3 de julio 2024
Una vez fue una carrera que se disputaban los alumnos con mejores calificaciones, pero en los últimos años su matrícula ha ido cayendo en picada. Entrar a la universidad para estudiar Periodismo ya no desata las pasiones de antaño y el número de potenciales graduados ha disminuido significativamente. En el más reciente II Pleno Nacional de la Unión de Periodistas de Cuba el desespero de los directivos de la prensa oficial ante la falta de relevo protagonizó parte del encuentro.
El descenso en el número de alumnos, que había comenzado a notarse hace un tiempo, se ha hecho más pronunciado después de que se estableciera el Servicio Militar Activo (SMA) como un requisito obligatorio para las muchachas que opten por cursar esta especialidad a partir del curso 2024-2025. Para el decano de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, Ariel Terrero, la implementación de esa condición es “un fracaso” y cuestiona que el SMA sirva para “educar y formar ideológicamente a esas jóvenes”.
La decisión de obligar a las estudiantes a pasar un año como reclutas fue pensada, evidentemente, como otra forma de filtrado y adoctrinamiento político. El entrenamiento militar ayudaría a moldearlas en el acatar órdenes, no cuestionar la autoridad de sus superiores y anteponer a cualquier posible crítica o rebeldía personal la sumisión y la docilidad de un soldado. La vida en un cuartel las prepararía para las redacciones periodísticas controladas por el Partido Comunista al entrenarlas en la máxima de que toda insubordinación es también un acto de traición.
Sin embargo, en lugar de correr sonrientes y seguras hacia los fusiles, estas cubanas que soñaban con redactar reportajes o cubrir un suceso para un noticiero televisivo decidieron aparcar su vocación antes que vestir un uniforme verde olivo. El resultado de esta imposición no ha sido el esperado por las autoridades. En lugar de futuras reporteras disparando al blanco y arrastrándose por la tierra camufladas para sorprender al enemigo, lo que ha ocurrido es la desbandada de aspirantes a ingresar en la carrera de Periodismo.
La crisis de esta especialidad lleva décadas fraguándose. Parte de los que cada año se gradúan de sus aulas terminan por no ejercer la profesión, emigran o se pasan al periodismo independiente. Es el caso de Lili y Manuel, nombres cambiados para evitar represalias, y que forman parte de una reciente hornada salida de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana. Ella se agarró de un problema de salud para ni siquiera comenzar su Servicio Social; él trabajó apenas unos meses en una emisora radial y pidió la baja.
Las razones para no laborar en una profesión por la que tanto se sacrificaron van desde los bajos salarios, pasando por los deseos de emigrar, hasta la convicción de que en un medio oficial no podrán ejercer el tipo de periodismo que quieren hacer. A Manuel le bastó menos de medio año en la radio cubana para comprender que “hay que pedir permiso para todo”. Un par de reportajes que preparó con testimonios recopilados en las calles nunca se transmitieron. “Los editores fueron dando largas pero era evidente que las quejas de los entrevistados por la situación del país no les gustaron nada, dijeron que aquellas personas que hablaban no daban esperanzas ni proponían soluciones constructivas”.
Ahora, el joven publica con pseudónimo para un medio de prensa independiente mientras espera el parole humanitario a través de su padre, residente en Estados Unidos. “No quiero complicarme trabajando en un medio oficial no vaya a ser que después tenga problemas para irme”. Lili, ya recuperada de su enfermedad, escribe textos semanales de horóscopo para un sitio digital fuera de Cuba que le paga al destajo y en dólares.
Cuando se le pregunta si hubiera ido al Servicio Militar para poder estudiar periodismo suelta una carcajada: “Ni loca, prefiero barrer calles”. En una redacción informativa Lili dejó un hueco que, con la caída de las matrículas de Periodismo, es muy poco probable que se llene.
*Artículo publicado originalmente en 14ymedio.