20 de octubre 2016
No quiero que me den, sino que me pongan donde hay.
Un político pobre, es un pobre político
(frases referidas a políticos)
Durante los últimos 100 años Nicaragua ha tenido 29 presidentes, entre conservadores, liberales, independentistas, nacionalistas, sandinistas; militares y civiles que llegaron al poder mediante guerras, golpes de estado, juntas de gobiernos, revoluciones, y pocas elecciones, lo que generó una accidentada y efímera democracia, pues cuando los líderes asumen la presidencia padecen un desdoblamiento de personalidad, y en vez de servir a la nación se sirven a sí mismo, aconteciendo igual con sus funcionarios. El gran obstáculo para una verdadera democracia es la falta de transparencia. Ese tipo de gobierno violenta las leyes y estructuras institucionales, pues fomenta sobornos, tráfico de influencias, asigna costosas y numerosas prebendas al sector privado, y establece una perversa colusión con sectores sociales, políticos y religiosos.
Cuando el equilibrio y el control entre los poderes del Estado han sido anulados, y el Ejecutivo ejerce el poder en todas las entidades estatales –violentando la Constitución y las leyes- éstas dejan servir a la gente y obedecen dócilmente las órdenes del Presidente. Entonces sus derechos son atropellados a diario, mientras jueces, procurador, Ministerio Público, Policía, Ejército, aguardan en silencio las órdenes del Ejecutivo. Y no es cierto de que no tenemos miedo, porque las arbitrariedades gubernamentales nos causan terror. Si te ven en una marcha, disentís con el gobierno, opinas en la TV y radio lo que no te parece, etc., te envían auditores de la DGI, DGA, Ministerio del Trabajo, INSS, etc.; o te amenazan para que moderes tus acciones, te agreden físicamente, o te desaparecen unos días en El Chipote.
Mucho se habla que hay libertad de expresión, pero ¿cómo se explica que casi todos los canales de TV y radios sean propiedad de la familia gobernante o del estado, y que a las pocas conferencias de prensa de servidores públicos solo se invite a medios oficiales? Los ciudadanos ignoramos el quehacer del Estado, porque el Ejecutivo no informa a la nación a lo que por ley está obligado a brindar. Desconocemos los resultados de las investigaciones de la Policía sobre golpizas y atracos a particulares; destrucción de equipos a periodistas por pandilleros y hasta por agentes policiales. La propaganda de los entes estatales sólo se asigna a medios de gobierno. Hay profesionales del periodismo, sin embargo otros obedecen a consignas agresivas, irrespetuosas, y coercitivas, dando información sesgada en programas sin contenido y carentes de análisis críticos.
Las leyes de Nicaragua otorgan a los ciudadanos el derecho de votar y ser votados. ¿Cómo podemos lograrlo si no hay por quién votar ni para qué votar? Antes de las elecciones ya se sabe quién las ganará. Los “candidatos” en la contienda están aliados al “ganador”; no están corriendo para ganar, sino para tener cuotas de poder, curules y otras prebendas. El proceso electoral es una inyección de dinero que está reglamentada, sin embargo, se asignan mayor cantidad de fondos de los legalmente aprobados, para “invertirse” en propaganda de radio y TV, afiches, vallas, diarios, camisetas, fiestas. También se distribuyen jugosos fondos a los “candidatos” de la oposición para tenerlos quietos. La propaganda de los partidos de “oposición” es mediocre y carente de contenido. Un complemento importante son los fondos que aportan algunos capitales privados, con el propósito de consolidar su “inversión política”.
Cuando uno va a seleccionar algo personal (pareja, profesión, credo religioso), lo estudia hasta decidirse por lo mejor. Si aplicamos un proceso similar en las próximas elecciones encontraremos que ese mejor no existe. Al revisar uno a uno a los siete candidatos, el escrutinio resulta fallido. Ninguno tiene un plan de gobierno, ni ideas, ni ideales, ni proyectos. Su factor común es el enriquecimiento. Cada uno de estos políticos han vivido los avatares de la historia moderna del país y han decidido ser parte de la mayor farsa electoral de Nicaragua.
Observadores nacionales e internacionales en elecciones presidenciales y municipales han indicado que se requieren cambios vitales en el Consejo Supremo Electoral (CSE), Padrón Electoral, Cedulación, Juntas Receptoras de Votos (JRV), Fiscales, conteo de votos, sistema de Información. Estas sugerencias no han sido atendidas. Es oportuno recordar que en otras elecciones han votado los difuntos y que muchos vivos votan varias veces; que han hallado boletas en los cauces; que las JRV tenían más personas de las inscritas en el Padrón; que presentaron informes alterados; y que el CSE no presenta en tiempo y forma los resultados de sus conteos, habiendo pendiente conteos de las elecciones pasadas.
Sin oposición real y con un partido único y poderoso no se necesita CSE ni observadores. ¿Para qué?