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Especies mutantes: Porfiriato y ortegamurillato

Desde que regresó al poder, el ortegamurillato ha decidido que por ningún motivo lo dejará, sin importar si para ello debe asesinar y encarcelar

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Mónica Baltodano

3 de octubre 2023

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El peronismo es una especie mutante”, afirmó en reciente entrevista publicada por Página 12 y Rebelión el sociólogo argentino Atilio Borón. “Yo no creo que el peronismo sea tan difícil de explicar. El Perón del 46 era una cosa; el Perón que promovió en España las formaciones especiales era otro y el Perón que luego nos dejó de clavo remachado a Isabelita es otro Perón”.

Me pareció muy interesante tal afirmación aplicable a líderes políticos y sociales que para bien o para mal mutaron a lo largo de sus vidas. Por ejemplo, los tiranos Porfirio Díaz y Daniel Ortega. Leyendo México Bárbaro, de John Kenneth Turner, se comprende la brutal etapa padecida por las mayorías de trabajadores y campesinos de ese país bajo la dictadura de Porfirio Díaz (1876-1911), ignominioso período conocido como el porfiriato. Y nos horrorizamos ante las grandes semejanzas entre este cruel dictador y el ortegamurillato que oprime a los nicaragüenses.

Díaz realizó varias asonadas contra el Gobierno de Benito Juárez y se postuló tres veces a la presidencia con resultados negativos, como le ocurrió a Ortega entre 1990 y 2006. Luego de la muerte de Juárez (1872), tomó el poder con un levantamiento y lo sostuvo con violencia y repetidos fraudes electorales en los que se proclamaba vencedor por unanimidad, como Ortega, que compitió solo en las últimas elecciones pues encarceló a los candidatos de la oposición.

Las políticas de Díaz fueron atractivas para grupos económicos privilegiados y algunos lo vieron como impulsor del progreso por sus obras de infraestructura, como el ferrocarril, beneficios a inversiones extranjeras, norteamericanas, sobre todo, y el crecimiento económico del país concentrado en un reducido grupo, mientras las mayorías explotadas sin misericordia fueron radicalmente empobrecidas.


Durante el porfiriato grandes sectores de campesinos e indígenas (yaquis de Sonora y mayas de Yucatán), fueron despojados de sus tierras por una Ley de Registro de la Propiedad; confiscados mediante impuestos arbitrarios e impagables o acusaciones de traición a la patria (¿le parece conocido?). El despojo fue violento y extensivo y los redujo de facto a la servidumbre y la esclavitud. Los obreros laboraban hasta trece horas por míseros salarios que quedaban en los comisariatos de la misma empresa.

Su eje de poder ―como en el ortegamurillato― estaba en el control de los aparatos armados. Nombró gobernadores o en cargos ministeriales a muchos oficiales para mantenerlos bajo su influencia A todos les dio tantas potestades que se convirtieron en millonarios. Los militares sabían que el dictador pagaba su obediencia con privilegios. Por ejemplo, Olegario Molina ―dos veces gobernador de Yucatán y secretario de Fomento― y Luis Terrazas, gobernador de Chihuahua, tuvieron seis millones de hectáreas de tierra cada uno. Familiares del dictador y principales funcionarios también fueron millonarios en tierras.

Más de 100 años después, el ortegamurillato hace lo mismo que Porfirio Díaz. Este se atornilló al poder rápido, ilegalizó partidos políticos y organizaciones sociales, controló medios de comunicación, ilegalizó a los independientes, apresó a sus directores y periodistas, los acusó de “provocación a la rebelión” y los obligó al exilio. Las farsas electorales también le permitieron tener férreo control del Legislativo y del Judicial y proscribir todo pensamiento diferente, mutando de una prédica liberal y anticlerical a crear alianzas con la jerarquía católica. Predicaba una cosa y hacía otra, como hoy hace el ortegamurillato

Keneth refiere que “mientras prometía respetar las instituciones progresistas que Juárez y Lerdo habían establecido, instituyó un sistema propio en el que su propia persona es la figura central y dominante; en el que su capricho es la Constitución y la ley; en el que los hechos y los hombres, grandes y pequeños, tienen que sujetarse a su voluntad. Como Luis XIV, Porfirio Díaz es el Estado”. (J. Kenneth Turner: 104).

Como reflexiona Turner: Ningún hombre puede gobernar a un pueblo contra su voluntad sin privarlo de sus libertades. Díaz, como Ortega, aplicó la política de las tres P que los nicaragüenses atribuimos a Somoza García: plata para los amigos, palo para los indiferentes, plomo para los enemigos. Así, se conocieron múltiples asesinatos políticos y matanzas ante distintas protestas.

El privilegio y la represión van siempre de la mano y así como Ortega hizo en 2018, Porfirio Díaz reprimió con dureza varias huelgas de ferrocarrileros, pero la historia destaca la represión contra huelgas de los trabajadores del cobre en Cananea, Sonora, en 1906 y la de los trabajadores de las textilerías de Río Blanco, Veracruz, en 1907, ambas con muertos, desaparecidos y presos.

Antes de 2018, además de violencia contra manifestaciones políticas, Ortega reprimió a trabajadores cañeros que exigían indemnización a los Pellas por su insuficiencia renal crónica (IRC), causada por pesticidas, con saldo de un muerto y varios heridos (El País, 2014; News, 2014). También, en apoyo a la Minera B2Gold, reprimió violentamente protestas de obreros de mina El Limón, capturó a 23 obreros y judicializó a sus líderes (La Izquierda Diario, 2015). Después lo hizo a favor de una textilera de capital coreano en la Zona Franca, capturó y judicializó a once obreros que protestaban contra las condiciones laborales (La Prensa, 2016; 100% Noticias, 2016).

Indagándonos más sobre este terrible personaje que practicó el terrorismo de Estado, como el que hoy practica Ortega en Nicaragua, nos encontramos que Porfirio Díaz fue un militar laureado por su labor contra ejércitos franceses que invadieron México e instalaron a Maximiliano como emperador. De hecho, destacó en la heroica Batalla de Puebla en 1862 y, por este y otros actos, fue nombrado General de División por el prócer Benito Juárez.

O sea, como dijo Atilio de Perón, también hubo un Porfirio Díaz de 1862 a 1867; otro buscando la presidencia por la vía democrática; otro como dictador cruel y sanguinario que estableció un régimen personalista y despótico. El Porfirio portador de ideas liberales y batallas heroicas quedó enterrado por la crueldad e injusticia del porfiriato.

La historia está llena de estos mutantes provenientes de distintas escuelas políticas e ideológicas. La mayoría de veces sus mutaciones ocurren por obsesión de privilegios y poder. Entonces, ¿por qué ilustres ideólogos de las izquierdas, presidentes o políticos en espacios de poder, líderes y miembros de movimientos sociales, no pueden entender que el Daniel Ortega de los 70 no es el de los 90 y mucho menos el criminal de lesa humanidad del siglo XXI?

Es claro que desde que regresó al poder, hace ya 16 años, el ortegamurillato ha decidido que por ningún motivo lo dejará, sin importar si para ello debe asesinar, encarcelar y establecer un régimen cerrado y despótico. No queda otra que seguir la lucha que, estamos seguros, generará nuevos patriotas nicaragüenses que permitirán derribar a esta dictadura y pasar esta nueva página de terror que vivimos hoy.

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Mónica Baltodano

Mónica Baltodano

Guerrillera, revolucionaria y política nicaragüense. Participó en la insurrección contra la dictadura somocista. Exdiputada de la Asamblea Nacional. Fundó el disidente Movimiento por el Rescate del Sandinismo. Tiene una licenciatura en Ciencias Sociales y una maestría en Derecho Municipal de la Universidad de Barcelona, España. Es autora de la serie "Memorias de la Lucha Sandinista".

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