23 de febrero 2022
Cuando en Nicaragua, el general Moncada, jefe de los liberales, le preguntó a Sandino quién le había dado el título de general, este le respondió: mis hombres, señor. Y sus hombres eran un puñado de desarrapados, obreros y campesinos, los que se enfrentaron con machetes y viejos fusiles a la mejor tecnología militar de la época. Razón de sobra existía, entonces, para calificar a los soldados de Sandino como un “pequeño ejército loco”, como lo hizo nuestra poetisa Gabriela Mistral.
El Ejército Defensor de la Soberanía Nacional, formado y encabezado por el general Sandino, libró una guerra de seis años para expulsar de Nicaragua al poderoso Ejército de los Estados Unidos. Su lucha culminó exitosamente el 1 de enero de 1933. Los invasores norteamericanos debieron retirarse con la cola entre las piernas. La energía desplegada por Sandino para desafiar la agresión y en defensa de la autonomía y dignidad de su patria le significó el apoyo de notables personalidades a nivel mundial y latinoamericano: Henry Barbusse, Haya de la Torre, Gabriela Mistral, Alfredo Palacios, entre otros.
Un año después del triunfo de Sandino vino la traición. La noche del 21 de febrero de 1934, momentos después que Sandino se había reunido con el presidente Sacasa para finalizar las negociaciones de paz entre las fuerzas políticas de Nicaragua, lo detuvo una patrulla de la Guardia Nacional. Allí, sin más trámite, se cumplieron las instrucciones del jefe de la Guardia Nacional, Anastasio Somoza García, de fusilar al héroe nicaragüense, junto a sus dos lugartenientes: Estrada y Umanzor.
Los norteamericanos derrotados utilizaban a su esbirro para vengarse del patriota latinoamericano. A los 38 años de edad terminaba abruptamente la vida de uno de los hombres que, junto con Bolívar, le ha regalado más dignidad a América Latina. Por su parte, Somoza inauguraría una de las dictaduras más longevas de continente, la que continuó con su hijo del mismo nombre.
Gabriela Mistral, destacada por el propio general Sandino como la abanderada intelectual femenina del Ejercito Defensor de la Soberanía Nacional, expresó su admiración al patriota nicaragüense al señalar: “Sandino carga sobre sus hombros vigorosos de hombre rústico, sobre su espalda viril de herrero o forjador, con la honra de todos nosotros. Gracias a él la derrota nicaragüense será un duelo y no una vergüenza”. Es notable que el artesano rústico, sin mayor formación intelectual, elaborara todo un pensamiento político, recogido en abundantes cartas y manifiestos, dirigidas a los agresores, a políticos nicaragüenses y a personalidades de todo el mundo.
De su pensamiento político se destaca el “Proyecto que el Ejercito Defensor de la Soberanía Nacional presenta el 20 de mayo de 1929 a los Gobiernos de los Veintiún Estados Latinoamericanos”. En 44 puntos Sandino propone la integración política y económica de la región, de los que llama la atención:
- El rechazo a la doctrina Monroe;
- El establecimiento de la ciudadanía latinoamericana;
- La constitución de la Corte de Justicia Latinoamericana, como instancia arbitral para resolver los conflictos intrarregionales;
- La formación de un Ejército para defender la soberanía regional latinoamericana;
- La compra, mediante un Comité de Banqueros Latinoamericanos, de los bienes controlados por los Estados Unidos sobre el Canal de Panamá, quedando este bajo dominio absoluto de la nacionalidad latinoamericana;
- La unificación de las tarifas aduaneras de los veintiún Estados frente al exterior, con un descuento del 25% para el comercio intrarregional, mientras que todas las expresiones de la cultura y las ciencias deberían tener franquicia absoluta entre los Estados latinoamericanos.
La actualidad de su pensamiento es indiscutible. Con esta propuesta el general Sandino daba continuidad al pensamiento de Bolívar, adecuándolo a las realidades de los años 20 y a las exigencias de defender la soberanía de América Latina frente a la Doctrina Monroe. Los que creemos que América Latina es una, dentro de su diversidad, reconocemos en Sandino una inspiración indispensable, aun cuando las realidades de hoy se diferencien de las existentes en los años 20.
Desde luego, en este siglo la apertura al mundo se ha convertido en una realidad insoslayable, con impactos abrumadores sobre nuestras sociedades. Por ello, trabajar en favor de la convergencia económica latinoamericana, con una efectiva coordinación política constituye uno de los más serios compromisos para afirmar la identidad regional. Es precisamente la unidad latinoamericana, en la que creyeron Bolívar y Sandino, el verdadero sello de garantía para avanzar en nuestro desarrollo con autonomía y dignidad.
Recordar al general de hombres libres, Augusto Cesar Sandino, es colocar en la agenda regional la necesidad urgente de la integración, hoy día vulnerada y dividida por intereses económicos y políticos ajenos a la región.
El 21 de febrero se cumplieron 88 años de la muerte del general de hombres libres, Augusto César Sandino. Sin embargo, hoy su memoria ha sido mancillada por Ortega, quien ha construido una nueva dinastía familiar. El nepotismo, la corrupción y los asesinatos masivos contra ciudadanos indefensos han borrado de una plumada el proyecto democrático y libertario que imaginó Sandino y que intentaron impulsar sus seguidores en la gesta del 19 de julio de 1979, que derrotó a la dictadura somocista.
*Artículo publicado originalmente en elDesconcierto.