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La ilegalidad de la permanencia de Nicaragua en el SICA

Tarde o temprano, la dictadura Ortega-Murillo debe entender que la comunidad internacional no tolerará sus tácticas de manipulación y coerción

Banderas de los países integrantes del SICA ondean en la sede del organismo regional en El Salvador. Foto: Tomada de Facebook

Félix Maradiaga

15 de junio 2024

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El 11 de junio, el ministro de Relaciones Exteriores de la dictadura de los Ortega-Murillo en Nicaragua, Denis Moncada, envió una carta a los cancilleres de los Estados miembros del Sistema de la Integración Centroamericana (SICA), expresando su descontento por la falta de nombramiento de un secretario general del SICA. Moncada declaró que Nicaragua no ejercerá la presidencia pro témpore del SICA, ni participará en reuniones, mientras persista este estado de “ilegalidad” y no se restituya la institucionalidad.

La dictadura de los Ortega-Murillo persigue, cada vez con más agresividad, dictar su agenda en el SICA, poniendo en riesgo la integridad de ese órgano subregional, que a la vez enfrenta otras dificultades para cumplir su misión y demostrar su verdadera relevancia en el desarrollo de Centroamérica. Esta situación refleja un patrón recurrente de la dictadura Ortega-Murillo: la manipulación y coacción de organismos regionales para sus propios intereses.

En noviembre de 2023, Daniel Ortega nominó a Valdrack Jaentschke como secretario general del SICA tras la renuncia de Werner Vargas. Sin embargo, la elección de Jaentschke no ha prosperado, generando tensiones y reclamos por parte de la dictadura sandinista. Según el acuerdo tomado por los presidentes de Centroamérica en 2017, cada Estado miembro del SICA asumirá la Secretaría General con base en un principio de rotación. A pesar de ese acuerdo, el SICA continúa acéfalo desde la extraña renuncia de Werner Vargas el 16 de noviembre de 2023, después de un efímero término de menos de 17 meses.

Es posible que la salida de Vargas se haya debido a su supuesta resistencia en seguir al pie de la letra las instrucciones de la pareja dictatorial Ortega-Murillo. En palabras de un funcionario del SICA, que ha pedido omitir su nombre, “Ortega y Murillo tienen problemas en entender que el secretario general del SICA, una vez que es nombrado, ya no responde a la Cancillería de su país de origen, sino que es un funcionario profesional de todo el Sistema. Ese fue el problema con Vargas, que, a pesar de declararse leal al Frente Sandinista, siempre procuró actuar con autonomía profesional y eso no le gustó a la pareja Ortega-Murillo. El error que cometieron fue pensar que podrían imponer fácilmente a otro secretario general”.


Esa fuente agregaba que “la preocupación a lo interno del SICA es que la Cancillería de Managua ha lanzado una estrategia muy agresiva para intentar alinear al SICA hacia una línea geopolíticamente muy peligrosa, como es la de ponernos al lado de Rusia y de China”. La dictadura nicaragüense busca imponer a un secretario general que impulse esa agenda con la cual no están cómodos la mayor parte de los Estados miembros. En ese sentido, la nominación de Jaentschke, un hábil operador político vinculado desde los años ochenta con la seguridad del Estado, es un intento evidente de Ortega y Murillo para alinear al SICA con sus intereses geopolíticos, particularmente hacia Rusia y China. Esta estrategia agresiva pone en riesgo la estabilidad y la neutralidad del SICA.

Conforme al Protocolo de Tegucigalpa de 1991, documento constitutivo del SICA, los países miembros deben “respetar los principios y normas de las Cartas de la OEA”, como lo estipula su artículo 4. Al salirse de la OEA, el régimen ha puesto en serias dudas la pertenencia legítima de Nicaragua en el SICA. De forma similar, el Tratado Marco de Seguridad Democrática en Centroamérica de diciembre de 1995, ha sido violado flagrantemente por la dictadura nicaragüense al desconocer el principio de elecciones libres, demoler el Estado de derecho, cometer graves violaciones a los derechos humanos y aliarse con potencias extranjeras ajenas a los intereses de Centroamérica, como es el caso de China y Rusia.

Este es un tema que la Fundación para la Libertad de Nicaragua ya ha comunicado a varios actores claves de Centroamérica, encontrando coincidencias con algunos especialistas y dudas en otros sectores. A puertas cerradas, en los pasillos de algunas cancillerías de Centroamérica, se reconoce la cuestionabilidad de la membresía de Nicaragua en el SICA, pero prevalece una política de “no acción”. Esa política de “no acción” permite que los problemas sigan su curso natural, evitando intervenir directamente. En el contexto del SICA, esta política resulta en una parálisis que favorece a la dictadura de Ortega-Murillo, permitiéndoles continuar su estrategia de manipulación y control.

Es crucial que los líderes centroamericanos que creen en la democracia, tomen una postura firme y clara contra la dictadura nicaragüense. La inacción y la complacencia solo fortalecerán a Ortega y Murillo, perpetuando su control autoritario y poniendo en riesgo la estabilidad de toda la región. La comunidad internacional debe exigir el cumplimiento de los principios fundacionales del SICA y garantizar que las acciones de Nicaragua no socaven la integridad de esta importante institución regional, que a su vez es parte del sistema interamericano.

Tarde o temprano, la dictadura Ortega-Murillo debe entender que la comunidad internacional no tolerará sus tácticas de manipulación y coerción. Es hora de que el SICA y sus miembros defiendan la democracia y la justicia, rechazando cualquier intento de subversión de sus principios fundamentales. El SICA debe elegir la justicia y la democracia sobre la manipulación. De lo contrario, pasará a la historia como una institución sin relevancia para cumplir con su mandato de consolidar a Centroamérica como una “región de paz, libertad, democracia y desarrollo”.

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Félix Maradiaga

Félix Maradiaga

Politólogo, académico y activista político nicaragüense. Fue secretario general del Ministerio de Defensa y director de Protección Civil durante la Presidencia de Enrique Bolaños. Es codirector fundador del Instituto de Liderazgo de la Sociedad Civil.​ Miembro de la opositora Unidad Nacional Azul y Blanco, exprecandidato presidencial, excarcelado político y desterrado por la dictadura orteguista.

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