30 de diciembre 2019
Cada amanecer, cuando el régimen se despierta, los tercos e indomables “puchitos” están allí, como el dinosaurio de Monterroso, creciendo y creciendo, en busca del sol de la libertad para este desventurado país, con una fe capaz de mover montañas sin permitirles dormir a los poderosos, desesperados por salir de las brasas.
Asustados por el impacto que lograron las marchas históricas graficando en su real dimensión el rechazo de la sociedad a este sistema, rápidamente desenmascarado en su nivel de atropello, barbarie y autoritarismo totalitario, dejando un reguero de víctimas durante abril y mayo del 2018, la gente del poder, con sus ojos agrandados desmesuradamente y escalofríos recorriendo sus espaldas, llamaron a esas gigantescas movilizaciones, los “puchitos”. El propósito era intentar la misión imposible, de minimizar semejante muestra de determinación del sector ampliamente mayoritario de un pueblo que se ha mantenido en pie de lucha a lo largo de 20 meses, resistiendo patriótica y graníticamente, sin armas, pero con sus puños crispados…Después de recorrer este agitado 2019 en el que vimos como ningún prisionero fue doblegado, saliendo con sus convicciones fortalecidas, sin preocuparles regresar a las cárceles aferrados a su firmeza, y hemos sido testigos como diferentes sectores han continuado multiplicando sus protestas pese al endurecimiento de una represión inhumana, no hay duda que este año, ha sido un round de los “puchitos”, que de acuerdo a la expresión oficial provocada por la desesperación, “no dejan de joder”.
El 18 de abril del 2018 permanecerá inolvidable como una referencia histórica. Marcó el despertar de un país adormecido. La tormenta fabricada por esa juventud enérgica, decidida y en ebullición, llegó sin anunciarse, como una descarga en medio de la selva, durante un momento de quietud. El falso paraíso se estremeció, cayeron las máscaras, y no volvió a ser el mismo. En un ruidoso quiebre de la quietud, la dictadura quedó al descubierto en su combinación extraña de fragilidad y brutalidad, tambaleándose. Y sigue groggy pese a estar super armada, porque el crecimiento de los ”puchitos” es imparable, como ha quedado plenamente demostrado en este 2019. La observación permite captar los detalles y disponer de una panorámica apropiada. La fuerza de la iglesia como agregado a la unidad inquebrantable de las bases azul y blanco, no contaminadas por los políticos y oportunistas, y solo comprometida con el futuro de esta patria tantas veces agredida, traicionada y abandonada, garantiza su consistencia, y la galvaniza. La multiplicación de los “puchitos” que tanto joden, no es un milagro, es sencillamente el producto de la necesidad de un cambio, el objetivo esencial de esta lucha con el Goliat gimiendo, atrapado por su inutilidad en el intento de salir de un hoyo cada vez más profundo.
La política del engaño ha naufragado al quedar cada mentira -incluyendo la más grotesca, la del Carlos Marx- al descubierto en las redes sociales, arma fundamental en esta atrevida rebelión pacífica que entra al 2020 recargada entre las múltiples dificultades, retando todo tipo de factores adversos. Eso sí, visto está que el gobierno está dispuesto a navegar dentro del caos sin importarle el país, y también está visto que un sector, cada vez más reducido, que se adapta y justifica la corrupción imperante, la represión sostenida, las falsedades y la imposición de una tiranía sin precedentes, se siente satisfecho con su complicidad en la destrucción de Nicaragua, que obviamente, los incluye a ellos…Esta no es una crisis que profundizándose día a día, se puede resolver pistola en mano ni intensificando el asedio, sino buscando un acercamiento a soluciones viables, pero los que mandan, carecen de esa astucia necesaria y han dejado tantos daños irreparables que son condenados en todos los foros. Así que, pese a contar con tantos fusiles y suficientes aparatos represivos, se ven desarmados. Y desde hace 20 meses, cada amanecer, cuando despiertan, los “puchitos” están allí, agigantándose, como el dinosaurio de Monterroso, indomables.