25 de abril 2017
No importa que la computadora subraye en rojo esa palabra, indicando su inexistencia y, por ende, reduciéndola a la condición de un neologismo anti académico. Pero sucede, que la legitimidad de toda palabra se la da el pueblo cuando le hace falta otra con la cual puede expresar con precisión el sentir que le provoca una acción injusta, de la que es su víctima. Nadie puede exigirle al pueblo inmovilizar su lenguaje con la camisa de fuerza conceptual de los diccionarios; son los académicos quienes están obligados a interpretar el significado de una expresión popular para luego, enriquecer los diccionarios.
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En la práctica –y a lo mejor también en lo académico—, la malditencia es mucho más expresiva y completa que la maldición, y por ello tiene otro significado. Una maldición, en ninguna de sus acepciones, alcanza la calidad expresiva de la malditencia, porque se limita a indicar la “acción de maldecir a una persona”, y a “expresar su deseo de que al prójimo le sobrevenga un daño”. En tanto, la malditencia es el calificativo de la persona con cuya acción negativa busca cómo causarle daño a otra, o a otras personas. En este caso, la malditencia es la acción perversa de una persona, y la maldición solo expresa su deseo de causa el daño.
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Esta voz popular salió por la boca de una de las auténticas hijas del pueblo, Francisca Ramírez, para señalar la malditencia de la señora Rosario Murillo, cuando esta anunció su contra marcha para el mismo día y lugar con el objetivo de sabotear la marcha del Consejo Nacional para la Defensa de la Tierra, el Lago y la Soberanía, anunciada con muchos días de anticipación para el 22 de abril, en Juigalpa. Ese sabotaje, es una clara y completa malditencia de los Ortega-Murillo, quienes le ordenaron a la policía negarle el permiso de marchar al movimiento campesino, que lucha por la derogación de la Ley 840, por medio de la cual le entrega la soberanía nacional al empresario chino Wang Jing. Fue una maltidencia, lesionar dos cosas con una sola acción: la soberanía nacional y el derecho de los campesinos a defenderla junto a sus tierras.
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Es malditencia de los Ortega-Murillo utilizar el mismo motivo celebratorio del movimiento campesino –el Día de la Madre Tierra—, para sabotearles su manifestación. Fue malditencia que Ortega no ya pensado en rectificar su traición, cuando ordenó a su Corte de Justicia rechazar el recuro de amparo constitucional de los campesinos contra la Ley 840, que mantiene enajenada la soberanía nacional. Y es malditencia, que mientras rechaza la petición de que se derogue esa lay, usa sus estructuras partidarias, a sus agentes políticos y a las instituciones públicas para regar la bola entre los campesinos de que ya no habrá canal, para desmovilizarlos y desmotivarlos.
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Otra malditencia oficial: ofender a los miembros del Consejo Nacional, en especial a Francisca Ramírez, exponente de los mejores valores de nuestras mujeres trabajadoras, cuando los acusan de estar manipulada por los partidos políticos de oposición. Ya quisieran esos partidos estar a la altura de la honestidad política y el fervor patriótico de esas mujeres y hombres del campo para merecer el honor de convertirse en sus dirigentes. Pero hay partidos que ni siquiera son valiosos como acompañantes, porque en vez de confiar en ese sector combativo del pueblo, pasan todo el tiempo detrás de congresistas gringos, esperando el favor de que les restablezcan “la democracia”.
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Malditencias extras de este gobierno son: a) mientras sabotea la marcha campesina con el pretexto de hacer una feria en “paz y bien con la Tierra, siempre más allá, en amor a Nicaragua, corazón verde”, tiene varios años de tolerar el espale de los bosques nacionales, incluso en las reservas ecológicas; b) lanzar las tropas antimotines de la policía contra los campesinos, desde que comenzaron a movilizarse hacia los lugares de donde partirían a Juigalpa; c) bloqueó carreteras y caminos, para bajar de los autobuses a la gente que se dirigía hacia Juigalpa; y d) detuvieron la libre circulación por las carreteras de activistas políticos que iban de Managua a incorporarse a la marcha campesina.
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¿Y qué decir, además de las tantas malditencias, ya condenadas, con las que atropellan los derechos constitucionales, la misma Constitución y todo el orden institucional? Que la violación de la institucionalidad, es la madre de todas las malditencias del orteguismo. Seguramente que sobra aún más qué decir sobre malditencias oficialistas, pero, ¿es que las organizaciones políticas privadas no cometen sus respectivas malditencias? Claro que cometen sus propias malditencias, aunque no sean iguales a las oficialistas, pero afectan por igual a sus dos víctimas históricas: Nicaragua y su pueblo trabajador.
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Y aunque la malditencia solo esté en el habla popular nicaragüense, hay también malditencias internacionales, con sus contenidos parecidos a nuestra malditencia. En nuestras América, las malditencias gringas se expresan en golpes de Estado de la CIA y la derecha. El ejército mediático transnacional es el complemento del ejército armado para llevar a cabo sus malditencias, y ambos actúan con sus propias maquinarias: una para dar muerte a la verdad y la otra para muerte a las soberanías nacionales. En esta batalla histórica nuestros pueblos por su soberanía han tenido también sus victorias, pero en la batalla contra la malditencia informativa para salvar la verdad, aún está larga por definirse. Lamentablemente, la verdad seguirá muriendo bajo las armas del ejército mediático.
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Ruperta y Ruperto:
--A propósito de la batalla por la verdad contra la mentira, y viceversa, Rupertó, el líder de los viejos políticos coimeros de la derecha, Julio Borges, y ahora presidente de la Asamblea Nacional, declaró que Venezuela es “mal aconsejada” por Daniel Ortega…
--Con esa visión política tan elemental de un máximo líder, Rupertá, invita a pensar en dos cosas: una, que ya Maduro puede estar seguro de que la derecha no pasará de las calles; y dos, que a nuestra derecha esa declaración de Borges la deja colgada de la brocha…
--¿Y eso por qué, Rupertó?
--Porque nuestra pobre derecha, Rupertá… ¡cree que es Venezuela la que “mal aconseja” a Ortega!
--En ambos casos, Rupertó, se revela que la derecha internacional… ¡anda perdida en su procesión y con sus ruegos a la OEA y al congreso gringo!