3 de noviembre 2020
Este martes 3 de noviembre de 2020, Estados Unidos celebrará sus quincuagésimo novenas elecciones presidenciales, determinando quién ocupará los cargos de Presidente y Vicepresidente de los EUA. En paralelo, estas elecciones permitirán elegir a los parlamentarios de la Cámara de Representantes, así como a 35 puestos en el Senado.
De esta forma, el actual Presidente, el republicano Donald Trump (y su Vicepresidente, Mike Pence) van por la reelección tras su primer mandato de gobierno. En esta elección, se ven enfrentados a la propuesta del Partido Demócrata, donde el ex vicepresidente y ex senador por Delaware, Joe Biden compite para Presidente, y la senadora por California, Kamala Harris, para Vicepresidenta.
En la ruta para alcanzar dicha mayoría, los candidatos deberán cautivar a los denominados “estados bisagra” (swing states), esto es, aquellos estados donde el voto popular oscila entre los partidos Demócrata y Republicano, sin una tendencia clara y definida, lo que acaba determinando el resultado de una elección. De esta forma, varios analistas ponen su atención en los resultados de Florida (con 29 votos electorales), Pennsylvania (20), Michigan (16), Carolina del Norte (15), Arizona (14) y Wisconsin (10), los cuales podrían inclinar la balanza hacia el lado vencedor.
Estas elecciones tendrán lugar en un ambiente político y social altamente polarizado, con un país azotado por los efectos sanitarios –y económicos– de la pandemia del COVID-19 (al 29 de octubre, EE.UU. ha superado los 228.000 fallecidos y más de 8.9 millones de infectados por el virus), enmarcado entre las protestas sociales contra el racismo institucional, particularmente tras los asesinatos de George Floyd y Walter Wallace a manos de la policía, ocurridas el 25 de mayo y el 26 de octubre, respectivamente. Todo esto, a la par de la incertidumbre que el actual presidente Donald Trump ha suscitado tanto respecto al proceso electoral, como al eventual reconocimiento de sus resultados.
El voto anticipado
Estados Unidos permite el voto anticipado, sujeto a las normas y definiciones que cada estado ha dado para sus votantes. De esta forma, los votantes estadounidenses pueden sufragar anticipadamente a través de dos mecanismos: el voto postal, que involucra el envío de su papeleta a través del correo, o el voto presencial anticipado, donde se habilitan las urnas antes del día oficial de la elección.
La pandemia del COVID-19 provoca niveles récord del voto anticipado. Según estimaciones del U.S. Elections Project (McDonald, 2020), de los 230 millones registrados para votar, más de 73 millones de estadounidenses ya han votado de forma anticipada (48 millones por correo y 25 millones en persona), en el comprensible contexto de la distancia social que el control de la pandemia ha requerido. Esta cifra representa a más de la mitad del total de electores de las elecciones presidenciales de 2016, y supera con creces a los 57 millones de estadounidenses que votaron de forma anticipada en 2016, ya sea en persona o por correo.
El voto anticipado ha obligado a modificar las estrategias de las campañas. Los demócratas han impulsado el voto postal, siguiendo los consejos de funcionarios de salud pública, mientras que Trump y sus aliados republicanos han desaprobado reiteradas veces este mecanismo. El mandatario ha insistido en que el voto por correo puede resultar en ‘fraude’ y ‘caos’, instalando un mito infundado que polariza otro aspecto más de las elecciones.
Debido a que las boletas enviadas por correo tienen una tasa más alta de rechazo, la preocupación es que los demócratas puedan perder votos críticos en estados claves, especialmente porque es mucho más probable que los simpatizantes de este partido emitan un voto postal. Mientras que un 50% de los votantes de Biden planeaban votar por correo, en comparación, apenas el 21% de los partidarios de Trump tenía esta forma en sus planes.
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Este alto volumen de votos anticipados tiene dos consecuencias. La positiva, que hace prever un alto nivel de participación. La preocupante, que está generando una gran incertidumbre sobre si se conocerán los resultados la misma noche del 3 de noviembre, debido al desfase entre el conteo del voto físico y el del voto por correo. Si los votos en recintos electorales se cuentan automáticamente –y en la mayoría de casos, sus resultados anunciados horas tras el cierre de urnas–, los votos por correo implican un proceso de mucho trabajo, en el que cada estado tiene reglas propias. Algunos estados solo aceptan votos que llegan hasta el día de la elección; otros, en cambio, siguen contando sufragios hasta 10 días después. Ello podría determinar que Trump lidere los resultados la noche de la elección pero que luego, a medida que vayan llegando los resultados del voto por correo (horas o días posteriores a la noche del 3 de noviembre), sea Biden quien se ponga al frente del conteo final.
¿Podría ganar Joe Biden?
El candidato demócrata, ex senador y ex vicepresidente Joe Biden, arrastra una importante ventaja en las encuestas nacionales desde abril, con una actual diferencia promedio de 7,5 puntos porcentuales sobre el presidente Trump (esto es, con datos al 27 de octubre, un 51,2% para Biden y un 43,7% para Trump).
Pese a ello, es importante tener en consideración que para las elecciones presidenciales de 2016, entre Hillary Clinton y Donald Trump, la candidata demócrata era la favorita en las encuestas, pero perdió en el número de votos del Colegio Electoral ante el candidato republicano. Según William Galston,Senior Fellow de The Brookings Institution, Trump podría repetir esta hazaña en 2020, pero resultaría poco probable que lo hiciera de perder en el voto popular por un margen mayor al que tuvo cuatro años atrás. Desde la elección de Trump en 2016, agrega Galston, los encuestadores comenzaron a mejorar la calidad de sus estudios en los estados bisagra; calidad requerida para las proyecciones de los resultados de 2020.
La brecha entre el voto popular y el del Colegio Electoral volverá a ser crucial para estas elecciones, sumando el desafío de una masiva participación vía votos por correo. Esto representa un reto logístico para el país, debiendo garantizar un conteo rápido y exacto de los sufragios. Varios analistas discuten no sólo de la noche electoral, sino también de la “semana electoral” e incluso “mes electoral”, en consideración de los 35 días que tienen los estados como plazo para entregar sus respectivos resultados.
¿Podría ganar Donald Trump?
Si bien el candidato demócrata Joe Biden cuenta con una ventaja importante en las encuestas, su victoria no está del todo garantizada. La contienda política en estados clave como Florida, Texas, Ohio e Iowa pueden evitar que Biden –pese a su ventaja en el voto popular– alcance los 270 votos necesarios para asegurar su presidencia. Ante tan estrecha diferencia, eventos importantes (como la aparente recuperación de COVID-19 del presidente Trump) pueden marcar la diferencia y mover la balanza hacia un lado u el otro.
Las altas probabilidades de que Joe Biden resulte electo se asoman como peligrosamente familiares para la contienda demócrata, a la luz de lo acontecido en la elección anterior. Cualquier movimiento en falso puede costar la ventaja alcanzada hasta este momento, ante un candidato republicano que busca capitalizar cualquier escándalo –real o artificial– para alcanzar su victoria.
El impacto regional en América Latina
Los expertos concuerdan que los desafíos de la pandemia llevarán a que las prioridades del nuevo presidente estén aún más fuertemente enfocadas en lo doméstico. Por ejemplo, Joe Biden ya propuso un plan que prioriza los empleos de los estadounidenses, excluyendo incluso las relaciones comerciales con América Latina. Como menciona Michael Shifter, Presidente del Diálogo Interamericano, las relaciones comerciales con la región no van a tener tanto impacto si hay un cambio de presidente, debiendo tener “expectativas más modestas” de los esfuerzos de Biden para revivir el multilateralismo. La realidad es que la política exterior hacia América Latina tanto con Trump como con sus antecesores no ha sido estratégica y coherente, sino más bien cortoplacista.
A América Latina le conviene significativamente que el candidato demócrata llegue al asiento presidencial, no sólo por los constantes ataques xenófobos hacia la comunidad latina, pero también porque las posturas de Trump hacia la región son impredecibles. Mientras que recientemente ha tenido una postura firme con relación a Venezuela y Cuba, no queda claro de que sea por convicción o por su interés electoral en el estado bisagra de Florida. ¿Qué ocurrirá después de las elecciones si Trump es reelecto? Es difícil hacer conjeturas concretas más allá de una continuidad de su agenda anticomercio y antinmigración. Con Biden, por el contrario, se puede esperar el retorno a un estilo más tradicional y cooperativo, además del fin al alineamiento con demagogos regionales como el Presidente de Brasil, Jair Bolsonaro.
*Director Regional de IDEA Internacional. Extractos del informe:”¿Qué se elige este 3 de noviembre? Elección presidencial y congresal”.