13 de diciembre 2024
Nicaragua sigue demostrando ser una economía rezagada, con un Gobierno determinado a navegar entre la pobreza y el populismo. A pesar de la propaganda de los buses chinos, el país sigue viviendo en una economía bastante desigual y con poco crecimiento económico. El año que viene exhibirá una tasa mediocre del 3%.
Un país que depende de expulsión de migrantes
El crecimiento económico de Nicaragua ha sido exclusivamente resultado del aumento significativo de las remesas.
El volumen, así como el ritmo de movimiento de dinero en estos cinco años 2019-2024, ha sido el principal motor económico, de manera tal que ha incidido en el crecimiento e incluso en el sostenimiento social. Más de un millón de hogares reciben remesas, cuando en 2018 eran menos de 600 000.
Sin el auge de remesas en 2021-2024 la economía hubiera crecido a 1.5% anualmente.
Las remesas captan el 35% del consumo privado (léase lo que gastan las personas y empresas en conjunto). Estadísticamente, la correlación entre el ingreso nacional y los factores económicos muestra que por cada dólar que entra en remesas, la economía crece un dólar. Ni la inversión privada, el gasto del Gobierno o el comercio externo tienen el mismo efecto, a lo sumo aumentan el ingreso en promedio por 0.75 centavos por cada dólar que producen o gasten.
Estadísticamente, la inversión pública no tiene un efecto significativo sobre el ingreso nacional, situación que confirma que esos fondos no están beneficiando al entorno nacional —esas construcciones de carreteras solo enriquecen al clan gobernante.
En relación con las remesas, estas crecieron 13%, un tercio de lo que creció en 2023. La tendencia de las remesas en 2025 es de un crecimiento no mayor al 6%, situación que tendrá un impacto sobre el consumo privado.
El impacto de las remesas sobre el consumo privado ha sido gigantesco estos últimos seis años: por cada dólar en aumento de remesas, el consumo privado aumentó en 160%, lo que indica que un desaceleramiento de las remesas en un tercio en relación con este año, reducirá el crecimiento del consumo a menos de 3% anual —y hay que tener presente que el consumo privado es 84% del ingreso nacional.
El contexto externo de guerra comercial en 2025
Para el 2025 el ritmo del comercio externo crecerá menos de 3% (este año no creció) ya que Nicaragua está compitiendo contra otros mercados, su nivel de importaciones sigue siendo 130% superior a las exportaciones, y la guerra comercial que se avecina podrá afectar el valor de sus exportaciones y los costos de las importaciones. Esta guerra comercial no contabiliza las posibles penalidades que la Comisión de Comercio Exterior de Estados Unidos imponga sobre Nicaragua apoyada en la sección 301 de su Ley de Comercio. Esta investigación contempla cuatro grandes áreas, incluyendo las consecuencias de las mal llamadas reformas constitucionales sobre la relación comercial. Ya de por sí, la inversión extranjera ha disminuido, las empresas de la zona franca han caído de 191 a 175 en los últimos cinco años, y la contratación de mano de obra ha disminuido a 121 000 trabajadores, a nivel de 2017.
El déficit comercial que está creciendo no ha sido compensado con aumento en exportación o en productividad en otros sectores internos de la economía, lo que está acumulando un peso sobre las reservas.
El endeudamiento externo del régimen está disminuyendo, aunque siempre dependiente del BCIE. La disminución es porque la capacidad de obtener nuevos préstamos se ha reducido. En 2024 Nicaragua recibió menos desembolsos de préstamos y su inversión pública (que va en obras públicas administradas por militares y para beneficio de sus empresas familiares) también fue menor.
Sin embargo, el país siguió pagando fuertes cantidades en amortización de su deuda. Tanto es así que el servicio de la deuda este 2024 fue mayor que los desembolsos de préstamos.
A pesar de todos los anuncios del apoyo chino en financiamiento en obras públicas en Nicaragua, la realidad es que al fin del año, de los cerca de USD 1000 millones en préstamos, China solo ha soltado USD nueve millones, es decir, menos de 0.1% de lo que ofreció prestar. El otro año, es probable que aumente su desembolso, pero siempre en pequeñas cantidades.
Aparte del apoyo de las remesas, la economía se ha sostenido con base al consumo, pero no en la producción, por lo que no ha generado nuevos empleos, a pesar de que la migración de 100 000 personas en 2024 representó una válvula de escape ante el hecho que este año solo ingresaron 80 000 nuevos adultos a la fuerza laboral.
Finalmente, y a pesar de las anécdotas que dicen algunos que la gente sigue activa en el comercio, el hecho es que la confianza de inversión privada interna no ha crecido, ni superado los niveles de 2018, la relación inversión-consumo privado sigue estando por debajo del 19%, 5% menos que en 2018 y para atrás.
El rentismo y la cleptocracia
Aunque el FMI diga que la política fiscal es buena, las causas de por qué lo son, tienen que abordarse ya que las consecuencias macroeconómicas de vivir en una dictadura son negativas en el lapso del tiempo.
La captura del Estado, en la que la cleptocracia beneficia económicamente a la élite no muestra dinamismo, sino parasitismo que le chupa recursos al Estado a través de los préstamos y el clientelismo. Mientras tanto el país paga amortizaciones de préstamos que la gente no va a disfrutar en su calidad de vida. Igual ocurre con los impuestos ya que estos están reportando poco beneficio social.
Mas bien el régimen ha creado un sistema social desigual que está dividido en tres sectores: los que son clientes del régimen y transan lealtad a cambio de ingreso; los que reciben remesas, y el resto de la población. El primero representa menos del 15% de hogares (200 000), que incluye empleados públicos, y los socios comerciales de quienes trabajan en el círculo económico de poder liderado por gente como Moreno. El segundo está constituido por más de un millón de hogares, y el tercero son más de 600 000 hogares en la economía informal.
Aun con traslapes entre estos sectores, el ingreso per cápita que de por sí ya es bajo, está desigualmente distribuido con más de un tercio de los hogares viviendo de menos de USD 150 mensuales. Si a esto se suma que ya la oferta universitaria cayó casi en 70%, la población joven vive con menores oportunidades de obtener mejores ingresos.
El bajo rendimiento económico del país ha justificado las medidas económicas de control del tipo de cambio frente a una economía altamente dolarizada. Sin embargo, el impacto en el largo plazo es devastador ya que la fuerte continuidad de mano de obra en la economía informal, sin un aumento en el empleo formal, y peor aún en buenos empleos, aunado a la salida de empresas transnacionales reduciendo contratación de mano de obra semicalificada, y con gente sin oportunidades de buena educación universitaria, lo que hace es mantener un país con bajos niveles de productividad y en un contexto de rentismo económico ante la ausencia de incentivos para invertir para la persona promedio.
De hecho, aunque la oferta de crédito ha aumentado gradualmente, ese crecimiento realmente es resultado de la demanda por la vía del consumo. El crédito agrícola ha disminuido, mientras que el crédito al consumo ha aumentado, especialmente a tarjetas de crédito —de 6 a casi 8% del crédito total.
El panorama futuro no da indicios de mejoría frente a un sistema dictatorial y cleptocrático. Los sectores económicos del círculo de poder así como el gran capital, especialmente en agricultura y banca saben que la rentabilidad económica de un país como Nicaragua está en declive. La solución a Nicaragua sigue siendo política y todos tienen que ver cómo mejorar la calidad de vida de sus nietos. Al final, en la medida que se va achicando el círculo de poder, los nietos no podrán gozar de privilegios otorgados por los dictadores, por lo que es mejor pensar en cómo irse ya al lado bueno de la historia.