28 de julio 2016
San Francisco.– El cambio climático ha cobrado otra víctima más. Casi una cuarta parte del coral en la zona de Patrimonio Mundial de la Gran Barrera de Coral de Australia – uno de los ecosistemas del mundo más ricos y más complejos – ha muerto este año, en el peor blanqueamiento de coral de toda la historia conocida. Incluso en los confines más septentrionales de este arrecife, que se encuentran a una distancia lo suficientemente alejada de presiones humanas – por ejemplo de desarrollos costeros – como para poder preservar la salud del coral en gran medida, ha muerto un impactante 50% del coral.
Las temperaturas marinas por encima del promedio que desencadenaron este blanqueamiento se hicieron 175 veces más probables debido al cambio climático. A medida que el océano continúa absorbiendo calor de la atmósfera, es aún más factible que blanqueamientos de coral a gran escala, como el que diezmó a la Gran Barrera de Coral, sean aún más frecuentes y más devastadores – sin ni siquiera tener que citar otros fenómenos destructivos estimulados por dichas temperaturas en aumento.
El futuro de invaluables sitios de Patrimonio Mundial – y, en los hechos, el futuro de nuestro planeta – depende de la reducción inmediata de las emisiones de gases de efecto invernadero inductores del cambio climático. Sin embargo muchos de los gobiernos responsables de proteger estos lugares situados dentro de sus fronteras no sólo no toman medidas fuertes en cuanto al cambio climático, si no que están trabajando activamente en proyectos de energía sucia, como ser minas de carbón y plantas eléctricas a carbón.
Incluso mientras la Gran Barrera de Coral muere ante nuestros ojos, Australia sigue aumentando su explotación de combustibles fósiles sucios. En el último año, el gobierno australiano ha aprobado una mina carbón de gran tamaño, la mina Carmichael, así como la Terminal Abbot Point, situada cerca del arrecife, con el propósito de facilitar la exportación mundial de la producción de la mencionada mina. Las emisiones atribuibles a la mina Carmichael estarán entre las más altas a nivel mundial que sobrevienen como resultado de un solo proyecto.
Y, el problema no se limita a Australia. En Bangladesh, país de bajo perfil y uno de los países más vulnerables al cambio climático, el gobierno apoya una propuesta para construir dos enormes plantas eléctricas a carbón adyacentes a Sundarbans, sitio declarado Patrimonio Mundial. India también apoya esa propuesta.
Estas plantas eléctricas no solo emiten grandes cantidades de gases de efecto invernadero; ellas también devastarán Sundarbans, donde el Ganges y otros ríos se encuentran con la Bahía de Bengala formando un delta espectacular de islas de manglares que son el hogar de los tigres de Bengala que están en peligro de extinción, así como de los delfines de río. Las plantas de energía contaminarán las aguas con cenizas tóxicas de carbón, traerán consigo un tráfico constante de barcazas con carbón, y harán que sea necesario dragar los lechos de los ríos. El mercurio de las chimeneas se acumulará en la vida marina, contaminando de forma permanente el suministro de alimentos de cientos de miles de personas y de la vida silvestre vulnerable.
Es cierto que Bangladesh es pobre en energía, un problema que debe ser abordado si el país va a continuar desarrollándose económicamente. Sin embargo, existen alternativas. El país tiene un gran potencial para la producción de energía renovable, y ya es uno de los líderes mundiales en energía solar en techos.
Por supuesto, la responsabilidad de evitar un peligroso cambio climático antropogénico no recae sólo sobre los países que albergan a sitios que son Patrimonio Mundial. Sin embargo, sabiendo lo que sabemos hoy, es indefendible la decisión de iniciar dichos perjudiciales proyectos de energía sucia.
Ya que los gobiernos no protegen nuestro patrimonio natural, el Comité del Patrimonio Mundial (WHC) debe dar un paso al frente, con el propósito de ayudar a poner fin a la explotación implacable de los combustibles fósiles. En concreto, el WHC debería realizar recomendaciones a los gobiernos para que estos reduzcan las amenazas relacionadas a los combustibles fósiles, identifiquen los sitios que están en especial peligro ante este tipo de amenazas, y lleven a cabo misiones de vigilancia.
El objetivo debe ser, ante todo, alentar a que tomen acciones los gobiernos que tienen la capacidad de reducir amenazas relacionadas a combustibles fósiles a sitios determinados. Tales acciones del WHC también ayudarían a educar y capacitar a la sociedad civil, colocando presión sobre las instituciones financieras para que ellas retengan la financiación necesaria para proyectos de desarrollo masivo.
Las reuniones anuales del WHC, como la que acaba de terminar en Estambul, son el foro ideal para tal esfuerzo. Ya, docenas de organizaciones y más de 60.000 personas han solicitado al Comité instar a la India y Bangladesh a cancelar las plantas de carbón propuestas y, a cambio, exhortar a estos países a invertir en energía renovable. Asimismo, docenas de reconocidos científicos, ONG y abogados internacionales y australianos han exigido que el Consejo WHC de Australia no continúe apoyando desarrollos que van a exacerbar el impacto del cambio climático en la Gran Barrera de Coral.
A medida que la amenaza del cambio climático crece y se hace cada vez más fatídica, instituciones influyentes como el WHC deben adoptar una postura en contra del legado tóxico e insidioso de la dependencia del carbón y de otros combustibles fósiles. Si el comité guarda silencio sobre este tema de crucial importancia, los sitios del patrimonio mundial de todo el mundo sufrirán.
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Traducción del inglés de Rocío L. Barrientos.
Noni Austin, abogada australiana que trabaja en el Programa Internacional de Earthjustice, colaboró en la producción de este artículo.
Martin Wagner es abogado director del Programa Internacional de Earthjustice, la mayor organización sin fines de lucro de derecho ambiental en los Estados Unidos.
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