11 de abril 2021
En América Latina, el inicio de una nueva década coincide con el arranque de un súper ciclo electoral. Entre 2021 y 2024 todos los países de la región, con la excepción de Bolivia (que ya lo hizo en 2020) y de Cuba, irán a las urnas para elegir o reelegir, por voto popular directo, sus presidentes y legisladores.
Durante el primer trimestre de este año, tuvieron lugar las primeras cuatro elecciones de este ciclo: la primera vuelta de las elecciones presidenciales y parlamentarias de Ecuador (7 de febrero), las legislativas y municipales en El Salvador (28 de febrero), las departamentales y municipales en Bolivia (7 de marzo), y las primarias en Honduras (14 de marzo). Y este domingo, Latinoamérica vivirá un súper domingo electoral con el balotaje presidencial en Ecuador, la primera vuelta de las presidenciales y parlamentarias en Perú y la segunda vuelta de las departamentales en Bolivia.
Empate técnico en Ecuador
Los ecuatorianos deberán escoger en balotaje al nuevo presidente entre Andrés Arauz, vencedor de la primera vuelta, de tendencia de izquierda y delfín del ex presidente Rafael Correa y Guillermo Lasso, exbanquero, de centro derecha, quién superó por un apretado y cuestionado margen (0.35%) al líder indígena y ambientalista Yaku Pérez. El voto indígena y el de los indecisos será decisivo para decidir si se consolida el giro a la derecha iniciado por el actual mandatario Lenín Moreno o si el país regresa a la década de los gobiernos de Correa. Las encuestas muestran un empate técnico. Quien resulte electo deberá sumar apoyos en el Congreso que le permitan gobernar ya que ninguno de ellos cuenta con mayoría propia.
Incertidumbre en Perú
Perú elegirá Presidente y 130 congresistas. El país vive una elección inédita caracterizada por la apatía ciudadana y una extrema fragmentación. El escenario es de alta incertidumbre, con al menos 7 candidatos con posibilidades de pasar a la segunda vuelta, ninguno con una intención de votos superior al 13% y separados entre sí por una estrecha diferencia menor de 5%: Yonhy Lescano, Hernando de Soto, Keiko Fujimori, Verónika Mendoza, Pedro Castillo, Rafael López Aliaga y George Forsyth. Con aún 25% de indecisos, todo se decidirá el último día. En este mar de incertidumbre hay solo dos certezas: habrá segunda vuelta (el 6 de junio) y el nuevo Congreso estará muy fragmentado.
En Bolivia, el MAS busca afianzar su hegemonía
En Bolivia, a escasos seis meses de haber ganado la presidencia y obtener mayoría en ambas cámaras del Congreso, el MAS buscará consolidar su poder a nivel subnacional. En la primera vuelta de las departamentales y municipales (7 de marzo) el oficialismo obtuvo buenos resultados si bien no contundentes. A nivel municipal obtuvo 240 de las 336 alcaldías que estaban en juego, pero sufrió derrotas en un buen número de los municipios capitalinos, incluida la ciudad de El Alto. Y a nivel subnacional triunfó en tres departamentos: Cochabamba, Oruro y Potosí y perdió en dos: Santa Cruz y Beni. Por su parte, en la segunda vuelta de este domingo hay cuatro gobernaciones en juego: La Paz, Pando, Tarija y Chuquisaca. Salvo en la última, en todas las demás el MAS ocupó el primer lugar, pero sin poder definir la elección en la primera vuelta. Por ello, la fragmentada oposición sólo tendrá opción si logra dejar atrás sus diferencias y se une en un voto anti MAS.
Desafíos para la estabilidad política y la gobernabilidad
En Ecuador y Perú los presidentes electos enfrentarán serios desafíos en materia de gobernabilidad. Para ello, deberán formar coaliciones en sus respectivos Congresos que le permitan aprobar sus iniciativas, ya que ninguno contará con mayoría propia.
En el caso de Ecuador, en la Asamblea Nacional de 137 miembros, estarán presentes 13 partidos, cinco de ellos con el mayor número de asiento (UNES, Pachakutik, Izquierda Democrática, Social Cristiano y CREO). De ser electo Arauz, estará en mejores condiciones frente al parlamento, ya que su partido, UNES, obtuvo la primera minoría con 49 curules, por lo que necesitaría 20 apoyos legislativos adicionales para alcanzar la mayoría simple. En cambio, de ganar Lasso, contará con tan solo 12 curules propias. Estos altos niveles de fragmentación y la incapacidad de generar coaliciones estables, podrían derivar en una situación de ingobernabilidad, tentando al nuevo presidente a activar el artículo 148 de la constitución de 2008 que permite la declaración de la “muerte cruzada”; mecanismo que, bajo ciertas causales, autoriza al ejecutivo a disolver la Asamblea y convocar nuevamente a elecciones para elegir presidente y legisladores.
A Perú le aguarda un panorama post electoral muy complejo. La inestabilidad política que estuvo presente en el pasado reciente, con cuatro presidentes en los últimos cuatro años y dos Congresos, y los frecuentes choques entre el ejecutivo y el Congreso, podrían continuar. El nuevo mandatario, que será electo en el balotaje del 6 de junio, deberá lidiar con un congreso que será electo este domingo, caracterizado por un alto nivel de fragmentación y en el que no tendrá mayoría propia. Todo ello anticipa una gobernabilidad compleja y una relación tensa entre ambos poderes.
Finalmente, en Bolivia, la nueva configuración de los gobiernos departamentales y municipales plantea importantes retos para la estabilidad y la gobernabilidad democrática. La compleja coyuntura económica y social, agravada por el recrudecimiento de la pandemia y la necesidad de llevar a cabo una rápida y exitosa campaña de vacunación, hacen urgente poner en marcha un proceso de diálogo y de construcción de acuerdos entre gobierno y oposición con el objetivo de dejar atrás el actual ambiente de crispación política y trabajar de manera coordinada entre los tres niveles de Gobierno.
Resumiendo: Estas elecciones revisten gran importancia para la estabilidad política y la gobernabilidad democrática no solo en Ecuador, Perú y Bolivia sino para la región andina en su conjunto. Las mismas tienen lugar en un momento en que las democracias fatigadas de los tres países andinos sufren una nueva ola de contagios y muertes por la COVID-19, una grave crisis económica y social, una marcada fragmentación y polarización, todo ello acompañado de un clima caracterizado por altos niveles de incertidumbre, malestar social y desconfianza ciudadana con la política tradicional. Una tormenta perfecta.
Director Regional de IDEA Internacional