4 de junio 2018
Es hora de la patria para una república nueva, descubierta por un nuevo pensamiento incubado en la nueva generación de nicaragüenses, su juventud en todos sus estamentos.
La lucha cívica, encabezada por los estudiantes universitarios distingue y señala, el no uso de medios de guerra para enfrentar la represión que ejerce el Estado sobre la sociedad nicaragüense. La densidad en marchas ciudadanas de masas organizadas y los tranques son los instrumentos principales de sus formas de lucha. La lucha cívica ha demostrado en el seno del pueblo que es efectiva como herramienta para la toma de consciencia política. La represión organizada de la Policía Nacional, los paramilitares y las llamadas “turbas sandinistas” que cambalacharon lo divino (así les llamó el tirano a las masas revolucionarias entonces) por el adjetivo asesino, responden a una ordenanza política de mando unificado.
Todo parece indicar que la capacidad de orden y represión de la Policía Nacional fue rebasada en los primeros días de la insurrección cívica. Los cuerpos paramilitares de Ortega, las pandillas de turbas sandinistas identificadas como Juventud Sandinista, la incorporación de los llamados nostálgicos combatientes sandinistas y militares retirados y en reservas, participaron (participan) en la recomposición de fuerzas para la represión. A este nuevo conglomerado es al que las masas del pueblo han estado enfrentando y lo seguirán haciendo pacífica y cívicamente con gran costo en vidas, en tanto el Ejército de Nicaragua mantiene su compromiso político de acuartelamiento.
La masacre de jóvenes de todos los estratos sociales y credos religiosos y trabajadores de todos los oficios es una herida como estigma sagrado que no cerrará ni debe cerrarse en la memoria del pueblo.
Nadie como Sandino nos enseñó el peso que tiene la soberanía nacional, en la base constructiva de la República. Sandino nos indicó el peso específico de tal valor fundacional. Los liberales Jerez y Castellón en el siglo XIX fueron responsabilizados por nuestro pueblo como causantes de la presencia conquistadora del filibustero Walker, de la Guerra Nacional Centroamericana y la destrucción humana y riquezas del acervo de entonces. Consecuentemente los ciudadanos renunciaron por vergüenza a militar en las filas liberales por décadas. Lección pendiente en las filas del danielismo.
Y, la confiscatoria Ley 840, que entrega la soberanía nacional a un chino a cambio de la promesa de construir un canal interoceánico por el territorio nacional, ¿en dónde coloca al Gobierno de Ortega y a los que organizaron el llamado modelo público-privado?. Es necesario recordar que las filas militantes del danielismo, el Cosep y sus voceros saludaron la entrega de la Soberanía Nacional como un trueque inevitable por el progreso económico y social de Nicaragua. ¿Hasta dónde llegó ese modelo? ¿Qué hay que reconocer de bueno y qué censurar y corregir? Los campesinos de la lucha contra la Ley 840 por la soberanía y contra el canal están alzados en lucha contra el tirano y son parte del trabuco cívico en lucha contra la dictadura. ¿Cómo los ven y miden los voceros del gran capital?
Daniel Ortega y su mujer Rosario, se nutrieron en este caldo político de nuestra historia política; ellos abandonaron las ideas heredadas de las luchas revolucionarias de los pueblos contra el colonialismo, el imperialismo, el capitalismo y las de nuestra propia historia ejemplarizada en el General Augusto C Sandino. Ellos abandonaron la educación patriótica de sus primeros días de vida política por las prácticas nefastas de pactar con lo peor, si de esas alianzas dependía el poder político que anhelaban. Como arquitectos del mal elaboraron una mezcla de ideas híbridas y raras que les permitió pactar con el gran capital, predicar un socialismo sin sustancias genuinas y un cristianismo con prácticas esotéricas de muñecos y alfileres. Daniel y Rosario llenaron los vacíos dejados en el vaciamiento ideológico del sandinismo y abrazaron con destreza el cinismo, el arte del engaño, la “bandidencia” como astucia y práctica. El internacionalismo lo abandonaron por alabanzas vacías, discursos falsos y acuerdos inconfesables.
Pasar por tonto o hacerse el tonto por conveniencia, es aquel militante que alza a Sandino en su corazón y ser cándido para sostener ante propios y lejanos que en Nicaragua el danielismo desarrolla una nueva etapa del proyecto revolucionario del FSLN. A estos ciudadanos militantes en las filas del FSLN y quienes se autollaman sandinistas mas no danielistas, les conviene reflexionar profundamente su militancia política en esta hora adversa, porque es la hora de la patria y solo hemos de ver luz brotando de ella. Hacerse el tonto o ignorar la represión asesina que encabeza Ortega y Murillo, es hacerse cómplice de toda la tragedia que vivimos.
Justicia e institucionalidad democrática es el tema del diálogo que abre y cierra simultáneamente expectativas en las filas del pueblo. De las entrañas de los jóvenes que encabezan la insurrección cívica nació el lema ¡Ortega fuera! La pareja ha igualado a Somoza en muchas cosas y le ha superado en otras, porque dicen por ahí, que la historia se repite bien como comedia, bien como tragedia. Los nicaragüenses de hoy estamos repasando la tragedia de ayer. La lucha popular es oportuna y abre una ventana histórica hacia una nueva Nicaragua, con reglas claras de convivencia democrática, con la estructura jurídica de un Estado Social de Derecho, con transparencia y rendición de cuentas a los ojos de los nicaragüenses de todos los estratos y territorios.
La condición que los jóvenes estudiantes y representantes del movimiento campesino pusieron en el Diálogo es correcta y sana para hallar las respuestas y que el tirano pare la matanza de tanta sangre joven. Con la pareja de dictadores fuera del territorio nacional los arquitectos que el pueblo conozca y crea en ellos, podrán crear la nueva figura de la República que hemos soñado.
Estudiantes y campesinos son nuestro ingenio de lucha; los distintos estratos de nuestra sociedad van encaminándose a desarrollar una fuerza potente capaz de dar al traste con la resistencia del tirano y su mujer.
Son muchas las evidencias de que Ortega se atrinchera militarmente en El Carmen, se apertrecha para resistir y mejorar sus posiciones de negociación no ante los muchachos y los campesinos anti canal sino con el gran capital. “Si quieren que me joda solo, pues nos jodemos todos”. No le importa el juicio político sobre los asesinatos constatados como poco le importa el contundente informe preliminar de la CIDH. O el próximo levantamiento de los expertos de la CIDH, porque aferrado a la fuerza bruta y enfermiza, prefiere pensar que como Hitler morirá en el bunker antes que rendir cuentas por sus crímenes.
Los personeros del gran capital, en especial Pellas, han propuesto la salida de Ortega por la vía institucional, es decir, adelantando la fecha de las elecciones. La misma iniciativa que algunos de sus voceros llamaron “aterrizaje suave”. Esta solución no es posible. La fuerza es la que puede y moverá a Ortega. La familia Ortega Murillo y cercanos también comprenden intereses del gran capital. Existirá un momento en la lucha del pueblo en que sus familiares y cercanos reflexionaran la salida del poder. Supondrá un arreglo y en ese arreglo los jóvenes y campesinos no pueden ser ninguneados. El gran capital tiene velas en este escenario. Pilatos no tiene lavamanos en este juego; tampoco debe estar Judas en la mesa.
Si de disponer de fuerzas y Constitución se trata, las elecciones deben ser a más tardar en octubre con las condiciones institucionales necesarias aunque sean transitorias a perfeccionarse después. La Conferencia Episcopal debe seguir coadyuvando a la solución. La buena fe no basta en este tinglado. Los templos católicos como los recintos universitarios deben estar dispuestos para la batalla final. El Ejército de Nicaragua debe ser conminado, no deben caber conjeturas como la de que los francotiradores, contingente activo esencial en la represión salvaje contra las masas cívicas en protestas, son de sus filas: la presencia del Dragonov ha sido despejada y tal fusil es tutela principal del Ejercito de Nicaragua (EN). Los comunicados del EN conminan a que la ciudadanía debe creer a pies juntilla sus declaraciones. Las evidencias son engaños en estas situaciones. ¡Fuera Ortega, fuera Murillo! ¡Vivan las madres de abril! ¡Memoria eterna a los jóvenes inmolados!