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La pandemia y el desgobierno de Ortega-Murillo

La triple crisis de Nicaragua ante la emergencia del coronavirus, con un gobierno sin legítimidad, nos coloca al borde de una catástrofe nacional.

La triple crisis de Nicaragua ante la emergencia del coronavirus

Manuel Orozco

6 de abril 2020

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Nicaragua pasó de ser un país asediado por una represión policial e institucional, a un desgobierno de facto administrado por Rosario Murillo quien no cuenta con la autoridad legítima para hacerlo. A menos que el presidente de turno esté mentalmente inhabilitado, físicamente incapacitado, o fallecido, la vicepresidenta Murillo no es una presidente legítima, ni designada.

Las políticas de salud que ella promueve van a contramarea con la realidad de la pandemia y profundiza las desproporcionadas consecuencias frente a la incapacidad de respuesta del país.

Los daños no distinguen color ideológico, religioso, político, social o económico. Todos los nicaragüenses sufrirán las consecuencias del impacto negativo por la negligencia del Estado.

La pandemia es más que una cuestión política, es catástrofe nacional


Sin distinción social, los nicaragüenses están expuestos y a la intemperie de la pandemia. Analizando los datos globales del Coronavirus sobre los números confirmados en 200 países, la tasa de contagio es de 0.01% por cada turista que haya entrado a un país. Para Nicaragua, estadísticamente, significa que entre 10 a 12 personas con virus entraron durante Diciembre-Febrero 2020, si se contabilizan los 80 000 turistas extranjeros y  nicaragüenses que volvieron de vacaciones o viajes durante ese período.

Además, hay que considerar que la situación nicaragüense se asemeja mucho a la ciudad de Wuhan en China en tanto que no había implementado medidas de prevención a más de cuatro semanas del brote, con 381 contagios el 1ro de Enero 2020 a 10,117 el 1ro de Febrero, cuando se empezaron a tomar medidas.

Wuhan es una ciudad con 11 millones de habitantes, 1.3 veces mayor que Nicaragua.  Tomando el Global Health Index, que incluye factores como capacidad de detección de enfermedades, Nicaragua (debatiblemente) se ubica en lugar 73, junto con países como Uruguay y Costa Rica, y en mejor posición que Honduras, Guatemala y El Salvador.  Calculando la tendencia de casos en Uruguay y Costa Rica (países con índices parecidos a Nicaragua), y ponderando con el turismo internacional, Nicaragua podría haber tenido 20 casos al 18 de Marzo cuando se reporta el primer caso. Con una experiencia similar a la de Wuhan, con una tasa diaria de crecimiento de 12%, el número de casos a principios de Abril podría estar a más de 500.

El problema de esta situación es de una emergencia que puede derivar en una catástrofe nacional, porque como lo han observado muchos expertos en salud en Nicaragua, el país no tiene capacidad para manejar los efectos de la pandemia bajo sus condiciones de crisis económica y política y con un presupuesto muy limitado en el que la cobertura de salud es mínima.

El costo económico de manejar un mínimo de estos casos es millonario, pues entre examinación y hospitalización con aislamiento se calcula un costo mínimo de $5,000 por persona, además de sus implicaciones en el empleo local.

La crisis económica que ya está, más la que se avecina

La situación mundial afectada por la pandemia del Covid-19 creó un huracán económico el cual se considera catastrófico en el corto plazo con características sui géneris incomparables a la crisis global del 2008-2009. Hoy día no hay crisis financiera y la posición económica global estaba más saludable en el 2019, y las lecciones aprendidas inciden sobre cómo mitigar riesgos económicos.  Sin embargo, la magnitud del impacto de paralizar el 70% de la economía global es trascendente.

Hasta hace unos días se estimaba una contracción económica en Estados Unidos del -3.5% con una caída del empleo entre 10 y 20 millones, de los cuales 10% son fuerza laboral migrante latinoamericana.  A nivel global se estiman 40 millones de empleos perdidos en el sector turismo con una caída mínima del ingreso del turismo del 30%, una caída drástica de las exportaciones en al menos 20% y una recuperación mínima de 9 meses.

En Nicaragua enfrentamos una triple crisis: La crisis económico-política que ya registraba una proyección inicial de -1% en 2020; la recesión económica global que afectará el comercio, turismo, remesas, y consumo interno del país, y la pandemia que tiene efectos sociales, políticos y económicos arriba mencionados.

Primero, las proyecciones del FMI indicaban que Nicaragua iba a tener otro declive del -1.2% en 2020 o $1700 per cápita.  Los factores que podrian atenuar una caída menos drástica incluían un aumento modesto del comercio exterior, el turismo y las remesas (que constituyen más del 45% del PIB). Ante una caída proyectada del consumo interno, un pequeño aumento del sector externo, se cancelaba parcialmente un mayor decrecimiento, registrando así el -1.2% planteado por el FMI.

Segundo, las estimaciones mundiales sobre la recesión global resaltan una contracción en el consumo interno y externo, predominantemente en este último, afectando el turismo, el comercio externo (caída de consumo), y el envío de las remesas.

El impacto global sobre Nicaragua registrará una caída mayor del PIB que el proyectado posiblemente a -7%, a US$11,577 millones resultado de la contracción del sector externo.  Solamente de los 700,000 hogares receptores de remesas al menos 70,000 dejarán de percibir ingresos en este año y otros al mínimo un mes menos de remesa.

Impacto económico de la crisis global sobre Nicaragua

Tercero, la ausencia realista de contramedidas sanitarias es peligrosa.  Nicaragua es un país con 1.5 millones de hogares, 80% de éstos tienen chicos en la escuela.  En 20% de estos hogares vive una persona mayor de 65 años (7% de la población es mayor de 65 años, pero casi todos viven en un hogar extendido).  Estos chicos son los principales transmisores de la infección y aunque ellos no están en riesgo directo, son portadores y con sus debilidades crónicas y falta de cobertura médica exponen al resto de la familia.  Por ejemplo, las trabajadores domesticas que en su mayoría tienen hijos y salen por necesidad a trabajar, son un vehículo de transmisión sin prevención extrema.  El gobierno está aumentando la exposición de gente al contagio, saliendo a la calle a comunicarse con todos como si esto fueran los 80.

Pensar en lo inmediato es pensar en el futuro

El impacto de esta crisis es serio, pero también mitigable en la medida de lo posible.

Hay tres factores que incidirán sobre la recuperación, a saber, los paquetes fiscales e incentivos económicos de los gobiernos, la velocidad e intensidad en el retorno del consumo y el control de la pandemia.

El control de la pandemia es la prioridad que garantizará que los otros dos factores contribuyan a la reactivación.  El análisis estadístico de los casos de contagio de un millón de personas desde Diciembre 2019 al 31 de Marzo 2020 en 200 países muestra que donde se implementaron todas las medidas de mitigación de riesgo (cuarentenas, cierre de fronteras, cierre de aeropuertos, declaración de estado de emergencia, exámenes médicos) la tasa de casos positivos no solo cae, sino que la mortalidad cae en 50% en comparación con  países que solo han hecho distanciamiento, y más de 100% entre los que han hecho nada como Nicaragua.

En este sentido los llamamientos de INCAE, la Coalición Nacional y otros sectores sociales como la Iglesia Católica son importantes.  Son actores influyentes sobre la opinión pública cuya ccomunicación directa con la ciudadanía—a través de mensajes con herramientas de cómo ejercitar la cuarentena, la oferta de apoyo y solidaridad social, son esenciales. La prioridad en este momento está en ofrecer soluciones a la gente porque no hay gobierno que los proteja, que la coalición y otros actores les ofrezca esperanza de vida al futuro, soluciones económicas y mitigación de riesgos.

En términos concretos, Nicaragua está haciendo la mitad de lo que hace un país como Honduras o Bangladesh y un cuarto de lo que hace Costa Rica.  Es importante ver las diferencias, Costa Rica con 435 casos sólo tiene 2 muertes y la tasa de crecimiento de número de casos ha caído ante el aumento de mas de 5000 las examinaciones que siguen acompañadas con políticas de cuarentena. En Honduras, con 268 casos tiene 22 muertes (una tasa de 9%) y menores medidas.

También la respuesta independiente del sector privado es importante. Estos han elevado su perfil con respecto a la pandemia en términos de lo que pueden hacer dentro de sus posibilidades (reducir horas laborales, implementar las mitigaciones de riesgo al máximo, ofrecer apoyo a los más necesitados, controlar el agiotismo, cambiar protocolos de producción para seguir alimentando al país).  Es cierto, pueden hacer más, pero echarle muerto al sector privado es otra forma del gobierno de distraer la atención de su responsabilidad soberana.

La Coalición opositora está en una posición privilegiada para seguir exigiendo la responsabilidad del Gobierno en implementar políticas económicas gubernamentales, en la dirección de extensión de plazos de pago, suspensión temporal de impuestos, protección laboral, y medidas de liquidez financiera.   También exigir transparencia y rendimiento de cuentas en salud, cierre inmediato de escuelas, y lugares públicos.

El gobierno ha perdido toda su legitimidad y la vida de los nicaragüenses está en manos de uno mismo. Lo que Murillo está haciendo es política y moralmente indefendible.

Es imprescindible preparar una estrategia de recuperación económica en miras a la reintegración económica mundial y esto empieza con lograr controlar la pandemia,  y preparar las condiciones para un cambio político democrático. No se puede tapar el sol con un dedo.

Politólogo. Investigador del diálogo interamericano.

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Manuel Orozco

Manuel Orozco

Politólogo nicaragüense. Director del programa de Migración, Remesas y Desarrollo de Diálogo Interamericano. Tiene una maestría en Administración Pública y Estudios Latinoamericanos, y es licenciado en Relaciones Internacionales. También, es miembro principal del Centro para el Desarrollo Internacional de la Universidad de Harvard, presidente de Centroamérica y el Caribe en el Instituto del Servicio Exterior de EE. UU. e investigador principal del Instituto para el Estudio de la Migración Internacional en la Universidad de Georgetown.

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