6 de julio 2021
Aún no se vislumbra la conclusión de la crisis cuyo proceso arrancó el 18 de abril del 2018, y nos encontramos en una etapa en la cual un partido de la corriente del tradicionalismo político que suponíamos agotado y desplazado, ha estado actuando como si estuviera la misión de reivindicar la hegemonía de la política tradicional.
Ese desplazamiento lo habían pensado como un hecho real por las nuevas corrientes juveniles que protagonizaron el movimiento auto convocado de abril 2018, especialmente de universitarios, sin experiencia política partidaria militante, pero sí con experiencia gremial interesada en las respuestas a los inveterados problemas político sociales del país.
Lo determinante para aquella apreciación de la caducidad de los partidos políticos fue que, al momento de la explosión social que provocó las reformas del INSS, solo los jóvenes tenían la experiencia de la represión ocurrida en el 2013 (#OcupaInss) además de su conocimiento de las marchas campesinas en contra del lesivo tratado canalero firmado por Ortega con Wang Jing. En cambio, los partidos se ocupaban más de otros problemas en el Estado.
Además, los jóvenes ya eran críticos del papel de los partidos tradicionales en el pasado y en el presente, por los que se sentían ajenos a toda expresión política partidaria, y por ello los vieron tal cual: partidos extemporáneos, nocivos y cómplices de los gobiernos descuidados de la justicia social.
La reedición el 18 de abril en Camino de Oriente de Managua del atropello que en León sufrieron los adultos mayores por fuerzas de choque orteguistas, cuando protestaban contra las reformas al INSS introducidas inconsultamente por el gobierno orteguista y las protestas de los jóvenes ambientalistas por la desatención del incendio de la reserva Indio Maíz, dio inicio a la crisis política y social que aún no termina. Los partidos tradicionales seguían ausentes.
Vinieron los encarcelamientos, los asesinatos y en general se intensificó la represión contra las manifestaciones populares, lo que amplió el malestar social y se produjo el fracaso del primer diálogo con la dictadura con la rara, súper vigilada y escabrosa presencia de Daniel y Rosario.
Siguió todo lo harto conocido: nació la Alianza Cívica por iniciativa de la Conferencia Episcopal, integrada con personalidades sin representación partidaria, sino gremiales, como el Cosep. Desde antes de abril, y paralelo a la lucha en demanda de la renuncia de Ortega, las organizaciones sociales le dieron nacimiento a la Unidad Nacional Azul y Blanco. Después, en un ligero proceso organizativo de lo inicialmente espontáneo, la AC y la UNAB le dieron vida a la Coalición Nacional.
La urgencia política de fortalecer la oposición a la dictadura y al calor de la explosión de abril, dio lugar al acercamiento de partidos políticos de factura tradicional, como el Partido Liberal Constitucionalista, el más cercano cómplice de la dictadura, en el tiempo y en el espacio político.
En el tiempo, porque su líder, Arnoldo Alemán, fue la segunda firma del pacto que le permitió a Daniel Ortega retornar al poder, y en el espacio político, porque todavía compartía y aún comparte cargos burocráticos en el Estado con el orteguismo. Tan raro injerto, tuvo su fin oportunamente, al ser expulsado el PLC de la Coalición Nacional.
El PLC no fue el único en llegar desde el desdeñado territorio político tradicional al territorio de la nueva oposición. A la UNAB se había incorporado el Partido de Renovación Democrática, el Partido (regional) Yátama y el Partido de la Resistencia, los cuales se asimilaron más o menos bien al interés común de ese colectivo, aportando lo propio a la actividad política de la Coalición Nacional.
A la Alianza Cívica se incorporó el Partido Ciudadanos por la Libertad, un subproducto de la Alianza Liberal Nicaragüense, el que antes había nacido del decadente y ahora zancudo Partido Liberal Independiente. O sea, que el Partido CxL, es un subproducto de otro subproducto político tradicionales que no se asimiló al interés unitario inicial de la AC, sino que le impuso su propio interés.
II
Con su linaje tradicionalista, el partido CxL es portador de la “sangre azul” de su familia política en sus venas ideológicas. Desde antes de llegar a la AC, había comenzado a argumentar su rechazo a la Coalición Nacional por la presencia de la UNAB, acusándola de ser instrumento del MRS y, según su visión conservadora, este era un partido de izquierda que ponía en riesgo la “pureza” ideológica “democrática” de la oposición.
Ese prejuicio ideológico, es más preciado para CxL que la lucha unida por los derechos democráticos, la libertad y la vida de los nicaragüenses. Ese fue el germen del fracaso por lograr la unidad en la acción del movimiento de oposición, y el comienzo del sabotaje contra la participación de la Alianza Cívica en la Coalición Nacional.
Lograda la separación, a CxL le quedó el camino libre para copar el liderazgo de ese sector opositor transformado en Alianza Ciudadana por la Libertad. Esta plataforma fue convertida en punta de lanza de su campaña contra la Coalición Nacional, vale decir, contra la unidad en la acción de todas las fuerzas opositoras.
La prevalencia del sectarismo político tras la ruptura de la unidad en la acción nunca dejó de ser alimentada por el exclusivismo del Partido CxL, hasta frustrar la elección de un candidato único, en una casilla única.
Antes de copar la dirección y, para lograrlo, CxL desvirtuó la presencia de una de las organizaciones del estudiantado dentro de la Alianza Cívica, que había sido coprotagonista durante el levantamiento cívico de abril. Su adhesión acrítica a los puntos de vista de CxL, se tornó en solidaridad con la tradición política representada en la Alianza Cívica por el Partido CxL.
Otras organizaciones estudiantiles quedaron haciendo trabajo de forma autónoma y unas más trabajando dentro de la UNAB y la Coalición Nacional.
La identificación de parte de los personajes empresariales con la visión política conservadora del Partido CxL, dentro de la Alianza Ciudadana, es algo que luce mucho más lógica que la de los estudiantes, por motivos que no vienen al caso reseñarlos aquí, y por ser muy conocidos por todos.
III
De este resurgimiento de la tradición política dentro de la nueva oposición –y no como simples exponentes, sino tomando posiciones claves de dirección en una de las principales plataformas políticas—, pienso que no es atribuible solo a una intención política espontánea del liderazgo del Partido CxL, porque en todo el proceso de la lucha cívica ha estado presente el trabajo de zapa de la dictadura, en lo cual tiene ya una maestría, y con muchos medios para ejercerla, además de que el FSLN orteguista ya se considera parte de las fuerzas políticas tradicionales de mentalidad y prácticas conservadoras.
En todo caso, aparte de los motivos de CxL para lograr la división opositora y su fuerte resistencia a todo acercamiento a la unidad en la acción, el factor determinante ha sido y es la fuerza represiva que, con todos los medios y con el accionar conjunto que desde de todas las instituciones del Estado reúne la dictadura en contra de las libertades ciudadanas.
El indiscriminado y masivo encarcelamiento, más la enconada persecución de políticos y periodistas, parece que logró enervar al Partido CxL, en vez de hacerlo reaccionar valiente y solidario con sus presos políticos y de fortalecer la lucha, ha comenzado a quejarse públicamente de la falta de recursos para participar en la “campaña electoral”, con la mente fija hacia las “elecciones” del 7 de noviembre.
Y siguen con la ilusión de que, aún bajo el estado policíaco, sin libertad de movilización, reponiendo al precandidato que Ortega y Murillo vayan echando preso, sin padrón electoral actualizado y sin observación internacional… ¡van a “enterrar” a la dictadura con una inmensidad de votos!
Lo más curioso, por contrario a toda lógica electoral, es que van a sacar a luz a su candidato… ¡hasta el momento de inscribirlo para que no se lo inhiban, como si para eso la dictadura necesitara horario especial!
De esa táctica, dicen estar seguros, aunque lo único seguro de su labor política es que, hasta ahora, han cumplido el desquite del tradicionalismo político.
Al margen de estas cuartillas
*La violación de los derechos humanos, bajo esta dictadura, tiene como extras el cinismo y la crueldad de sus mentiras, porque, siendo victimarios, pretenden pasar como víctimas…
*Para mayor escarnio de secuestrados y sus familias, estamos conociendo un hecho contradictorio e irónico, y algo cruel:
*La Comunidad Internacional, se ha perfilados –por obra y gracia de la propaganda política— como una entidad exclusivamente de países “democráticos”, mejor conocidos como países capitalistas…
*Ocurre, que casi todos los gobiernos de esos países son solidarios con la causa de los nicaragüenses, pero no son tan buenos amigos de las causas de sus propios pueblos…
*Hay otros países que forman parte de la Comunidad Internacional, pero excluida por la gracia y la obra de puntos de vista ideológicos, los socialistas, revolucionarios o de izquierda, siempre vistos tan dictatoriales los líderes capitalistas, como democráticos se piensan así mismos…
*Ya vimos lo contradictorio, ahora veamos lo irónico y también cruel:
*Entre los países capitalistas hay uno que, con sus intervenciones armadas, impuso una dictadura en Nicaragua, expresa su solidaridad a nuestro pueblo ante la opresión de otra dictadura…
*Los países socialistas, revolucionarios o de izquierda, dicen estar solidarios con Nicaragua… ¡cuando en realidad solo lo están con los dictadores!