25 de octubre 2016
Al oscuro proceder de Almagro en torno a su informe sobre la situación política de Nicaragua, y su propuesta de un “diálogo” posterior a las llamadas elecciones, no requiere de mucha audacia analítica para descubrirles sus intenciones de distraer a la oposición y de bajarle intensidad a la campaña por la abstención, más que en torno a una “campaña electoral” casi inexistente. Para sospechar eso, hay sobradas razones que emanan de la siempre retorcida conducta del orteguismo en el manejo del Estado y la no menos demagógica conducta de la OEA. Pero, a pesar de verse cómo tiran al cesto de la basura la demanda de suspender la farsa electoral par organizarlas de verdad, no ha hecho cambiar la endeblez de algunos opositores.
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Es notoria su insistencia en llenarse de esperanzas casi infantiles en la función de la política exterior de los Estados Unidos, y en la de sus organismos como la OEA. Pareciera que esos políticos opositores no advierten que Ortega nunca cederá nada esencial ante la OEA, y no porque le anime algún sentimiento patriótico, sino porque con una oposición dividida y débil sus planes no corren riesgos importantes como para variarlos por causa de un, hasta hoy, misterioso informe. Y un diálogo impreciso y tardío, tampoco tendría para él ningún riesgo. Pese a ello, algunos renuevan sus esfuerzos en la “roza del camino” para su romería hacia la capital norteamericana o a Miami, tras ex presidentes pro fascistas, como Aznar, y políticos “latinos” cooptados por el sistema político norteamericano como representantes y congresistas.
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Ante hechos tan reales y brutales, hay quienes le dieron consejos a Ortega para que no cometa el mismo “error” de Somoza Debayle de no hacerle caso al reclamo de la OEA de que abandonara el poder, para después salir huyendo, lo cual, suponen, podría pasarle igual a él. Sin embargo, les gusta olvidar que lo ocurrido a Somoza Debayle no fue por su falta de obediencia a la OEA, sino por el hecho de empecinarse en no respetar el clamor y la voluntad popular y nacional de verse libre de los crímenes de su dictadura, reclamo que venía siendo expresado desde muchos años atrás por la vía cívica y por la vía militar. La vía armada, primero la utilizaron militares rebeldes con intentos de golpes de Estado, separados de la actividad popular y, finalmente, con la lucha cívica simultánea con la acción militar, hasta hacerlo caer. Hoy, no existe desplegada ninguna de esas dos vías, ni siquiera una importante actividad de masas.
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El hecho de que la gestión de la OEA y la diplomacia de algunos de sus países miembros, tuviera su importancia, es algo innegable, pero fue una ayuda relativa; lo fundamental fue que el carácter popular y lo justo de la lucha cívica-militar, ya era incontenible y por eso se apresuraron primero a tratar de salvar al “somocismo sin Somoza” y después a evitar la extensión regional del conflicto. La mediación o intervención de la OEA, ocurrió después de muchos años de lucha y de sacrificios del pueblo, sobre todo de sus jóvenes. ¿Y en dónde estaba y qué hacía la OEA antes de que la rebelión del pueblo tuviera “en tres y dos” a la dictadura? ¿Necesito responderme? Hasta la pregunta es necia. Lo que vale la pena reafirmar, es que la OEA hubiese seguido indiferente en su función pro gringa, si la población hubiese estado tan pasiva como hoy lo está ante la ofensiva antidemocrática del orteguismo.
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Muy fácil resulta suponer que, en consecuencia, si la oposición continúa esperanzada en lo que pueda hacer o quiera hacer la OEA –con su mediación, diálogo, vigilancia electoral o “recomendaciones” sobre lo que se le antoje— aquí todo seguirá empeorando. Seguirá sin poder tener una alternativa progresista, mientras no exista una oposición organizada, amplia, unitaria, combativa, con un programa político realista, democrático, patriótico y ligado a las demandas más legítimas como la derogación del onerosos tratado canalero. Y si pudiera ser diversa en lo ideológico, mucho mejor. Pero sin hacer concesiones a la política exterior de ningún país, y sin prejuicios ideológicos, para solo depender de las necesidades históricas y la voluntad del pueblo nicaragüense.
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Aunque pensar en que vamos a comenzar ahora para cumplir mañana, o para el 6 de noviembre de este año todas las exigencias expresadas, sería algo que tendría más de utópico que de realista. Pero por algo deberá empezarse con esas tareas y, más importante aún: hay que empezar con algo, y ese “algo” pudiera ser “nacionalizar” nuestra actividad política en dos sentidos: uno, llevar la lucha organizada a todo el país, y dos, no seguir mirando hacia el exterior a esperas de soluciones milagrosas. De afuera, solo conviene la solidaridad de quienes puedan darla sin las condiciones –a veces simuladas y a veces abiertas— con que vienen las “ayudas” de organismos oficiales de los países ricos—, sino de las organizaciones populares, democráticas y progresistas.
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Es lógico, que antes de empezar alguna actividad positiva, deben abandonarse las actividades negativas. Y para que esta demanda no quede confusa, me parece elemental y básico ser sincero y honesto con mi crítica: pienso en el Movimiento Renovador Sandinista (MRS) y los movimientos liberales honestos para encabezar una acción política con nuevo empuje y con la rectificación de la política de las romerías a los centros afines a política exterior de los Estados Unidos. ¿Por qué el MRS? Por su cohesión orgánica (el único partidos sin divisiones internas), su experiencia de organización de la lucha popular y el que ha demostrado ser el más activo. Además, porque lo acredita ante el pueblo, el odio que se ha ganado de parte de la derecha recalcitrante, del orteguismo y del Cosep.
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Pero eso solo podría ser posible, si su liderazgo pudiera rectificar sus actividades políticas proclives a crearse ilusiones sobre la posibilidad de las decisiones tomadas en Washington, sean estas de los funcionarios gringos o de sus secuaces, como los de la OEA. Si no pudieran ni quisieran hacerlo, estaremos convencidos de una segura y prolongada estadía del orteguismo en el poder. Por lo menos, seguiríamos bajo un orteguismo sin Ortega. Dije que sería necesaria la sinceridad, y lo confirmo: la única posibilidad de rectificación, por difícil que parezca, tiene una justificación sencilla y clara:
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Bastaría pensar en las motivaciones de las maniobras y truculencias de Almagro con su informe y su decisión de permitir la consumación de la farsa electoral de noviembre, para venir hasta en diciembre a confirmarla, con el pretexto de “moderar la actual retórica (de los reclamos opositores) que conduce al enfrentamiento, a terminar con las presiones…” Se imaginan a un Almagro… ¡queriendo “impedir” un enfrentamiento y unas presiones que Ortega inauguró desde hace diez años, cuando volvió al poder y lo confirmará con la farsa electoral que Almagro no está interesado en evitar!
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Ahora, me permito señalar a los amigos opositores, la razón fundamental de ese doble juego de Almagro, quien por un lado, es complaciente con el régimen de Nicaragua, y por el otro, enemigo furioso del gobierno bolivariano de Venezuela: en Nicaragua, Ortega es aliado y co-legisla con y a favor del gran capital; en cambio, en Venezuela los empresarios privados financian a una oposición que busca con toda clase de violencia y con ayuda de Almagro, recuperar para ellos el gobierno y para las transnacionales norteamericanas… ¡el petróleo que en Nicaragua nunca han perdido! Si nuestros amigos no logran descubrir esa razón tan obvia, será porque no quieren o porque les gusta su romería.
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Ruperta y Ruperto
- En caso de que no quieran ni les guste a los amigo esta verdad, Rupertá, les prometo que esa verdad la repetiré y explicaré cuantas veces sea necesario…
- Y lo deberás hacer, Rupertó, aunque solo sea por medio de lo poco que aún te queda de voz y ante quienes quieran oírla...
Cronología imperial (*)
1982.- El 2 de abril, Argentina ocupó militarmente las Islas Malvinas, en posesión colonial de Gran Bretaña. Los Estados Unidos apoyaron diplomática y militarmente a las Task-Force britática, que las reconquistaron el 14 de junio. Por esta ayuda norteamericana a los ingleses entró en crisis el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), el que supedita los ejércitos de América Latina al ejército norteamericano en la lucha contra “agresiones extranjeras”.
1982.- En octubre, The Washington Post, informó que los Boinas Verdes norteamericanos entrenaron cadetes del ejército guatemalteco durante dos años, violando la prohibición que el Congreso había impuesto de la ayuda al régimen de Guatemala, violador de los derechos humanos.
(*) Resumida de Guía del Tercer Mundo-86.
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