19 de agosto 2016
Fidel Castro cumple 90 años el sábado 13. Su revolución, una de las más duraderas, ha durado 57 años. Ha pasado una década desde que transmitió el poder a su hermano Raúl, de 85.
Pocos líderes revolucionarios lograron gobernar durante tanto tiempo. Aún menos, si es que lo hubiera que haya sobrevivido durante tanto tiempo después de renunciar a su autoridad. De cualquier manera, fue el líder más prominente de América Latina en el siglo XX. Lo que no está claro es cómo será recordado: por gobernar Cuba con una agenda progresista o por mantener la isla aislada y subdesarrollada.
Algunos cubanos están convencidos de que Fidel sigue manteniendo el poder supremo sobre la isla. La mayoría de los observadores, sin embargo, está convencido de que Raúl tiene el control y se pregunta hasta qué puntoFidel tiene todavía influencia en cuestiones de estado.
Es una pregunta difícil de responder. A excepción de los más altos niveles de gobierno, el proceso político cubano es opaco. Lo que sucede en los círculos gubernamentales es desconocido fuera de ellos. Para los demás, estamos obligados a especular.
Es probable que todavía tenga algo de fuerza política.
El lento progreso del programa de reforma económica de Cuba, una prioridad para Raúl, deja la impresión de que un peso pesado de la política de peso está haciendo fuerza en la dirección opuesta.
Desde la aprobación del programa hace cinco años, en una de las raras cumbres del Partido Comunista, sólo el 20% de sus medidas se han aplicado, de acuerdo con el mismo Raúl.
Fidel, sin embargo, no siempre consigue lo que quiere. Casi todas las interpretaciones de sus textos intermitentemente publicados sugieren que no está contento con la forma en que su sucesor gestiona las relaciones con los EE.UU.
Él era mucho más crítico, por ejemplo, con la forma en que sucedió el viaje de la familia del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, a La Habana en marzo de 2016, pero su influencia aquí esta cuestión parece que fue de lo más modesta.
Otra área de especulación es la capacidad de mantener el estado socialista gobernado por Fidel y Raúl a través del siglo; o si Cuba será atraída por la órbita gravitacional de Estados Unidos y avanzará hacia alguna forma de democracia representativa con economía de mercado.
Alguna extraña mezcla puede surgir, pero lo más probable es que prevalezca la atracción de los EE.UU. Con Venezuela aproximándose al colapso, la economía de Cuba se ha vuelto más dependiente de los visitantes de Estados Unidos y de las remesas internacionales.
Los EE.UU. hace tiempo que sirven de punto de referencia para Cuba. Desde el inicio del gobierno revolucionario, Fidel define a Cuba como adversaria de Estados Unidos, con valores que son la antítesis de los estadounidenses.
Para las nuevas autoridades cubanas, el patriotismo significaba la eliminación de todo rastro de la influencia estadounidense en la isla, y el bloqueo de cualquier invasión del gigante del norte en la soberanía de la isla.
Hoy, por el contrario, la mayoría de los cubanos están entusiasmados con la renovación de las relaciones normales con Estados Unidos, como fue muy ilustrada por la calurosa recepción a Obama, y la gran movilización en torno a su visita.
Esto no quiere decir que los cubanos se alinean con las políticas de los Estados Unidos, o que están dispuestos a adoptar los valores estadounidenses, pero quieren enterrar las hostilidades.
Ven la reconciliación como el camino hacia el mundo moderno, la tecnología, la información y las nuevas oportunidades y, tal vez, el fin de la lucha diaria para alimentar.
Los cubanos ya no están interesados proteger viejas ideas sobre cómo debería funcionar el mundo. Por el contrario, quieren participar en el mundo.
Fidel Castro ha sido una figura controvertida y polarizadora en la historia de América Latina, pero sin duda será uno de sus capítulos más importantes.
Para muchos, sigue siendo un héroe por su lucha contra la dominación de Estados Unidos en su propio país y en los asuntos hemisféricos. Cuba fue el único país latinoamericano que permaneció independiente de los EE.UU. durante la Guerra Fría (1945-1991).
Como ningún otro líder latinoamericano, Fidel será recordado para llamar la atención sobre las grandes injusticias sociales y las profundas desigualdades de riqueza y oportunidades.
Muchos otros lo consideran un autócrata cruel, que insistió en el control de todos los aspectos de la vida en Cuba y que sacrificó a sus ciudadanos por una ideología obsoleta que no funciona y por sus propias ambiciones.
Fue el hombre que inició un experimento audaz. Pero sus ideas nunca evolucionaron. Dejó a su pobre y atrasado país.
El mundo dejó a Fidel y a Cuba para atrás.
Publicado originalmente en Infolatam.