30 de abril 2018
Mi hermano el jesuita Fernando Cardenal (y de paso quiero decir que tuve el privilegio raro y extraño de tener un hermano santo, entregado a los pobres y encariñado con ellos) habló muchas veces, como en tono profético, de que quería volver a ver a los jóvenes tomándose las calles.
Y ahora repentinamente en todo el país han surgido los jóvenes en protestas tomándose las calles. Algo que no se esperaba, porque la juventud parecía dormida, o que sobre ella había caído una losa sepulcral. Mi hermano lo habrá visto ahora desde la eternidad. Nicaragua en todas partes ha resucitado.
Nicaragua había sido antes un foco mundial. Ahora otra vez estaba siendo noticia mundial.
Durante muchos años yo había estado teniendo una oración tomada de uno de los Salmos: "Señor, haz que volvamos a ser lo que fuimos". ¡Y he sido oído!
Nos habíamos vuelto un país de locos. En un país tropical, de selva feroz, los árboles verdaderos estaban siendo talados y plantados árboles secos, de hierro, con un derroche de luz eléctrica que no le llega al pobre. País con alamedas de colores locos, y un gobierno de locura y arrogancia.
Debemos volver a tener República democrática y no diálogo. Nada de diálogo.
Que Nicaragua no sea secuestrada.
No vender nuestra soberanía.
Durante el somocismo yo había escrito un verso que ahora puedo repetir:
¡Levántense todos. También los muertos!