aventuras del presidente inconstitucional de Nicaragua? ¿Qué esconde el Gran Capital al no apoyar completamente este levantamiento pacífico de la población en contra del sistema de Gobierno? En caso que el gran capital quiera formar parte de este renacer patriótico, debe sumarse en forma clara y decidida. Que se termine pues el contubernio Gran Capital-Gobierno, las exenciones fiscales indebidas, innecesarias que solo han promovido la ampliación de la brecha entre los que tienen mucho y los que no tienen.
Ojalá y los que toman las decisiones del empresariado acojan esta corriente de savia nueva y encaucen sus acciones para el futuro en una alianza constructiva con el liderazgo de jóvenes democráticos, cuyas capacidades están quedando bien demostradas, sin recurrir a la lucha armada.