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La caricatura nicaragüense y los exageradores irónicos

El libro de Juan Velázquez Molieri deja la pauta acerca de cómo divulgar con cariño las obras de los exageradores burlescos nicaragüenses

Portada del libro "Caricaturas y caricaturistas nicaragüenses".

Onofre Guevara López

20 de julio 2024

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Mucho de psicólogo ha de tener un caricaturista para poder captar los rasgos más característicos de un personaje que le permite “retratarlo” con escasas líneas de su lápiz y ofrecerle al público una imagen irónica que, partiendo de los rasgos físicos naturales del modelo, le facilita su identificación. Con esas sencillas líneas refleja los rasgos nobles del personaje y, cuando se trata de un político, en su cara le toca reflejar su oficio… generalmente, no muy santo.

El caricato o la caricatura, es un término italiano que significa exagerado, por lo cual sería lógico reconocer al caricaturista como un… exagerador irónico. Es que las caras, imágenes o situaciones de las cuales se burla el caricaturista, las hace reconocer con pocos trazos y ganarse la aceptación de los lectores quienes a veces, o casi siempre, les atrae más una buena caricatura que un artículo de cualquier publicación impresa o digital.

Por ello, la caricatura justifica en sí misma la acertada sentencia de que… “una imagen dice más que mil palabras”. Eso es así, porque la caricatura bien hecha –aunque parezca contradictorio decir “bien hecha”, tratándose de una deformación de los rasgos físicos del modelo— suele ser más explícita que una descripción literaria de los personajes o de una situación.

El objetivo social del trabajo de los exageradores irónicos es denunciar vicios de los personajes –y las virtudes cuando las tienen— y, en simultáneo, causar risa o contento con su estilo o las formas como las realiza. En este tiempo de la comunicación digital, se puede decir que realiza y publica, desde cuando la comunicación aún no se liberaba de la imprenta. Ahora, la televisión e Internet liberan la información y esclavizan a la humanidad a sus pantallas.


Otro ángulo del trabajo de los caricaturistas es hacer una labor política no partidista, sino política en el sentido platónico de ver al ser humano como “animal político” en lo social –aunque hubo quienes hicieron caricaturas con fines políticos partidarios por encargo.

El trabajo de estos estudiosos de los “animales políticos” y a la vez exageradores irónicos, por su sentido crítico satírico –y por políticos— chocan inevitablemente con la gente del poder. En términos éticos siempre vence el caricaturista con las armas de su arte, pero es vencido por las armas del poder.

No todos los caricaturistas han sido trabajadores de los medios de prensa ni este arte ha sido para ellos fuente de subsistencia, sino una habilidad compartida con su formación académica, por lo cual en el libro de Juan Velázquez Molieri, vemos a exponentes de la ciencia, de la investigación histórica y pertenecientes a esferas sociales de buen nivel que son reconocidos por sus actividades profesionales, además de como artistas. Por no depender de su arte, podría decirse que son caricaturistas aficionados, y en verdad, solo lo son en el sentido de no haber tenido una relación laboral con ningún medio de prensa, pero son profesionales desde el punto de vista de su trabajo técnico y artístico.    

Pero… ¿a qué viene esto, y por qué decimos todo esto?

Viene de que el amigo Juan Velázquez Molieri, abogado y periodista, me ha dado el privilegio de escribir este prólogo para su libro sobre la obra y (en cuanto le fue posible) de la vida de muchos caricaturistas nicaragüenses, de todas las épocas del periodismo nacional. Y lo decimos, porque de esta satisfacción de hablar de la caricatura, me nace recordar a Roger Sánchez, quien quizá fue el más joven en alcanzar madurez con su trabajo y, también, por haber desaparecido demasiado joven.

Con su trabajo creador, Róger no dejó personaje ni situación inmune ni tema que se le ocultara. Fue el exagerador irónico que con su arte y sin caer en la vulgaridad, incursionó en los temas eróticos. Otro mérito suyo, fue que él nunca se cohibió en su labor crítica; ni se dejó censurar en La semana cómica de los 80, cuando más de una vez la mojigatería le mostró los dientes. 

En las páginas de este libro, Velásquez Molieri deja constancia también de su reconocimiento –pienso que será compartido con los lectores— del trabajo creador de estos artistas gráficos del periodismo cuya mayoría desempeñó su labor en la prensa escrita, histórica, de nuestro país. Es certero también pensar que Velázquez Molieri, revela patriotismo y cariño en su libro al rescatar a estos artistas gráficos, injustamente olvidados.

Comparto este cariño de Velázquez Molieri por los caricaturistas, desde cuando comencé a leer periódicos en 1940, y tuve la bienvenida de parte de Panchito y la Rana en el diario La Noticia. Digo mejor: la bienvenida me la dio su creador, Chilo Barahona, caricaturista de aquel histórico diario capitalino.   

Y miren de lo que son capaces las causalidades o casualidades para ligar hechos inverosímiles: más de 62 años después de aquel encuentro con Panchito y la Rana –y cuando ya había pasado tanta agua bajo el puente, como aguas servidas han caído sobre el Lago Xolotlán, por cortesía de Chema Moncada. Sucedió que la Alcaldía de Managua, entonces conducida por Herty Lewites, nos entregó a un grupo de periodistas la Orden Juan Ramón Avilés… ¡el director de La Noticia!

Es posible que los lectores de este libro guarden muchos recuerdos acerca de la obra y la vida –y ojalá sepan algo más de las vidas— de varios de los artistas gráficos de la prensa escrita de épocas pasaditas de tiempo, y puedan exponérselas a don Juan Velázquez, para posibles futuras reediciones de su libro. De los caricaturistas más actuales sobran los documentos fílmicos de sus obras, y serán conocidas por los nicaragüenses del futuro; un futuro que, por muy brumoso que se mire desde ahora, llegará… y deberá ser mejor.

En este libro, Juan Velázquez Molieri, deja la pauta acerca de cómo divulgar con cariño las obras de los exageradores burlescos nicaragüenses.

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Onofre Guevara López

Onofre Guevara López

Fue líder sindical y periodista de oficio. Exmiembro del Partido Socialista Nicaragüense, y exdiputado ante la Asamblea Nacional. Escribió en los diarios Barricada y El Nuevo Diario. Autor de la columna de crítica satírica “Don Procopio y Doña Procopia”.

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