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Historia de nuestra Constitución y sus violaciones

Toda reelección es el germen, la fuente, la matriz, el principio de toda dictadura

La pareja dictatorial, Daniel Ortega y Rosario Murillo, presiden un acto por los 44 años de fundación de la Fuerza Naval, en agosto de 2024. Foto: CCC

Onofre Guevara López

18 de agosto 2024

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Entre la primera Constitución Política de la República de Nicaragua de 1838 y la última de 1987 mediaron 147 años, y en este lapso tuvieron vigencia once constituciones. A esta fecha, 2024, la última Constitución del 87 sigue siendo la que mayor tiempo ha estado en vigencia: 37 años.

El hecho de ostentar este récord podría sugerir que en el país hay una estabilidad política que en realidad no existe. Tampoco la Constitución Política actual se ha ganado el respeto del régimen orteguista, que pretende inútilmente ser reconocido como la continuidad de la revolución de 1979 que le dio vida escasos ocho años después. Ahora, desde 2007, sus esenciales preceptos sobre los derechos humanos y políticos no tienen aplicación ni los tendrá mientras la yunta dictatorial siga mandando.

Si la Constitución fuera un ente sensible estaría sufriendo el dolor de las mutilaciones. Es el pueblo, sin embargo, el que padece por ello —y por ella— los dolores por la mutilación de sus derechos democráticos y humanos.

Como podría suponerse, las reformas de Daniel Ortega para imponer su reelección no fueron hechas a la Constitución original del 87, porque en su articulado no figuraba el tema de la reelección en ningún sentido. Fueron las reformas que la Asamblea Nacional aprobó en 1995 las que prohibieron tácitamente la reelección en el artículo 147, y más tarde eliminadas por Ortega.


Desde que se introdujo el derecho a la reelección, Ortega ya lleva cuatro. La primera en 2007 —después de gobernar “desde abajo” desde 1991— y las tres reelecciones continuas de 2011, 2016 y 2021. Estamos en 2024, y nada indica que Ortega no pretenderá reelegirse la quinta vez.

II

Las reformas constitucionales de 1995 que prohibieron la reelección presidencial, fue por la iniciativa de la bancada sandinista formada por una mayoría del Movimiento de Renovación Sandinista, encabezada por Sergio Ramírez, y con el apoyo de diputados de los partidos de la UNO. Este es el acápite a) del artículo 147 constitucional que hizo desaparecer el orteguismo:

“a) El que ejerciere o hubiese ejercido en propiedad la presidencia de la Republica en cualquier tiempo del período en que se efectúa la elección para el período siguiente, ni el que la hubiera ejercido por dos períodos presidenciales”. 

La Constitución del 87, además de ser la de mayor tiempo en vigencia, es la única en nuestra historia constitucional (¡historia muy pobre por cierto!) en cuya discusión, antes de ser discutida y aprobada en la Asamblea Nacional, participó toda la población organizada del país, a través de 75 cabildos abiertos constitucionales, para lo cual se editaron 750 000 ejemplares en español, inglés, misquito y sumo del proyecto, distribuidos gratuitamente. También se recibieron propuestas escritas de parte de organizaciones políticas y sociales del país.

Todas estas actividades constitucionalistas, tuvieron la más amplia participación ciudadana. No quedó clase, sectores sociales, políticos ni religiosos que no estuvieran representados en la Asamblea Nacional: políticos liberoconservadores, empresarios, dirigentes sindicales y campesinos de todas las centrales obreras nacionales, más las iglesias católicas y protestantes.

El proceso constitucional comenzó con el nombramiento, en la Asamblea Nacional, de una comisión especial, y esta dividida en varias subcomisiones, integradas por representantes de los siete partidos políticos de todas las tendencias ideológicas que participaron en las elecciones de 1984. La extrema derecha, minoritaria y apadrinada desde el exterior, fue la única abstención registrada.

Previamente, para hacer el estudio comparado se consultaron las constituciones de varios países. La comisión y las subcomisiones visitaron 17 parlamentos: siete latinoamericanos y diez europeos, entre occidentales y orientales. Después de sus informes se procedió a la elaboración del anteproyecto constitucional para su discusión popular de la forma ya mencionada.

De esta manera la revolución dotó al país de la Constitución más ampliamente discutida en toda su historia. De esto no quedan dudas, pues basta recordar que redactar y aprobar todas las constituciones anteriores fue privilegio de las élites políticas y jurídicas de la oligarquía liberoconservadora.

III

Recordar estos esfuerzos constitucionales de los años ochenta, no tiene un motivo nostálgico. De ninguna manera. La motivación principal es indicar que toda reelección es el germen, la fuente, la matriz, el principio de toda dictadura, porque en primer término golpea la democracia interna al menospreciar los méritos, valores y derechos de los miembros de partidos y movimiento políticos de aspirar a recabar la voluntad popular por medio el ejercicio electoral libre, para ser presidente.

Luego, ese menosprecio se extiende al derecho democrático de todo el pueblo de escoger candidatos, porque no se practican las elecciones primarias y lo obligan a votar por el alguien que ha hecho de la carrera política un medio para alcanzar y atornillarse en el poder para enriquecerse, practicar el nepotismo y, en sus ambiciosos devaneos dinásticos, hasta piensan heredar a sus hijos el pode. Es lo que pasa en nuestro país.

Las cuatro reelecciones de Daniel Ortega, la dictadura compartida con su consorte, la práctica del nepotismo y la preparación principesca de la familia para heredar el poder, son aberraciones que matan la democracia, y con su cadáver practican una política con reminiscencias coloniales, y el canibalismo político tropical, sin aros en las narices, pero con metralletas en las manos.

IV

Se reconoce que la izquierda, en la historia y en todo el mundo, ha tenido y tiene más versiones y tendencias que pelos tenían en sus barbas Marx y Engels, y Stalin en los bigotes. Pero eso de llamarle “izquierda dura” a los Maduro y a los Ortega, por ejemplo, es miopía política e ideológica, cuando no especulaciones interesadas con calificaciones gratuitas.

En verdad, solo son dictaduras, porque si fueran de cualquier tendencia de izquierdas verdadera, democrática, al menos tendrían rasgos de la democracia liberal, como el hecho de respetar las libertades públicas y de prensa y opinión especialmente. No censurarían y menos harían lo que hace Ortega: liquidar físicamente los medios de comunicación, robar sus instalaciones, perseguir a los periodistas, obligarlos a exiliarse y desnacionalizarlos en masa. Nunca practicado, ni siquiera en las dictaduras tradicionales.

Con solo practicar la reelección para confirmar su ambición y el sentido de propiedad personal que tienen los dictadores respecto al Estado, se divorcian de lo mejor hasta de las peores democracias liberales burguesas.

Al margen de estas cuartillas

*Un ejemplo de izquierda democrática es Andrés Manuel López Obrador, quien prohibió la reelección y no ha censurado a ningún medio de prensa…

*Con su ejemplo hizo triunfar a Claudia Sheimbaum y no con un fraude; ella ganó con 35 millones de votos, y él había ganado con 30 millones…

*Eso dice que, con buen gobierno, honestidad y no reelección se gana la opinión y la voluntad del pueblo, sin engaños ni robos de elecciones… 

*El apetito reeleccionista de Maduro está entre los primeros motivos de las protestas y de la violencia, porque se burla del pueblo y la democracia…

*Que Maduro ganó o que perdió las elecciones del 28 de julio pasado, no es la única causa del conflicto político social planteado en Venezuela…

*La oposición proestadounidense obtiene su apoyo político y material, porque representa la vuelta a la explotación de las riquezas naturales…

*Esta oposición es fuerte, pero no solo a ella reprime Maduro, sino también al pueblo que sufre las consecuencias de sus anteriores reelecciones…

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Onofre Guevara López

Onofre Guevara López

Fue líder sindical y periodista de oficio. Exmiembro del Partido Socialista Nicaragüense, y exdiputado ante la Asamblea Nacional. Escribió en los diarios Barricada y El Nuevo Diario. Autor de la columna de crítica satírica “Don Procopio y Doña Procopia”.

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