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La peligrosa implosión de la oposición

La única posibilidad de revertir la dispersión de la oposición es que la ACJD y la UNAB conformen nueva fuerza política, invitando a corrientes del MC

La única posibilidad de revertir la dispersión de la oposición es que la ACJD y la UNAB conformen una nueva fuerza política

Bonifacio Miranda Bengoechea

2 de septiembre 2020

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Todavía no se ve una luz dentro del laberinto en que nos encontramos. La mayoría de la población continúa rechazando a la dictadura, pero pasivamente. La Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia (ACJD) y la Unidad Nacional Azul Blanco (UNAB) no han logrado convertirse, de manera separada o en conjunto, en el polo de atracción de una población desesperada y desilusionada.

 Bajo las reglas del enemigo

Esta situación caótica y desesperante no cayó del cielo como una maldición divina. Ha sido el producto de una cadena de innumerables fracasos. La política es el arte de aprovechar las oportunidades, y cuando estas se pierden se paga un alto precio. Es poco probable que se repitan las mismas condiciones favorables del 2018, salvo que ocurra algún acontecimiento extraordinario e imprevisible.

Durante el primer semestre del 2018 el pueblo estaba en las calles y tenía acorralada a la dictadura. Ante la inexperiencia de los liderazgos estudiantiles y locales que surgieron espontáneamente, los operadores del gran capital terminaron tomando el control para negociar un “aterrizaje suave”.

Esta política, que pretendía evitar una nueva guerra civil, concluyó en un aparatoso accidente del avión en la pista de aterrizaje: la dictadura rompió el Dialogo Nacional y desató una mini guerra civil contra los tranques, asaltando las universidades, imponiendo el terror, restableciendo las cadenas de la opresión sobre la sociedad.


Desde entonces, los grupos de oposición están “sin rumbo y a tientas”, sin una clara perspectiva de sus objetivos, sobreviviendo a duras penas, prisioneros de las condiciones impuestas por la dictadura e incapaces de librarse de ellas.

 Una reforma que no se impulsa

Solo hay dos vías para salir de la dictadura: por medio de un cambio revolucionario, o por medio de reformas al régimen político. La primera opción fue abortada a balazos en 2018. Al fracasar los objetivos del levantamiento de abril, fuimos arrinconados a marchar por el arriesgado y resbaloso camino de la reforma.

¿Es posible desmantelar la dictadura a través de una reforma? En algunos países ha sido posible (España, Brasil y Argentina), en otros no. Los grupos de oposición confunden las fases de una posible reforma con el resultado final. Un proceso electoral libre y democrático debería ser la culminación de un proceso de reformas que debe incluir la restauración de los derechos constitucionales, la inmediata liberación de todos los prisioneros políticos, el retorno seguro de los exiliados, como precondiciones básicas para discutir la última fase: una profunda reforma electoral.

Después que se agotó el segundo Dialogo Nacional en abril del 2019, los grupos de oposición no articularon una política centrada en incorporar a la población en la dura lucha por la reconquista de las libertades. En los hechos todos los grupos opositores, sin excepción, se preparan a ir a elecciones en 2021 a cualquier costo, sin antes haber cambiado ninguna de las reglas del juego.

La falta de una orientación estratégica en los objetivos de cada fase, la ausencia de un discurso claro que retome las preocupaciones y reivindicaciones populares, y los métodos para lograrlo, han sido los principales factores que impiden reagrupar y organizar a la población en torno a las banderas de la oposición.

Sin la suficiente presión social cualquier intento de reforma morirá en el camino, o dependerá de la buena voluntad de la dictadura. La oposición está paralizada y a la defensiva.

Réquiem in pace

Después de seis meses de creación, la Coalición Nacional se encuentra en agonía y con escasas probabilidades de sobrevivencia. No fue constituida como una coordinación en la lucha por el restablecimiento de los derechos constitucionales, sino como una alianza electoral, sin que se halla librado la batalla por una profunda reforma electoral.

Todos los grupos se pelean de por el control anticipado del membrete electoral. Confunden la amplia y necesaria unidad que debe existir para reconquistar las libertades democráticas, con una alianza electoral cuya unidad dependerá siempre de acuerdos programáticos y políticos con fuerzas que tengan una visión común.

Después de una intensa guerra verbal dentro de la Coalición Nacional, todos los grupos se hicieron concesiones mutuas para mantenerla artificialmente con vida. Se reformó el Estatuto aboliendo la votación calificada y adoptando las principales decisiones por consenso, ahora se acepta la posibilidad de integrar a los grupos juveniles con representación independiente, el PLC retrocedió y cambió los delegados a las comisiones, incluso ha abandonado, al menos formalmente, la pretensión de mantener el bipartidismo, etc. Se respiran aires de paz y convivencia aparentes.

Se aprobó un Código de Ética que es una recopilación de principios generales y abstractos sobre ética y buen comportamiento, redactado con sumo cuidado para no herir susceptibilidades, especialmente del Partido Liberal Constitucionalista (PLC). Sobre el tema de la corrupción, hay solamente dos menciones. En una de ellas plantea que “las personas condenadas nacional o internacionalmente por actos de corrupción tampoco podrán integrar la Coalición Nacional”. Arnoldo Aleman fue sobreseído en todos los juicios por corrupción, tanto a nivel nacional e internacional, por lo tanto, ya no se debe atacar al PLC.

En relación a las posibles sanciones, el Código de Ética estableció que “(…) serán aplicadas a las organizaciones integrantes cuando sus posiciones oficiales o actuaciones o resoluciones debidamente aprobadas por sus órganos superiores favorezcan directa o indirectamente a la dictadura (…)”

El colaboracionismo o zancudismo de quienes han colaborado directa o indirectamente con la dictadura no se tomará en cuenta, ya que la norma no se aplicará retroactivamente, sino para actos futuros. Es una forma de tapar el sol con un pedazo de papel.

Desgranamiento de la oposición

Contrario a los pronósticos de implosión de la dictadura, quienes están explotando internamente son las principales organizaciones opositoras: ACJD, UNAB y Movimiento Campesino (MC). Esta desintegración es un efecto directo de las sistemáticas presiones de la dictadura contra la oposición, y de la incapacidad de esta para zafarse de ellas.

La ACJD ha sufrido varios desgranamientos de personas y organizaciones: Edwin Carcache, Jose Pallais, Medardo Mairena y el Movimiento Campesino (MC), Gioconda Belli, distanciamiento de Ernesto Medina, etc. En la ACJD hay dos corrientes: una que propugna por crear una nueva alianza con otras fuerzas políticas, y otra que quiere mantener el statu quo en la actual Coalición Nacional.

La UNAB no escapa a este proceso de desgranamiento, últimamente se han retirado varias organizaciones territoriales y juveniles. La crisis en la UNAB es ocultada con el discurso triunfalista de su dirigencia que afirma que han creado estructuras territoriales en todos los departamentos y en 128 municipios, con un claro enfoque electoralista, para integrarse posteriormente a la Coalición Nacional.

El Movimiento Campesino (MC) está dividido en tres corrientes: la que encabeza Medardo Mairena, la que dirige doña Francisca Ramirez y la que organiza Freddy Navas, bajo el nombre Movimiento Campesino y Aliados (MCA). Aunque estas tres corrientes coexistían a lo interno, se distancian cada vez más.

De continuar esta tendencia, la oposición llegará chorreando sangre al proceso electoral del año 2021.

Una nueva fuerza política

La única posibilidad de revertir este proceso de dispersión y atomización de los principales grupos de oposición es que la ACJD y la UNAB conformen una nueva fuerza política, invitando a las tres corrientes del MC a participar en la misma, con el objetivo de crear una nueva alianza política que luche por la recuperación de las libertades y por una profunda reforma electoral.

Para superar las divisiones se requiere elaborar un plan conjunto que sintetice las aspiraciones populares y promueva la organización de la ciudadanía. El tema de las candidaturas y la elección de la casilla electoral viene después.

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Bonifacio Miranda Bengoechea

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