9 de septiembre 2018
Existe un país que desde tiempos remotos es una prisión interminable. Las acusaciones y condenas de quienes lo oprimen no tienen pies ni cabeza, ni principio ni fin. Sus caudillos siempre se han creído infalibles y son mentirosos por vocación y profesión, expertos hasta el cinismo y al interminable crecimiento de sus narices. Burdos imitadores de Pinocho y de Pinochet. Como dicen, con sublime admiración sus fanáticos partidarios: “Nuestros gobernantes nunca se han manchado los labios con una verdad”. Por eso, la palabra “cinismo” está prohibida en ese país. Pronunciarla equivale a la tentación de decir la verdad. Y la solución para ese delito está en la mordaza envenenada, en cuya aplicación son expertos los sicarios de los “caudillos verdaderos”. Pero n olvidemos que, en este país, todo lo que proviene de ellos, no es verdadero.
En todos los siniestros periodos que han presidido en nuestra desgraciada historia, sus caudillos se han erigido en adalides de la paz y el amor, el progreso y el patriotismo, y una ardiente defensa de la soberanía de este maldito país, al punto de estar dispuestos a ir a la guerra contra la nación más poderosa del mundo, si esa nación se empecina en que tienen que aceptar la verdad, que son mentirosos de solemnidad. Es más, una guerra de esa naturaleza los libraría de seguir haciéndole la guerra a su propio pueblo, y los convertiría en héroes., al enfrentar con “Morteros-ojivas AK47 RPG7” a la mayor potencia nuclear que ha existido y se ha atrevido a desafiar la protección de los derechos humanos. Por eso, “verdad” es sinónimo de “golpe” y “terrorismo”, en fin, un pretexto mayúsculo para que quienes la digan sean aprisionados, secuestrados, encadenados, esposados y hundidos en las ergástulas de la prisión interminable.
Tan es así la situación de ese país (que es esta nación), donde se tiñe con sangre de hermanos nuestro glorioso pendón bicolor, que portar la bandera azul y blanco en marchas cívicas y pacíficas es un delito monitoreado por sapos vecinos y parapoliciales, para después arrastrar hacia sus cárceles a los desventurados inocentes que encuentran por esos caminos de Dios, pregonando la verdad de una patria sin derecho a bandera y sin derecho a las palabras verdad y libertad.
Si usted va en una de esas marchas, sencillamente conversando sobre significados con otros solidarios con la patria, tenga cuidado de que no lo oigan los espías descubrir los siguientes significados: Vende patria es un lacayo que se vende a la dictadura por el precio de su alma, para ser usado contra los patriotas. /No existe sandinismo en este caudillismo imperante. Son términos antagónicos. El orteguismo contradice los principios morales del sandinismo. Este gobierno, además de cárcel, ha sido y es la tumba del sandinismo. / Sobre sentencias y condenas: Algún día los asesinos y verdugos verdaderos vivirán y padecerán en carne propia las sentencias y condenas de las que hayan sido víctimas los inocentes. / Se dice, y es cierto, que los ojos son el espejo del alma. Por eso los encapuchados son almas sin rostro. Almas que se consumen en su propia maldad. Almas que con capucha o sin capucha, alguien, más allá de lo que se puede determinar, reconoce y castigará. /Hoy, el pasado, es un presente encarcelado. Hoy, la verdad, es la capucha de la mentira. / El nicaragüense que Ortega cree llevar dentro, es un apátrida que vive de alimentar su rencor y venganza contra verdaderos patriotas. / Vale la pena no olvidarlo: Sandinismo es anti orteguismo. Por eso es que jamás un patriota puede aceptar en su conciencia, la perpetuación de un dictador en el poder.
El orteguismo, para hacernos olvidar la situación actual, llama injerencia a la denuncia de sus crímenes de lesa humanidad; insinúa volver a los 80, y declararse en guerra santa contra EE.UU.; para absolverse a sí mismo, con dictatorial soberbia pregona que no acatará lo que le recomiende cualquier organismo internacional, ya que según él, son “infames”; mientras tanto, la prisión interminable está repleta de presos políticos, y se va engrosando cuando también echan presos a los familiares que visitan a esos presos políticos. Todo, esto sí que es producto de su infamia. Ortega ya tiene una solución para destruir el diálogo existente, y que todo el mundo le pide continúe, por otro donde él pregunta y se responde a sí mismo en representación de su claque. A esta farsa, Ortega la llama “pueblo con pueblo”.
En fin, si usted va en una marcha pacífica, baje la voz si quiere saber el significado de “pueblo con pueblo”. Parte de la clave está en la frase caudillesca de advertencia, o de ultimátum de pandillero a los Estados Unidos: “Lo mejor que pueden hacer y deben hacer, es no meterse con Nicaragua”. Si este “acto” dramático fuera parte de una tragedia, al subirse de nuevo el telón halado por el Canciller de Ortega, uno podría ver un siniestro ejército de encapuchados con antorchas, a medianoche, derribando en la frontera de México con EEUU, el muro de Trump, y penetrando al territorio norteamericano. El caudillo de aquí, encabezando aquella marcha de liberación, llevaría, como en la Guerra de las Galaxias, un inmenso sable de luz infernal, haciendo huir despavorido a Trump, quien, pasando por Alaska, le pediría un cálido asilo a Putin en Rusia, y éste no tendría inconveniente de otorgar su beneplácito.
Decíamos al comienzo, que este país es una prisión interminable. Tan es así, que por decreto de los dos gobernantes está terminantemente prohibido escribir, contar e imprimir cuentos infantiles, y menos los que se refieran al personaje original o actual, que dieron pie a la historia de Pinocho.