29 de septiembre 2018
Estirpe Sangrienta: Los Somoza es un libro que nunca deja de narrar nuestra historia. Escrito por el Héroe Nacional y Mártir de las Libertades Públicas, Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, es el testimonio histórico de prisión y torturas de su autor, en una dictadura feroz y codiciosa –la estirpe sangrienta de los Somoza- que ahora se reproduce en la estirpe sangrienta de los actuales gobernantes que día a día se encargan de desmitificar la frase de que Ortega y Somoza son la misma cosa, por la más verdadera que sufrimos: “Ortega y Murillo son peor cosa”.
Este texto invaluable para entender el desmedido apego de los poderosos al poder, y originado en la prisión de Pedro en 1956, ha tenido desde cuando lo escribió varias ediciones, y ahora, en estos días, una digital publicada en Confidencial gratuitamente. Es imprescindible leerla a la luz, o mejor dicho en las tinieblas, del mandato de unos nuevos y peores tiranos, cuyo engendro parece remontarse a un infierno del que son dueños y señores, con decisiones malignas a la par de pactos con un diablo omnipresente en sus pensamientos, con torturas y violaciones en un pasado muy cercano, del que procuran oficiosamente contagiar a sus sicarios, quienes reproducen aquellas inmorales acciones en cárceles llenas de cucarachas, alacranes y ratas, como si esos seres formaran parte de su familia, para infundir terror y asco.
La leyenda del rey Midas, dice que este pidió que cuanto tocase se convirtiera en oro, y tal deseo de un apego sin límites a la riqueza y al poder, le fue concedido. Ya no aceptó Midas diálogo con su pueblo, por más que los obispos le advertían que su reino estaba entre ese diálogo y el aislamiento de sus vecinos, que habían optado por la democracia. Como el pueblo protestaba con marchas pacíficas, con banderas, chimbombas y otros emblemas azules y blancos, que son los colores de la patria, Midas copió aquellas marchas democráticas, para reprimirlas con las suyas, a las que obligaba a ir a todos sus súbditos, custodiados de policías.
El primer problema para Midas le vino por su ambición, pues al convertirse en oro todo lo que tocaba, eso ocurría hasta con sus alimentos, e incluso el vino que pretendía beber, se convertía en oro líquido al tocar sus labios. Sus seguidores se desvanecían en contramarchas y plantones, pero como las marchas democráticas continuaban, su policía y paramilitares anunciaron que encarcelarían a los organizadores de todas las marchas, olvidando que los principales organizadores de las de ellos, eran Midas y su esposa. Entonces a Midas, por demencial y cruel, le fue trocado el don de convertir todo lo que tocaba en oro, por convertirlo en mierda. Y al quedar sujeto de cárcel por ser instigador y organizador de sus propias marchas, para evidenciar su torpeza le salieron orejas de burro.
Desde luego esta es una leyenda, pero no olvidemos que no hay leyenda que no tenga el respaldo de una historia, que como en este caso, tiene el respaldo testimonial de Estirpe Sangrienta: Los Somoza. Ciertamente que a estas alturas el rey Midas lo que hace es estar reconociendo su enorme derrota en “la guerra de las marchas” desatada por él contra la democracia, y contra un diálogo que nos condujera a una paz duradera, sin él y sin sangre. Pero no lo ha querido, y ante la derrota de sus contramarchas, ha ordenado la criminalización de la protesta social. Pero nadie duda que con esto él mismo se criminaliza, y que según su propia ley debiera de ir a parar a la cárcel que pretende deparar a los inocentes.
La historia de los Somoza, su estirpe sangrienta y la que le sigue reencarnando a la primera, cobran una siniestra vida en este 2018. De ahí que leyendo o releyendo Estirpe Sangrienta Los Somoza, uno aprende a confrontar lo maligno, recordando que Pedro dijo que “cada quien es dueño de su propio miedo”, lo cual equivale a creer profundamente que lo que no se puede permitir, en regímenes déspotas y tiránicos, es que el miedo sea dueño de uno.
“Estaba cierto de que me iba a torturar…Y desde ese momento, todo el mundo normal que uno acaba de dejar, desaparece. Se torna pequeño, casi irreal, porque el hombre se concentra en sí mismo, y comienza la gran lucha por la integridad del honor…y de la vida.”
“¿Cómo definir el dolor? Cómo narrar lo que se siente cuando las fibras de los músculos distendidas por obra de los torturadores se ponen como un hilo de alambre que vibra en el último espasmo de su continuidad? “
Midas deja la leyenda y entra en el “Cuarto de Costura” a solazarse con el sufrimiento de Pedro. Pero le indigna su inmenso valor. Él quisiera ver a un hombre derrotado, y ve a todos los jóvenes del movimiento 18 de abril, enarbolando las banderas de la patria. Ni Pedro ni ellos se rinden. Luchan juntos contra su tiranía. Este libro une las épocas de Midas, los Somoza, los Ortega-Murillo, y demuestra que precisamente todos ellos se han convertido en lo que ahora toca el rey de las orejas de burro.
Pedro Joaquín Chamorro Cardenal continuó por años sus batallas triunfales todas, y el dictador sólo logró convertirlo, a base de censura, en uno de los más grandes narradores de Nicaragua. Y cuando lo asesinaron en 1978, hace cuarenta años, lo convirtieron en un héroe de la patria indiscutible y ejemplar. Aquel asesinato fue la exaltación de la dignidad y valentía de un patriota, y la condena de toda tiranía. Sobre todo de la presente. Leyendo este libro uno corrobora esta afirmación.
En la contraportada, deja Pedro estas palabras referidas a él mismo, para nuestro pueblo y otros pueblos: “Presenció y sufrió torturas, conoció a prisioneros que fueron luego asesinados, vivió un juicio histórico que por su formación y desarrollo merece ser calificado como el más negro error judicial americano de nuestra época, y ahora narra su experiencia, con la intención de divulgarla en beneficio de quienes luchan contra la tiranía en Nicaragua, y en otros pueblos de América.”