22 de mayo 2021
Nicaragua no puede ni debe salir a votar en las próximas elecciones de noviembre de 2021. Los acontecimientos de los últimos días: la cancelación de las personerías jurídicas de los partidos PRD (Partido de Restauración Democrática) y PC (Partido Conservador), el segundo allanamiento y robo de documentos y equipos por parte de la Policía Nacional a las oficinas de CONFIDENCIAL, además de la citación por parte del Ministerio de Gobernación a la precandidata presidencial Cristiana Chamorro por supuesto lavado de dinero, han dejado más claro que en el país no existen las mínimas condiciones para participar en una cita electoral que ha sido planificada a medida de la pareja dictatorial, compuesta por el señor Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo, que no buscan más que instaurar en el país una dinastía familiar a lo Somoza.
Estamos ante un circo electoral que comenzó el año pasado con una reforma electoral (a la medida del caudillo sandinista) y un paquete de leyes aprobado por diputados orteguistas en la Asamblea Nacional con el solo fin de, entre otras cosas, inhibir a opositores, callar a la prensa independiente y crear temor entre la ciudadanía a la hora de ir a ejercer su derecho constitucional en las juntas receptoras de votos.
Pero no ir a votar en las próximas elecciones no significa que el ochenta por ciento de los nicaragüenses que queremos un cambio democrático —que le devuelva la institucionalidad y las libertades públicas al país, además de los derechos constitucionales a los ciudadanos nicaragüenses—, debemos simplemente hacer eso: quedarnos en nuestras casas ese siete de noviembre. No.
Aunque parezca una contradicción, de hecho, la oposición debe prepararse para ir a esas elecciones viciadas precisamente para anunciar de forma colectiva el fraude electoral prácticamente ya consumado por el FSLN y sus partidos satélites. Pero para esto es necesario una organización masiva que requiere de una unidad sincera entre los partidos políticos (entre ellos CxL), la Coalición Nacional, las demás organizaciones civiles, los movimientos sociales, la empresa privada, la Iglesia católica y evangélica, entre otros.
Ante la falta de voluntad política del régimen Ortega Murillo, el partido Ciudadanos por la Libertad (CxL) debe decidir de una vez por todas si quiere seguir “discutiendo” (tal como si estuviésemos ante unas elecciones normales) qué organizaciones civiles compaginan con sus “valores” (para ver a quién meten y a quién dejan por fuera) para ir a unas elecciones en donde quedarán como segundones (el entramado electoral orteguista no les permite ganar) o si sacrificará (por el bien de Nicaragua) los pocos escaños que seguro logrará en la Asamblea Nacional que les permitiría establecer junto al régimen, un ambiente de aparente “normalidad” en el país.
Pero no nos engañemos. Ese panorama lo único que nos ofrece es alargar más la agonía de un pueblo que clama justicia. ¿De cuánto tiempo estaríamos hablando? Eso no lo sabemos. ¿Cinco años? ¿Diez años? Más tiempo, no. Abril de 2018 ya nos enseñó que ese modelo no es sostenible. Lo que quiere decir que CxL —asumiendo el riesgo de que el régimen le quitaría la personería jurídica-—, debe incorporar lo antes posible a su partido, a precandidatos a la presidencia de la Coalición Nacional, incluyendo a Cristiana Chamorro.
Ha llegado la hora de que CxL demuestre un verdadero liderazgo ante esta emergencia nacional en la que todos nos encontramos. Aquí le estoy hablando a usted señora Kitty Monterrey: la Coalición Nacional sí existe. De lo contrario la pareja dictatorial no hubiera perdido horas de sueño en diseñar un plan para desaparecerla del mapa electoral al cancelarle la personería jurídica al PRD.
Aquí también te estoy a hablando a vos, Lesther Alemán. Cuando te preguntaron en la conferencia de prensa del 20 de mayo, si ustedes como partido y Alianza Cívica estaban en comunicación con la Coalición Nacional, respondiste que no, que ustedes “los estaban esperando” a que ellos los buscaran. No. Las cosas no son así. Ustedes son los que tienen la casilla, no ellos. Son ustedes los que tienen que buscarlos a ellos.
Esta unidad de hecho tienen que llevarla a cabo porque tienen la responsabilidad moral de hacerla, y porque, como bien le dijera el editor en jefe del diario La Prensa Eduardo Enríquez a Luis Galeano en su programa Café con Voz, ustedes (junto al resto de partidos de oposición reales y demás organizaciones cívicas) se lo deben a las madres de los caídos en abril de 2018, a los presos políticos, a los cien mil exiliados, a las decenas de medios de comunicación allanados y confiscados, a esos muchachos jóvenes que se siguen yendo del país buscando las oportunidades en otros países que ni el señor Ortega ni ustedes (como segundones) les podrían dar; y al resto de la ciudadanía, ese ochenta por ciento que sufre los constantes hostigamientos que la Policía les receta como el pan nuestro de cada día.
En italiano existe un dicho que dice: “una vez que se llegó al baile hay que bailar”. Si CxL decide entrarle a ese “baile” sin la incorporación de precandidatos de la Coalición Nacional conformándose con quedar como segundones, luego no habrá ninguna posibilidad de deslegitimar el fraude porque, ¿qué nos dirá la comunidad internacional?: “pero si ustedes bailaron con él, ¿de qué se quejan?”. En ese caso la oposición ya no tendría ninguna autoridad de denunciar al dictadorzuelo ante la comunidad internacional y como decimos en la variedad lingüística nicaragüense, ahí sí que “estamos todos fritos”.
Por tanto, en estos días tan sombríos y lúgubres que se avecinan, lo que el país entero necesita y clama a gritos es una gran unidad para documentar y denunciar el fraude. No es momento de estarse poniendo a “conversar” que si “perencejito” se ajusta mejor a mis valores que “zutanito”, como tampoco es momento para estar hablando de representaciones legales, ni mucho menos para estar usando descalificativos el uno en contra del otro, porque eso lo único que demuestra es inmadurez política. Y como bien dijo Eduardo Enríquez en esa misma entrevista en Café con Voz, muchos de los líderes que han surgido desde las protestas de abril son jóvenes. Si realmente no andan en busca de un escaño, sino de servirle a su país, tendrán tiempo de hacerlo. Pero para poder trabajar bien, primero hay que quitar al elefante que tenemos en medio de la sala.
*Profesora de español en la Universidad Mount Allison University en Canadá y colaboradora de la revista Hispanorama.