4 de abril 2020
Desde hace semanas, la mayoría de los nicaragüenses hemos juntado fuerzas para prevenir el contagio por coronavirus. Miles de familias han puesto en práctica medidas de higiene y protección. Se han iniciado acciones de solidaridad para apoyar a quienes más lo pueden necesitar.
El régimen de la familia Ortega Murillo, que está en control de las instituciones estatales, ha actuado en el sentido contrario. Ha difundido información falsa, descalificando y disminuyendo el posible impacto de la enfermedad en las personas y en la sociedad. Ha promovido todo tipo de actividades que contribuyen a la propagación más acelerada del virus; ha obligado a niñas y niños a asistir a las escuelas y amenazado a sus docentes y ha prohibido el uso de medios de protección entre el personal de salud. El régimen ha impulsado una campaña de criminalización del uso de la mascarilla de protección, calificando de “golpistas” y “terroristas” a quienes las usan y ha conducido a sus adeptos a todo tipo de actividades de riesgo para su salud, las de sus familias y sus comunidades. La represión se ha extendido, ahora, a quienes promueven la prevención y los cuidados de la salud.
Mientras cierran empresas y negocios de todo tamaño y se disminuye gravemente la actividad económica, con un severo impacto en los empleos e ingresos de miles de familias, la dictadura se mantiene de brazos cruzados. Miles de ancianos y ancianas que se encuentran en condición de riesgo elevado y de gran vulnerabilidad y familias en condición de pobreza, están siendo dejadas de lado, libradas a su suerte y a la solidaridad de sus vecinos. Las necesidades del pueblo y los objetivos de la dictadura son diametralmente opuestos.
A la dictadura lo único que le interesa es aprovechar la pandemia del coronavirus para evadir las sanciones, acceder a recursos que le permitan oxigenarse, y continuar atornillándose al poder.
Los nicaragüenses necesitamos apoyo internacional para enfrentar la pandemia, para la protección a los más vulnerables, pero no confiamos en la dictadura para administrar esos fondos, que sin duda, los dirigirían a fortalecer su aparato represivo, a programas clientelistas y politiqueros, entregando ayuda a sus allegados, de parte del “comandante y la compañera”. Por eso, los fondos que puedan obtenerse deberán contar con estrictos mecanismos de supervisión internacional y nacional para asegurar que efectivamente se orienten exclusivamente a paliar los efectos de la pandemia para beneficio de todos los nicaragüenses.
Hay quienes hablan de la necesidad de una “tregua” para enfocarnos en el combate a la pandemia, pero esto es un sinsentido. Aquí no hay una guerra ni nada que se le parezca para que hablemos de “tregua”, lo que ha habido es un ataque sistemático e incesante del régimen de los Ortega Murillo contra el pueblo nicaragüense, que ha causado centenares de muertos, miles de heridos y lesionados, miles de secuestrados y apresados, decenas de miles de exiliados, medios de comunicación robados y miles de personas perseguidas. La dictadura mantiene confiscados los derechos ciudadanos a punta de represión policial. En este mes de abril, justamente, se cumplen dos años de los primeros asesinatos de jóvenes que protestaban demandando libertad para Nicaragua. A ellos y a quienes fueron asesinados en las jornadas posteriores, les debemos una actuación decidida en este nuevo momento de crisis.
Los nicaragüenses no necesitamos una “tregua”, sino la libertad de los presos políticos, el restablecimiento pleno de nuestros derechos y libertades, el retorno seguro de los exiliados, justicia para los responsables de crímenes y un país con democracia.
Exigimos al régimen que asuma su responsabilidad en el control de la pandemia del coronavirus; en la atención de salud a quienes lo necesiten, sin discriminación de ninguna especie; en la protección a las personas y familias en condición de mayor vulnerabilidad y riesgo; en la protección debida al personal de salud. Exigimos que el régimen asuma su responsabilidad con acciones que protejan los empleos y los ingresos de las familias.
Exigimos transparencia, rendición de cuentas, trato justo y equitativo, cese total de la represión y cumplimiento de los acuerdos de marzo de 2019. Las y los nicaragüenses, ahora más que nunca necesitamos la democratización del país.
Es un error, en el mejor de los casos, creer que esto no es político, por el contrario, es eminentemente político porque son las decisiones políticas de la dictadura las que nos tienen desarmados frente a la pandemia y acelerando el deterioro de las condiciones de vida del pueblo. La única manera de aliviar la crisis que sufrimos y que la pandemia la agrava dramáticamente, es contando con un gobierno democrático y responsable, uno que pueda convocarnos a todos, incluidos a los partidarios del régimen, que junte esfuerzos para que todas y todos podamos estar más seguros, mejor protegidos para superar las consecuencias de esa gravísima crisis.
Mientras tanto, nos corresponde actuar desde las familias, los barrios, las comarcas y los lugares de trabajo, para prevenir el contagio por coronavirus, multiplicando la solidaridad en cada espacio, en cada sitio, en cada oportunidad.
Presidenta MRS
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