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La hipermercantilización de San Valentín

A mí me resulta fastidioso regalar para el Día del Amor y la Amistad o para las navidades, algo que puede adquirirse en el mercado

Guillermo Rothschuh Villanueva

20 de febrero 2022

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El recién pasado 14 de febrero —fecha emblemática en el calendario amoroso— escribí en mi muro lo siguiente: “Hoy será día de paz entre los amantes. Mañana se rompe la tregua”. Un ejercicio que vengo realizando alrededor de temas sensibles que producen reacciones encontradas como ocurrió una vez más. Provengo de una generación influenciada por el pensamiento crítico de la Escuela de Frankfurt. Mientras sociólogos y politólogos se empeñaban en anunciar el fin de las ideologías (Daniel Bell) y de la historia (Francis Fukuyama), uno de sus miembros, el filósofo Herbert Marcuse, acertaba en la caracterización de la sociedad contemporánea. La llamó, Sociedad de consumo dirigido. Un nombre apropiado para una sociedad que estimula y rinde culto al consumo.

Desde hace muchísimos años sigo los pasos de mercadólogos, principales artífices de las estrategias de ventas en distintas fechas conmemorativas. Durante mis estudios de comunicación en México, pude apreciar cómo se las ingeniaban para sumar días que sirvieran de pretexto para incrementar las ventas. Son los principales aliados de un sistema productivo que tiene como pivote la realización de las mercancías. El calendario ha venido abultándose. Ya no se celebra solo el Día de Reyes, la madre, del padre, del niño, maestros, trabajadores, mujeres, periodistas, muertos, niños autistas, independencia, fiestas patronales, raza, ahora han agregado una serie de festejos, tantos que el calendario está quedándose corto. Se trata de ganar más dinero.

En México celebran el Día del Compadre, en un gesto aparentemente altruista, los mercadólogos han agregado el Día del Soltero, odontólogos, abogados, médicos, cáncer, Día mundial de la radio, amantes de las bibliotecas, cáncer infantil, Síndrome de Asperger, justicia social, camarógrafos y fotógrafos, pensamiento scout, trasplante de órganos y tejidos, el globo de oro, cero discriminaciones. El Día del turismo, naturaleza y vida silvestre, de los zurdos, eficiencia energética, del DJ, a favor de los ríos, el agua y la vida; matemáticas y el número Pi, artesanos, felicidad, poesía, Síndrome de Down, bosques, meteorólogos, los derechos sobre la violencia grave y la dignidad de las víctimas y paro de contar para no tener que aburrirles. Solo falta el Día de los Divorciados.

En diferentes estudios efectuados por los mercadólogos las fechas que producen las mayores ventas y ganancias, se concentran alrededor del Día del Amor y la Amistad y las fiestas navideñas. Es cuando los anuncios publicitarios pueblan las radioemisoras, periódicos, revistas y televisoras. Las cadenas noticiosas crean programas especiales sobre el significado y trascendencia del Día del Amor y Amistad y en el mundo Occidental, el arribo de Jesús a la tierra. Incluso la programación televisiva de las plataformas de streaming, siguen la misma pauta. Las cifras de consumo de rosas, flores, chocolates, dulces, joyas, tarjetas de felicitación, ropa, salidas a comer, etc., resultan fabulosas. Para llegar a estos extremos hay que crear persistentemente la atmósfera adecuada.


En Nicaragua todavía no hemos llegado a la exquisitez de la programación televisiva de Estados Unidos. Pese a ceñirnos a su libreto, los dirigentes de las televisoras nacionales no tienen la misma perspicacia. La programación cinematográfica y televisiva —Hollywood continúa siendo una maquinaria prodigiosa para condimentar afectos— previa al Día del Amor y la Amistad y también para las navidades, está en función de estas grandes fechas memorables. Solo basta haber vivido este momento en Estados Unidos, para comprobar cómo la programación trasciende los principales problemas que aquejan interna y externamente esa sociedad. Tendríamos que añadir las redes sociales, puesto que funcionan con la misma lógica de la televisión. Una réplica pertinente.

II

De las decenas de comentarios que mereció mi afirmación, a manera de ilustración, solo voy a transcribir dos. Uno de Elbita Rostrán y otro de Humberto Vela.

Por arte de magia, el Día del Amor y la Amistad se produce una tregua, ajustamos nuestro ánimo para hacer felices a nuestras esposas y/o novias. Las diferencias quedan pospuestas. El mal trato se interrumpe. Ese día todo es amor. Tenemos que amarlas porque así lo dicta la ocasión. Nuestros afectos han venido siendo condimentados a través de los años. Los medios son los encargados de llevar adelante esta delicada misión. Siendo las principales agentes de socialización, a ellos corresponde nutrir nuestros sentimientos. Algo halagador si no fuese para que los mercaderes abulten sus bolsillos. Algunos objetarán que nada tiene de malo contribuir a la creación de un clima propicio para que las parejas se compenetren. Nada más fácil que demostrar lo contrario.

Nuestro cariño ha sido moldeado para mostrar ese día —precisamente ese día y no otro— el más grande afecto por nuestra novia o pareja. La presión social que ejercen los medios con relación a estos festejos es mensurable. A eso obedece que les haya sido trasladado este soberbio compromiso. Ninguna otra institución, ni siquiera el aparato educativo, puede hacerlo con idénticos resultados. El poder lúdico de los medios es fascinante. Las piezas publicitarias han sido elaboradas de tal forma, que las que no reciban ningún regalo no se sientan valoradas ni gratificadas por sus novios o maridos. Hay personas que ahorran, pese a las dificultades que viven en casa, con tal de hacerles un regalo, atendiendo los llamados y la presión que ejercen los medios.

Otra forma de sentir la presión social mediática, se aprecia a través de la necesidad compulsiva de adquirir al crédito teléfonos móviles de última generación —un objeto altamente deseado— o bien televisores Smart TV. Las formas de ver televisión cambiaron. Eso impone la urgencia de suscribir contratos con Netflix, HBO, Amazon Prime o Disney+. Es para estar a la moda. El Día del Amor y la Amistad también se convirtió en momento propicio para la compra de joyas. Pueden adquirirse a plazos. Los negocios están a la caza de compradores. Joyería Garzón las oferta a través de préstamos con Banpro, a 12 meses de plazo. Con los teléfonos ocurre algo similar. El financiamiento bancario corre por cuenta de los mismos negocios. Ellos se encargan de conseguirlo.

La afirmación de Gabriel García Márquez, en El amor en los tiempos del cólera (1985), aunque de una crueldad inaudita, es realista. Gabo sostiene en su celebrada novela que “Si la mierda llega a tener valor algún día los pobres nacerán sin culo”. Al nacer desculados, los pobres jamás podrán encularse. En la Sociedad de consumo dirigido, el tamaño del afecto está en proporción directa con el costo del regalo. Algunas ingenuas lo ven de esta forma. Entre más caro el regalo mayor es la muestra de amor. Esto supone que únicamente quienes tienen plata de sobra, gozan de un gran corazón. A mí me resulta fastidioso regalar para el Día del Amor y la Amistad o para las navidades, algo que puede adquirirse en el mercado. Soy partidario de obsequiar algo más íntimo, nacido de mis entrañas.

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Guillermo Rothschuh Villanueva

Guillermo Rothschuh Villanueva

Comunicólogo y escritor nicaragüense. Fue decano de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Centroamericana (UCA) de abril de 1991 a diciembre de 2006. Autor de crónicas y ensayos. Ha escrito y publicado más de cuarenta libros.

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