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La verdad, si no libera, despierta

Las sanciones están provocando en algunos sectores juveniles opositores la ilusión de que por ellas la dictadura desaparecerá

Foto: Archivo | Confidencial

Onofre Guevara López

12 de septiembre 2023

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A la oposición política cívica, diversa en lo ideológico y en su composición política, expuesta a la cruenta represión del régimen, le es imperativo hacer resistencia y luchar unida para rescatar sus derechos secuestrados y conquistar libertades absolutamente ignoradas por la dictadura familiar Ortega Murillo, como nunca antes en nuestra historia.

Si no existieran estas circunstancias, no habría motivos para pensar en la unidad con la urgencia y pluralidad necesarias. Y, para lograr esa unidad, no existe fórmulas ni secretos en materia política, solo la unidad misma… y en la acción conjunta.

De ahí, que no sea lógico, sino contradictorio y lesivo al interés común, no optar por la unidad por causa del sectarismo partidario, como ha estado sucediendo. Y se complica más lograr esta unidad por la desvinculación causada por el exilio forzado de muchos cuadros de dirección, mientras otros se encuentran expuestos a la vigilancia y a la represión continua dentro del país.

Son conocidas las dificultades y los peligros para los opositores de adentro; pero estos, por tener una visión más cerca de la realidad del país –y por la extraordinaria colaboración de la ciudadanía con el periodismo independiente en el exilio– su retroalimentación puede aportar información veraz, sugerencias y coordinación de actividades con opositores del exterior; quizás no todo sea aceptado por todos, por las mismas causas que han obstaculizado la unidad dentro del país, lo que sería lógico tratar de superar.


Aparte de esta causa o, o quizás por ella, se debería pensar y exponer –sin temor ni prejuicios— sobre el hecho de que los opositores en el exterior están más expuestos a sufrir algún grado de distorsión política, pues viven dentro de otra realidad que no tiene similitudes con la realidad nicaragüense. Esto no significa, ni es justo pensar, que por estar dentro del país todos los juicios que se hagan en torno de la situación nacional tienen que ser exactos, infalibles.

II

La complejidad del asunto de la unidad necesario despejar ideas acerca de casos concretos de distorsión. Por ejemplo: el caso que parece más complicado de explicar, es la búsqueda y el apoyo a las sanciones del Gobierno y el Congreso de los Estados Unidos y de otras potencias contra figuras cómplices del Ortegamurillato; aparte de que estas sanciones sean merecidas (pensamos que sí, lo son, por sus violaciones a los derechos humanos, lo máximo en delitos en cualquier época y lugar) no aportan nada a la causa del pueblo nicaragüense y, al final, pueden crear falsas expectativas en amplios sectores.

Las sanciones son individuales, no causan mayores problemas más allá de lo moral… ¿y cuál es la moral de quienes tienen un comportamiento personal y político contrario a la ética, para que se preocupen por una sanción extranjera? Si tuvieran moral, no actuaran como lo han venido haciendo.

Tampoco esas sanciones alteran en lo mínimo a las estructuras políticas y militares, en la cuales radica el verdadero poder del régimen. ¿Y en dónde está la autoridad moral de los Estados capitalistas para convertirse en redentores de nadie, siendo expoliadores históricos de pueblos?

¿Y las sanciones económicas? Más que suficientes recursos han acumulado personalmente desde el poder; y si las sanciones afectaran la economía estatal… las consecuencias no serían nuevas para los pobres, porque la pobreza ha sido una situación permanente bajo todos los gobiernos. Es un fenómeno del sistema social.    

Pero las sanciones están provocando en algunos sectores juveniles opositores la ilusión de que por ellas la dictadura desaparecerá y, en la medida que esta ilusión crezca en su conciencia, se sentirán menos estimulados para actuar por su propia cuenta, y esta conclusión desmovilizadora haría crecer en ellos la tentación de pensar en que las soluciones políticas solo pueden venir “de afuera”. De modo que, sobrevalorar las sanciones, tiende a crear minusválidos políticos. Los modelos de este tipo de políticos, están entre la vieja militancia de los partidos tradicionales.

Nuestras consideraciones son confirmadas por algunos espectáculos que ofrecen compatriotas residentes en los Estados Unidos quienes, demandando sanciones contra la dictadura… aparecen cobijados con las banderas de las barras y las estrellas; y, de manera metafórica, cobijados ideológicamente, otra forma de distorsión política.

Difícil no ver en ello evidencias de enajenación política de quienes consideran las sanciones como actos solidarios, una muestra de adhesión política ilusionada en que serán libres conforme la agenda geopolítica extranjera contra los dictadores. Estos exiliados –y por su parte, algunos analistas— exageran el valor de las sanciones individuales ante un problema político nacional histórico, estructural, de nuestra fallida institucionalidad.  

III

Tener una reacción emotiva contra esto, y señalar a los autores de este tipo de actos como “agentes de la CIA”, o que están “al servicio del Departamento de Estado”, sería una gran torpeza –como torpe es la costumbre de quienes “ven” en toda persona de izquierdas un “agente de Cuba” y –a falta de la URSS— ahora dicen “agente de Putin”, en el colmo de la ignorancia política, o un vulgar reflejo de la propaganda.

A estas estúpidas expresiones –digamos, “políticas”— le acompaña el manoseo del concepto “comunidad internacional”. ¿Quién es “la comunidad internacional”? Lo único visible es que detrás de este concepto funciona la geopolítica de potencias en competición; unas para no perder su poder hegemónico, otras por compartirlo y algunas aspiran a escupir en rueda en las plazas políticas del mundo. En la Tierra, son más las naciones débiles convertidas en el premio a ganar por los vencedores.

Dentro de este juego político de los poderes mundiales, los pueblos se debaten entre pobrezas, injusticias, represiones, resistencias, luchas y sueños; y el sueño que le inyectan al nuestro, es de una “comunidad internacional” como fuera una institución con pensamiento unánime, un ente vivo, sensitivo, solidario, capaz de actuar a su favor. Pero eso no existe.

La “comunidad internacional” es concepto en uso por los grandes poderes mundiales y crea ilusión en los pueblos; existen gobiernos que actúan según sus intereses nacionales, más exactamente, conforme los intereses de las clases que los dominan y –por cuestión de imagen— en ocasiones demuestran su solidaridad con personas en situaciones deshumanizantes, como la acogida a los expatriados nicaragüenses, más sus declaraciones diplomáticas que condenan a la dictadura familiar.

Son más auténticas las muestras de solidaridad de los organismos internacionales defensores de los derechos humanos, aunque su solidaridad solo sea declarativa.

IV

Hay otros ángulos políticos de esta situación: como el Ortegamurillato, cuyos jefes se fingen revolucionarios, teniendo un estatus capitalista y dominio político autoritario; sus aliados internacionales tienen similares condiciones –capitalistas y autoritarios— que también se presentan como revolucionarios frente al capitalismo internacional, colonialista, que se presentan como defensores de la democracia y de todas las libertades habidas y por haber, no se les queda ninguna fuera del discurso… aunque no las respetan todas.

Con sus alianzas, el Ortegamurillato pretende engañar al pueblo, mientras este sigue sintiendo su poder expoliador y represivo; una clase burguesa debutante y voraz en el comercio de bienes, utilizando el poder. Sus mejores aliados: Rusia autoritaria, capos de la corrupción dominan su economía y están guerra; China, con verticalismo político; Irán un sultanato con ideología misógina de viejos siglos; y en cada uno de estos gobiernos hay variantes de las derechas políticas.

Los gobiernos que tienen alianzas con esta dictadura, no es porque les interesa la suerte del pueblo nicaragüense; su alianza con los Ortega Murillo tiene el fin de fortalecer su posición –o al menos su imagen internacional—; son alianzas entre iguales en política, pero desiguales en todo lo demás.

Nada de eso, sin embargo, niega que están en competición por el nuevo orden mundial con resultados exitosos con los Brics –Brasil, Rusia, China, Sudáfrica— que además de sobrevivir a pronósticos negativos, están aglutinando a más países de todos los continentes, incluyendo a históricos a liados políticos de los Estados Unidos.

V

Por otro lado, cuando las “clásicas” potencias capitalistas se expresan en declaraciones diplomáticas, acuerdos oficiales y hasta leyes, dizque a favor de los pueblos oprimidos, es una invitación a preguntar sobre si:

a) Sus sociedades ya están libres de sus contradicciones históricas, y por ello están en capacidad de exportar sus bondades hacia naciones que aún tienen huellas de su explotación;  

b) Sus millones de seres humanos marginados del derecho humano a la vivienda, dejaron de estar en “situación de calle” (eufemismo para no decir que “viven” y “duermen” en las calles).

c) Su riqueza acumulada, ya sirve para ofrecer un servicio de salud eficiente a millones de personas, o sigue dominando el negocio privado con la salud.

d) Sus ciudadanos tienen acceso a la educación superior y sus profesionales ya están libres de empeños vitalicios, contraídos con los bancos privados para poder estudiar.

e) Sus ciudadanos negros ya dejaron de sufrir discriminación y linchamientos, y ahora viven sin temor y en armonía con el resto de sus compatriotas blancos.  

f) A millones de migrantes procedentes de África y naciones del Sur del mundo, los reciben con respeto a sus derechos humanos, en compensación por haber colonizado y saqueado durante varios siglos a sus naciones, y comercializado con sus antepasados como esclavos.

Al margen de estas cuartillas

*Estos sus antecedentes –más sus geopolíticas actuales— no les permite a estas potencias… ni siquiera parecer sinceras…

*Igual que millones de personas en el mundo, no nos hacemos ilusiones con su solidaridad…

*Pero sí interesa a mucha gente, que sectores del pueblo no sigan siendo víctimas de la ilusión de que las grandes potencias pueden ser bondadosas madrinas.

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Onofre Guevara López

Onofre Guevara López

Fue líder sindical y periodista de oficio. Exmiembro del Partido Socialista Nicaragüense, y exdiputado ante la Asamblea Nacional. Escribió en los diarios Barricada y El Nuevo Diario. Autor de la columna de crítica satírica “Don Procopio y Doña Procopia”.

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