19 de octubre 2019
Me siento honrado de estar aquí esta noche (miércoles 16 de octubre) recibiendo el Premio María Moors Cabot. Me gustaría agradecer a Dios por darme la inspiración y las habilidades básicas que me han conducido a esta maravillosa forma de comunicación; mi familia, por su apoyo durante todos estos años; mis editores, los buenos y los malos, que me enseñaron de una forma u otra a tener confianza en mi trabajo, y por supuesto al jurado de la Universidad de Columbia por este prestigioso premio.
Como parte del periodismo independiente en Nicaragua, este premio tiene un significado especial porque llega en medio de uno de los peores momentos para la prensa libre en la historia de mi país. Los periodistas han sido acosados, encarcelados, exiliados y hasta asesinados.
Nuestras salas de redacción han sido ocupadas por las fuerzas de la dictadura y estaciones de radio y televisión independientes han sido sacadas del aire. Los periódicos sufren un bloqueo del Gobierno que les prohíbe obtener el material que necesitan para imprimir. Hace apenas unas semanas, el segundo periódico más grande de Nicaragua decidió cerrar para siempre después de casi 40 años de existencia.
Pero incluso bajo estas circunstancias, tenemos periodistas que trabajan todos los días para informar al pueblo de Nicaragua y al resto del mundo sobre lo que está sucediendo allí. Así que recibo este premio también como reconocimiento a ese periodismo independiente nicaragüense en su conjunto. A todos esos periodistas, viejos y jóvenes, especialmente a mis colegas en Confidencial, les digo: los dictadores pensaron que al quitarnos nuestros equipos y salas de redacción nos callarían. Pero fallaron. Les agradezco a todos por ser una inspiración constante para mi trabajo.
Como caricaturista, también reconozco con gratitud al jurado de la Universidad de Columbia por dar la debida importancia ahora más que nunca a esta parte vital del periodismo: la caricatura de opinión. Un género que últimamente no solo está en peligro debido al creciente problema del autoritarismo y el fanatismo en todo el mundo, sino también debido a la miopía de editores tímidos, de los intolerantes que ocultan su propia agenda detrás de una supuesta defensa de lo políticamente correcto y las turbas digitales en las redes sociales.
Sin embargo, aquí seguimos los caricaturistas, dando la lucha en medio de todo esto, tratando de poner una sonrisa en los rostros de nuestros lectores y un pensamiento en sus cabezas que pueda ayudarnos a cuestionar y mejorar nuestra realidad.
Muchas gracias a todos: las personas que hacen posible mi trabajo y las personas que lo entienden. Ustedes son lo mejor.