25 de julio 2016
Muchos prefieren una respuesta única y concreta, aunque tenga alta probabilidad de equivocarse, pero yo privilegio la técnica de los escenarios cuando las incertidumbres son altas. Luego podemos discutir sobre las probabilidades de ocurrencia de cada opción, pero por ahora es suficiente saber que todos estos escenarios son posibles. El orden no tiene que ver con esas probabilidades. Nos circunscribimos a dos años. Más allá de eso, paso y gano.
1. Se alarga la agonía: al leer este título mi esposa empieza a erizarse. “Ah, ¿entonces tú crees que es posible que no pase nada a pesar de que el país está destruido?”. El cambio arrancó y creo que es imposible detenerlo. Sin embargo, el periodo en el cual ese cambio puede consolidarse podría ser mayor que el esperado. La convulsión social, hasta ahora, ha sido atendida con represión pasiva y aunque la crisis empeora, es posible que esta situación inestable se prolongue sin que termine de explotar en el período de análisis. La gente podría habituarse a la primitivización y la oposición no logra articularse para ganar suficiente poder de presión para lograr el referendo, diluyendo su fuerza. Se alarga la agonía sin cambios políticos y económicos relevantes en el corto plazo.
2. El referendazo: las instituciones, que lucen férreamente controladas por el gobierno, se sienten en peligro ante la inestabilidad del presidente. En acuerdo con el sector militar, que entiende que reprimir para permanecer abiertamente fuera de ley los compromete adentro y afuera, deciden abrir el compás para un referendo (un evidente derecho constitucional). Es obvio que la oposición ganaría, pero antes debe garantizar el respeto total a los actores institucionales que le abren la puerta. De lo contrario, este escenario es vacío.
3. La explosión inútil: la crisis se hace insoportable. Colapsa el abastecimiento. La convulsión sobrepasa la capacidad de represión pasiva del sector militar y aunque se dividen sobre el tema, necesitan defenderse ellos mismos. Usan la fuerza bruta. Hay dos variantes: defienden el status quo a tiros o deciden tomar ellos el poder por la fuerza. Es un clásico golpe militar y no hay referendo.
4. La negociación militar: desbordada la situación social, el sector militar se niega a usar la represión activa. No se siente confortable ni con referendo ni con elecciones que no puede controlar. Se decanta por presionar un acuerdo que calme los ánimos, pero le garantice su estabilidad futura. Esa negociación no incluye la salida inmediata de Maduro, pero podría ir a un referéndum en 2017, abriendo la posibilidad a un gobierno de transición, con margen de maniobra controlado.
5. La negociación política: el gobierno entiende que su riesgo se agiganta. Está motivado a sentarse a negociar. La oposición, por su parte, se da cuenta que no tiene cómo presionar el referendo y no es ella quien controlaría la anarquía. Decide negociar. Pero, ¿qué? No recibirá el referéndum, porque el gobierno no negociaría su cabeza. En ese caso preferiría la guerra. En esas condiciones, sólo un intercambio muy potente sería atractivo a la oposición. Michael Penfold, ya lo describió muy bien. Recorte retroactivo del período presidencial, liberación inmediata de los presos políticos y cambios en el TSJ y el CNE. Esta negociación no será fácil, pues los negociadores de ambos lados enfrentarán la furia de sus extremos. Y la oposición la tendrá todavía más difícil, porque es ella quien tiene razón y a quien le están violando sus derechos, algunos de los cuales tendrá que ceder para avanzar.
No me cuenten qué escenario prefieren, sino el que creen más probable. Lo tabulamos y analizamos en breve.
Publicado originalmente en ProDavinci.