Guillermo Rothschuh Villanueva
25 de diciembre 2022
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Musk cree que sus pronósticos lo convierten en un adelantado, avizora el futuro con el que sueñan las aves de mal agüero de la prensa
Elon Musk cree que sus pronósticos lo convierten en un adelantado
"Dado que Twitter funciona como la plaza pública
del pueblo de facto… no adherir a los principios
de libre expresión mina fundamentalmente la democracia”.
Elon Musk- 26 de marzo 2022
I
Según amanezca su estado de ánimo, así procede Elon Musk, contra quienes ejercitan el derecho a la libertad de expresión. Viene manejando Twitter como un juguetito con el que no sabe qué hacer. Sus últimas decisiones ponen frente a nuestros ojos, a un niñito caprichoso. Cree que por ser su dueño puede hacer lo que se le antoje. Víctima de sus propias contradicciones, una vez dice sí y otras no. De no ponérsele freno, seguirá haciendo y deshaciendo como si se tratara de una cuestión banal. Olvidó que Twitter es una plaza pública. Un dispositivo con el que no puede hacer lo que le dicta su regalada gana. ¿Olvida sus consecuencias catastróficas? Un procedimiento deliberado.
En los días comprendidos, entre el 14 y 15 de diciembre (2022), borró de un plumazo las cuentas de diez periodistas de reputados medios de comunicación. Adujo que lo hacía porque ponían en riesgo su vida y la de su familia. Al ser interrogados, los periodistas afirmaron que nada de eso era cierto. El que seguía paso a paso los movimientos de @ElonJet, era el veinteañero Jack Sweeney. Se encargaba de establecer los desplazamientos de su jet privado en tiempo real. El jovencito alimentaba su feed con información pública. La cuenta de Sweeney fue de las primeras decapitadas. El chamaco convocaba a más de medio millón de seguidores, una cifra nada despreciable.
Cuando Musk compró Twitter en octubre de 2022, siguiendo su libreto de entusiasta defensor de la libertad de expresión, dijo de cara al escenario: “Mi compromiso con la libertad de expresión es tal que no prohibiré la cuenta que sigue mi avión, a pesar de que es un riesgo a mi seguridad”. En todo caso tenía derecho a cambiar de opinión. Posteriormente manifestó: “Criticarme todo el día está bien, pero compartir la ubicación de mi familia y ponerlos en peligro, no”. Aunque contradictorio, como se ha mostrado a lo largo de este último trimestre, nadie quiere poner en bandeja de plata, la cabeza de su familia. El problema estriba que, bajo este pretexto, arrasó con una decena de periodistas.
Los periodistas a quien Musk eliminó sus cuentas, no tenían nada que ver con su alegato. Los motivos por los que sacó de juego, como revelaron ellos mismos, se debió por atreverse a cuestionar un comportamiento zigzagueante y mentiroso. Con su actitud demostró que no sabe lidiar con aquellos medios y periodistas que le plantan cara. Se siente intocable. El mejor argumento para denostar contra la prensa, es acusarla de poner en riesgo su propia vida, a través de revelaciones periodísticas. Lo que Musk no soporta son las críticas por su mal desempeño. ¿Qué razones lo inhiben para mostrar mayor receptividad a los cuestionamientos? Se trata de una figura muy estirada.
En su arremetida olvidó que la libertad de expresión, es un bien cautelado celosamente por periodistas, medios de comunicación, organizaciones defensoras de los derechos humanos y gobiernos. Las reacciones en su contra vinieron en cadena. No solo los periodistas levantaron su voz de protesta. Políticos y gobiernos condenaron su dislate. Con simpleza apabullante, argumentó: “En el futuro no habrá ninguna distinción entre periodistas, o quienes se hacen llamar periodistas... Todos van a ser tratados igual. No son especiales por ser periodistas, son ciudadanos como todos. Si compartes ubicaciones serás suspendido. Fin de la historia”, afirmó Musk, ante Katie Notopoulos, reportera en Tecnología de Buzzfeed.
Musk cree que sus pronósticos lo convierten en un adelantado, avizora el futuro con el que sueñan las aves de mal agüero de la prensa. Desde ya prescribe la desaparición de los periodistas. Soy de los que piensan, que dada la manera como están estructuradas las redes y mientras sus dueños nada hagan para corregir los logaritmos, la existencia de medios y periodistas, se vuelve cada vez más imperiosa. Son testigos incómodos. No saben cómo tratarles. Las mudanzas en el campo de la comunicación, cambian el paisaje, lo que vuelve indispensable replantearse la formación de los periodistas. Esto mismo hicieron los dueños medios, comprendieron la urgencia de mudarse hacia la red.
II
Una de las primeras personas en saltar en defensa de los agraviados, fue la comisaria de Transparencia de la Unión Europea, Vera Jourova. El viernes 15 advirtió en un tweet a Elon Musk, la posibilidad de sancionar a Twitter: “Las noticias sobre suspensión de periodistas de Twitter son preocupantes (...) Elon Musk debe tomar nota de esto. Hay líneas rojas. Y, pronto, habrá sanciones”. De igual modo se mostró el Ministerio de Relaciones Exteriores de Alemania, en un tweet dirigido a Musk: “La libertad de prensa no debe activarse y desactivarse”, según convenga a los intereses de su propietario. Con una concepción rancia de la propiedad, no cabe en su delirio que las plazas públicas funcionan de forma abierta.
La advertencia más severa la formuló la eurodiputada, Adriana Maldonado, una de las parlamentarias más decididas en imponer sanciones pecuniarias a las tecnológicas. Consideró necesario reforzar la posición de la comisaria de Transparencia de la Unión Europea. Manifestó que era imperativo recordar a Musk, que el castigo que debía imponérsele ante la represión ejercida en contra de los periodistas, debía ser “eficaz, proporcionado y disuasorio”. Todavía hasta hace poco a los mastodontes de las corporaciones tecnológicas, las sanciones impuestas por los europeos no les hacían ni cosquillas. No importaba el monto, pagaban y creían que con ello saldaban cuentas.
Los periodistas fueron excluidos de la plataforma de Twitter, por abordar temas que resultan indigeribles para el dueño de Tesla y SpaceX. Aaron Rupar, activo en las redes sociales, convertido en referente para quienes siguen de cerca los movimientos políticos en Washington D. C., fue defenestrado por las mismas razones. Todavía no se explica que reglas rompió. En verdad reconoce que él estuvo dando seguimiento a un texto de Noah Berlatsky, donde analiza “el populismo reaccionario de Elon Musk”, desde que se hizo de Twitter. Más claro no canta un gallo. El dueño de la red no puede permitir que lo zarandeen. Se trata de un bien de su propiedad. Una creencia retrógrada.
En su barrida se llevó a Steve Herman, corresponsal nacional de la Voz de América. Como expusieron otros vilipendiados, ella jamás “doxxeo” a Musk (neologismo que expresa revelar información privada con fines maliciosos). Un desmentido más a las argucias esgrimidas por el magnate estadounidense. En entrevista ofrecida a Iker Seisdedos, Herman dijo: “Me sumió en un shock del que aún no me he recuperado. Pero no me sorprendió. Yo estaba tuiteando sobre los compañeros expulsados, y me tocó a mí. Supongo que me pilló la bola de nieve colina abajo”. Otra prueba sobre los disparos en ráfagas, hechos por Musk, en un intento infructuoso por librarse de sus críticos. Un pequeño tirano ensorbecido.
Las dobleces de Musk se convirtieron en cosa común, con el pasar del tiempo, nada de lo que diga puede tenerse por cierto. Cambios abruptos de temperamento hacen que se desdiga en un santiamén de lo que dijo ayer. Pareciera que se desplazara sobre arenas movedizas. ¿Cómo tomarle en serio? Para evitar reacciones viscerales urge que Twitter emita reglas claras. Los usuarios sabrían a qué atenerse. Esta es la petición que le formula Johannes Barke, portavoz oficial de la Comisión para Economía Digital de la Unión Europea. La Ley de Servicios Digitales exige a las plataformas, disponer de normas “claras, comprensibles y transparentes”, como publicó El País de España.
La presión ejercida contra Musk tuvo efectos positivos, para dar visos de flexibilidad a su actuación, las restituyó después de conocerse los resultados favorables de una encuesta, donde preguntaba si debía proceder a realizarlo. Debido a los constantes abusos, los europeos son partidarios de limitar los poderes de los dueños de las tecnológicas. De no poner coto a sus aventuras, terminarán engulléndoselos. Musk sabía que no podía jugar con las advertencias de los europeos. Durante 2022 se mostró como uno de los más aventados. Sacó los colmillos. Cualquier acto de condescendencia, el dueño de Twitter podría interpretarlo de manera equivocada. Deben mantenerse firmes y estrictos.
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Comunicólogo y escritor nicaragüense. Fue decano de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Centroamericana (UCA) de abril de 1991 a diciembre de 2006. Autor de crónicas y ensayos. Ha escrito y publicado más de cuarenta libros.
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