Guillermo Rothschuh Villanueva
16 de abril 2023
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Creo indispensable adelantar que Cien años de soledad, seguirá imperturble su camino.
“… le comentó a su hermano: ‘Esto es bueno, pero voy a escribir
algo que la gente leerá más que el Quijote.’ No estaba lejos.”
Miguel Salazar- New York Times- 7 de abril de 2023
I
Hay noticias que deberían inflamarnos de orgullo, María José Gálvez, directora general del Libro y Fomento de la Lectura del Ministerio de Cultura de España, dio a conocer que Gabriel García Márquez, resultó el escritor moderno más traducido de la lengua española. Desde los años cincuenta, Miguel Cervantes Saavedra, ostenta el primer lugar de escritores españoles traducidos a distintas lenguas. El colombiano más universal le arrebata la presea si contabilizamos únicamente las dos décadas comprendidas entre el año 2000 y 2021. La información brindada por Gálvez recorre el planeta. Era de esperarse que Gabo ocupara esta posición. La aparición de Cien años de Soledad bajo el sello de la Editorial Sudamericana (1967), marcó fronteras con relación al resto de escritores hispanoamericanos. Un año después (1968), ningún escritor le hizo sombra.
Que Gabo ocupe un primerísimo e indiscutible primer lugar, ratifica lo expresado por críticos de diversas nacionalidades —incluyendo a Harold Bloom. Dijeron que Cien años de soledad, restituía la dignidad perdida al olvidado arte de narrar. No se trataba de una cuestión meramente accidental, como argumentó el premio Nobel guatemalteco, Miguel Ángel Asturias. En la agria polémica que sostuvo con Gabo, ante su respuesta que El señor presidente (1946), era una copia de Tirano banderas (1926), de Ramón del Valle-Inclán, Asturias adujo que Cien años de soledad, era un cañonazo publicitario y un remedo de La busca del absoluto, de Balzac. Transcurridos más de medio siglo de su aparición, tiempo establecido por Bloom, su creación se convirtió en una obra clásica. Una novela de culto entre lectores consagrados de distintas geografías e idiomas. Un parto prodigioso.
Las frías estadísticas de las que se vio obligado a desertar Ernesto Sábato (1945), para insertarse en el mundo perecedero de la literatura, después de haber servido en Francia como investigador en los Laboratorios Curie, han sido asumidas con pasión inocultable, por quienes dirigen las organizaciones encargadas de la cultura. Muy especialmente por las firmas editoriales. Se atienen a la creencia que no existe nada más verdadero, que los números. Se sienten atraídos por las estadísticas, con la misma fruición que los promedios de béisbol atraen a los expertos. Otorgan preeminencia a los datos. En un universo dominado por el mercado, resultaba urgente conocer quiénes ostentaban los primeros lugares, para canalizar inversiones a su favor. Es lo mismo que pregonaban miembros de número del exclusivo club de los Chicagos Boys: Sostenían, que “ciencia es medir”.
En las emociones humanas toda forma de medición resulta fallida, Sábato prefirió enrumbarse por las arenas movedizas de la literatura. En su exaltación de la creación literaria y su inscripción en el mundo de las pasiones, el argentino se burla de la exactitud numérica. Nada más placentero que adentrarnos en la calidez de las aguas de El escritor y sus fantasmas (1963). Al momento de internamos en las emociones que embargan a los seres humanos, toda medición resulta inútil. Nadie puede comprar una libra de amor o media yarda de cariño. Las matemáticas carecen de estilo. No hay un estilo de la hipotenusa. En literatura el estilo resulta crucial. Con deje filosófico, el novelista y crítico francés, Remy de Gourmont, lo estipula con letras de oro: “El estilo es el hombre”. En la creación artística y literaria, quienes carecen o copian estilos salen reprobados.
Un asunto trascendental, la calidad de las traducciones. Los escritores para ponerse a salvo, no se cansan de repetir que traducir es traicionar. Cito un caso especial. Con la intención que su creación no fuese maltratada, Jorge Luis Borges, quien ejerció como traductor, sentó a su lado al experimentado, Thomas De Giovanni, para conjuntamente asumir la delicada tarea de traducir al inglés sus cuentos y poemas. Un peligro latente para los creadores. Las memorias de Adriano, (1951), de Margarita Yourcenar, traducidas por Julio Cortázar y Ulises (1922), de James Joyce, traducido por Fernando Valverde, son paradigmáticos. Sobresalen por su sensibilidad e ingenio creativo. García Márquez se sintió molesto, reprochó los ultrajes cometidos con Cien años de soledad, por los traductores soviéticos La sometieron a una castración dolorosa. Tanto, que rechazó su publicación.
Llena de entusiasmo saber que entre los escritores más traducidos en diez idiomas cotejados: inglés, francés, alemán, italiano, portugués, sueco, ruso, árabe, japonés y chino, del segundo al quinto lugar, son ocupados por escritores pertenecientes al ámbito comarcal latinoamericano: García Márquez, Isabel Allende, Jorge Luis Borges y Mario Vargas Llosa. El mapa de las traducciones fue rehecho. Borges ocupaba, hasta donde sabíamos, el primer lugar. Es de esperarse que con el pasar del tiempo, vuelvan a producirse nuevos estremecimientos telúricos. Tendremos ocasión de comprobar cómo marchan las predilecciones de los traductores y cuáles son las nuevas exigencias de los lectores. Creo indispensable adelantar que Cien años de soledad, seguirá imperturble su camino. Gabo la escribió en estado de gracia. Solo así se explica la magia que destila.
El recorrido de siete décadas confirma que los gustos de los lectores han sido constantes. En la lectura que hace Manuel Morales, de las estadísticas presentadas por María José Gálvez, (El País, 25 de marzo de 2023), Cervantes ocupa el primer lugar, con 1.386 traducciones; el segundo lo ostenta García Márquez, con 1.270; el tercero, Isabel Allende con 861 puntos. El cuarto Jorge Luis Borges (768), seguido por Mario Vargas Llosa (765). El colombiano logró posesionarse en cincuenta y cuatro años. El Ingenioso Hidalgo Quijote de la Mancha, tuvo que esperar varios siglos. Su primera edición salió a la venta el 16 de enero de 1615. Solo una mujer —Isabel Allende— se coló en la lista de los agraciados. Dato a tomar en consideración por las escritoras de este lado del mundo. Con lo vanidoso que son los escritores, ubicarse entre los predilectos, les resultará halagador.
En un intento por expresar la pertinencia de los criterios utilizados por los traductores, Gálvez asegura que lo logrado constituye “una forma de descubrir la biblioteca de las comunidades interesadas por la cultura en español en todo el mundo”. Como también considera que, por vez primera, se dispone de una información “que hasta la fecha no se tenía y que permitirá tomar decisiones más eficientes, bien desde el ámbito público, bien desde el privado”. El mapa de la traducción permite a las editoriales, fijar la mirada hacia qué autores y lugares, para continuar publicándoles. Aun con todo, el margen de equivocación no desaparece. Lectores contratados por las editoriales se han equivocado y seguirán haciéndolo. Un cancerbero dictaminó que García Márquez, podía ser cualquier cosa, menos a escritor. Paco Porrúa se encargó en demostrar lo contrario.
Los números son un buen indicador, pero no el único. Existen otras valoraciones igualmente valiosas e importantes. Hay que estar vacunados. Los equívocos saltan a la vista. Las editoriales aseguran contar con especialistas de alto nivel, bien fogueados en este difícil oficio. A pesar de lo sabio que puedan ser, cometen horrores de los que se salvaron La ciudad y los perros (1963) y Cien años de soledad (1967). De no haber sido por el olfato perceptivo de Carlos Barral y la incidencia de Paco Porrúa, en las publicaciones de Editorial Sudamericana, ni Vargas Llosa ni García Márquez, se hubieran salvado de la guillotina. En Porrúa coindicen el editor y traductor, razón de más para haber sido contratado como asesor, por Jorge López Llovet, dueño de la editorial. Porrúa también salvó del olvido, Bestiario, obra celebrada del cronopios Julio Cortázar.
Con la crisis de los partidos políticos y las ideologías, los expertos en estadísticas, ¿Omitieron y se olvidaron de tomar en consideración, si las obras distinguidas por los traductores, fueron pergeñadas por escritores de derecha o izquierda? Valores presentes entre los versados en estadísticas de las Grandes Ligas. Se atienen al conteo realizado a lanzadores, corredores y bateadores. Son tan quisquillosos, que apuntan el número de batazos de vuelta entera sobre el jardín izquierdo o derecho. Juicio similar utilizan con los robadores de bases. Toman en cuenta si el lanzador a quien robaron las almohadillas, era zurdo o derecho y la habilidad del cátcher para ponerles fuera. Igual hacen con el número de extrabases conectados por el jardín central y las veces que se fueron en blanco contra lanzadores zurdos o derechos. Criterios de enorme valía para las editoriales.
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Comunicólogo y escritor nicaragüense. Fue decano de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Centroamericana (UCA) de abril de 1991 a diciembre de 2006. Autor de crónicas y ensayos. Ha escrito y publicado más de cuarenta libros.
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