22 de mayo 2019
Nicaragua apenas con el primer año de crisis es tan frágil que hasta las lluvias la pueden llevar a un colapso energético. Naturalmente factores como el retiro total de la cooperación bolivariana, la enorme fuga de capital, la mala calificación de riesgo país y la total dependencia del nuevo socio petrolero definen un panorama poco luminoso.
La cooperación venezolana que inicio en el año 2008 llegó a su máxima expresión en el 2012 alcanzando los $729 millones de dólares. Un trato entre caballeros para el bien de los pueblos que término siendo víctima del olvido. Para el 2017 dicha cooperación sumó apenas $102 millones y desaparece casi por completo con solo $9 millones en el primer semestre del 2018. El gobierno de Nicaragua fue reaccionando y sustituyó al petrolero bolivariano por un comercialmente mucho más estable, los Estados Unidos. La forma de pago al petrolero del norte es como en el mundo real, barril caído barril pagado.
El monto de las reservas en dólares del Banco Central es secreto de estado. El último reporte en la web del Banco Central del 31 de Diciembre del 2018 indica que las reservas sumaban $2261 millones de dólares. El pánico no es buen consejero, la incertidumbre tampoco, las autoridades monetarias después de un balance entre esas dos posibles posiciones de los inversionistas optaron por el hermetismo. Considerando el descenso promedio mensual registrado a partir del 18 de abril 2018 con reservas de $2911 millones de dólares tendríamos para mayo de este año unos $1970 millones en reservas netas. Si ajustamos estas reservas netas deduciendo fondos no disponibles, como encaje legal bancario y fondos de garantía (FOGADE) quedan disponibles unos $1100 millones de dólares. El sigilo del Banco Central tiene sólido fundamento.
Para finales del 2018 las empresas de rating más importantes nos habían degradado. Moodys Rating por ejemplo clasificó en noviembre 2018 con “B2” el perfil crediticio de Nicaragua, una nota para invertir con un alto nivel especulativo. Esta misma agencia finalizó una nueva revisión el 28 de febrero y entre sus consideraciones claves está un bajo nivel de ingresos y un serio deterioro de las perspectivas de crecimiento debido a la actual crisis política. El informe advierte una fortaleza institucional muy baja para ejecutar políticas fiscales y monetarias. El 8 de abril el comité calificador muestra mucho mayor pesimismo frente a la resolución de la crisis sociopolítica. Una nueva calificación de riesgo país está por ser publicada en las próximas semanas. Nicaragua es candidato a la nota “C” de la que goza Venezuela, esta equivale en el mercado financiero a un basurero crediticio.
Las importaciones petroleras de los primeros meses de este año gracias a la depresión económica decrecieron en un 21% en relación al 2018. La factura de petróleo, combustibles y lubricantes es según el Banco Central de $72 millones de dólares mensuales. La composición por país de origen para febrero de este año otorgó a los Estados Unidos el 80% de la cartera petrolera. Entre Antillas Holandesas, Estonia, Guatemala, Italia y México se reparten el 20%. De México proviene el 1% y Venezuela aparece en las estadísticas del Banco Central como un dato histórico con el 0% tanto en enero como en el mes de la amistad.
Las condiciones financieras para Nicaragua son adversas, la capacidad de respaldar temporalmente las importaciones petroleras con las reservas internacionales del Banco Central están muy reducidas, una peor calificación de riesgo país cerraría las pocas opciones crediticias y la dependencia de prácticamente un solo proveedor energético genera una alta vulnerabilidad. Por si faltara poco para que explote una crisis energética llegó la estación lluviosa.
La diversificación energética de Nicaragua es ejemplar, fuentes renovables como biomasa, eólica, geotérmica, hidroeléctrica y solar se combinan con las térmicas de bunker y diésel. Algunas de estas fuentes limpias son estacionarias. La temporada lluviosa saca del mercado por ejemplo a los molinos de viento. Este 16 de marzo por ejemplo reportó el Centro Nacional de Despacho de Carga que a las 15 horas con 15 minutos el 72% de toda la energía eléctrica del país estaba siendo abastecida por la producción térmica de bunker y diésel. En ese mismo momento aportaban el restante 28% casi en partes iguales la geotermia y la biomasa. Para los meses de junio a Septiembre pasa a pausa estacional la biomasa de los ingenios y la dependencia de petrolera llegaría a alcanzar hasta el 82%. De enero a febrero aumentó el consumo de petróleo para uso término en un 34%, la importaciones de combustible por el contrario se redujeron en un 13%, menos tráfico en las calles, pero mayor demanda de bunker.
Un colapso energético transformaría en pocas semanas al país en un lugar que nadie tiene fuerzas para imaginar. El gobierno de Nicaragua ha depuesto sus posiciones ideológicas para sustituir oportunamente a Venezuela como socio petrolero y optar por los Estados Unidos como principal proveedor del oro negro. La nación norteamericana es al mismo tiempo con más del 40% el principal destino para las exportaciones nicaragüenses. El camino de deponer posiciones políticas o ideológicas parece ser acertado y bien se puede aplicar de manera integral para resolver la compleja crisis sociopolítica.