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La venganza de los autócratas: secuestrar la democracia

Una prueba para Costa Rica, Panamá y República Dominicana: defender la democracia en CA en el SICA ante la tiranía Ortega Murillo

Si la dictadura aparenta fortaleza

Manuel Orozco

1 de agosto 2022

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Los países miembros de la recién creada Alianza para el Desarrollo en Democracia tienen un compromiso político, moral y económico de rescatar la democracia del secuestro de los autócratas, empezando por Nicaragua. Su prueba de genuino compromiso por el desarrollo en democracia empieza con su responsabilidad frente al nombramiento de un legítimo secretario general del Sistema de Integración Centroamericano y no por el impuesto por Nicaragua.

No es, ni debería ser, un eufemismo hablar de desarrollo en democracia porque el mismo no existe en las dictaduras del siglo XXI. Tampoco lo es si con esa frase se pretende hablar solo del club ADD cuando en un mundo globalizado lo que pasa en Nicaragua afecta a Costa Rica, Panamá y República Dominicana, y viceversa: el ejemplo democrático y de cumplimiento de compromiso internacional de estos países afectará para bien el cambio político en Nicaragua.

Estos tres países han lidiado con crisis políticas y económicas sin recurrir a la represión, a la criminalización de la protesta o del derecho constitucional, sin comprar armas para ‘protegerse’ de la gente. Son países con sus tradiciones y compromisos con la soberanía popular en un estado de derecho, en donde el rendimiento de cuentas, el peso y el contrapeso sobrepasa cualquier otro acto político. Luchan contra la corrupción y contra poderes fácticos, y no están protegiendo a ninguna dinastía. Promueven e introducen el diálogo, algo distante a lo que practica Nicaragua.

Entonces ¿por qué el silencio frente la tiranía nicaragüense? Unos especulan que es por temor a que el país se radicalice más y los afecte a ellos; otros porque si no se hace lo que Ortega y Murillo dicen, les cerraran la frontera y no permitirán tránsito transfronterizo. Y otros creen que simplemente los líderes del siglo XXI no tienen la convicción de luchar por lo justo, lo bueno y lo noble, y es más conveniente guardar silencio y que el tiempo se encargue del cambio. Esto parece a venganza de autócratas, secuestrar a los demócratas.


El riesgo de cerrar las fronteras no es posible.  El transporte comercial que pasa desde Costa Rica hasta México y viceversa, es de vital importancia, pero deja beneficios al régimen.  Además resulta difícil creer que los cancilleres y sus presidentes desprecien al régimen por un lado y por otro cedan a su chantaje; saben que el interés nacional está en riesgo con una dictadura como la de Nicaragua. El Canciller André Tinoco conoce bien la historia de las dictaduras en Nicaragua y su efecto en Costa Rica.

Y es un deshonor al espíritu, la práctica y la tradición democrática no expresar con acciones la transgresión por la que sufren los nicaragüenses. Para los miembros de la ADD, para Estados Unidos, Canadá, Chile, España y el resto del mundo es importante interceder por el bien del pueblo nicaragüense.  Es cierto que hay costos de por medio, y es doloroso. Pero midan bien los costos y verán que el saldo es favorable para la democracia y el desarrollo.  Además, los nicaragüenses están pagando esas cuentas; el dolor por el que pasan miles de nicas huyendo de su tierra (quien escribe huyó a Costa Rica en 1983), el dolor de los prisioneros de conciencia y la separación de sus familias, el dolor de los campesinos asesinados, y las pérdidas económicas no tiene reparación. Pero hay opciones para salir de esto.

Esta opción empieza desde los países miembros del SICA, asumiendo su compromiso de defender la democracia a como lo hicieron al firmar el tratado de Seguridad Democrática, la Carta Democrática y las constituciones mismas de sus países que afirman la jerarquía del derecho internacional.  Señores presidentes y miembros de la ADD, el desarrollo en democracia es la libertad empresarial sin censura, cárcel, o persecución.

No teman que su protesta radicalice más a Nicaragua:  La obsesión por el poder de Ortega y Murillo es perversa y al país lo radicalizaron desde hace cuatro años.

Ortega y Murillo han encarcelado a más de 190 personas bajo acusaciones falsas. Han usado el miedo y la persecución como forma de hacer política. Las personas evitan manifestarse públicamente, incluso expresar sus opiniones en privado. El miedo se extiende a todos los familiares de detenidos a quienes les son confiscados sus pasaportes violando el derecho a la libre movilización. Los nicaragüenses dicen sentirse amenazados y desprotegidos por el gobierno; hasta la Iglesia Católica ya está siendo perseguida—nadie se escapa.  El de Ortega y Murillo es un gobierno ilegítimo que logró continuar en el poder bajo fraude electoral. Los cuatro miembros de la ADD votaron resoluciones condenando el fraude.

La crisis política y represiva ha profundizado la inestabilidad económica. Solo las remesas familiares son el único indicador macroeconómico positivo desde la crisis. El gobierno promovió el descuido sanitario convocando reuniones públicas en medio de una pandemia. La crisis política generalizó una salida masiva de nicaragüenses. Desde el 2018 han salido del país más de 450,000 personas.  Cuando la represión legal y coercitiva se implementó a partir de mayo de 2021 con el encarcelamiento de líderes políticos y precandidatos a la presidencia, salieron del país más de 180,000 personas, y otras 250,000 saldrán en 2022.  Uno de 20 nicas, más del 5% de su población, han decidido votar con sus pies por temor a la cárcel.

El país tiene un movimiento opositor democrático fragmentado y debilitado como resultado del ejercicio represivo y una sociedad civil arrasada, con más de 1200 organizaciones eliminadas, costándole al país más de US$300 millones al año en proyectos de desarrollo social—en un país donde el presupuesto en educación es menos de US$500 millones.  Nicaragua está más que radicalizada, tiene una alianza militar con Rusia que causa un cambio en el balance militar y geopolítico en la cuenca del Caribe: Nicaragua compró tantas armas entre el 2010 y 2021 como todos los países en conjunto del triángulo norte.

¿Entonces?  Señores miembros de la ADD, no hay riesgo mayor que el silencio ante el secuestro de la democracia porque con el tiempo no hay vuelta hacia lo bueno, solo al dolor continuo y generalizado de asesinatos, cárcel, y pobreza. El tiempo no es aliado. Practiquen su credo democrático.


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Manuel Orozco

Manuel Orozco

Politólogo nicaragüense. Director del programa de Migración, Remesas y Desarrollo de Diálogo Interamericano. Tiene una maestría en Administración Pública y Estudios Latinoamericanos, y es licenciado en Relaciones Internacionales. También, es miembro principal del Centro para el Desarrollo Internacional de la Universidad de Harvard, presidente de Centroamérica y el Caribe en el Instituto del Servicio Exterior de EE. UU. e investigador principal del Instituto para el Estudio de la Migración Internacional en la Universidad de Georgetown.

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