14 de mayo 2020
La crisis del covid-19 que miles de profesionales de la Salud a nivel nacional han venido anunciando, ya está en su punto de escalada, y sube muy rápido, ¿han oído hablar de la famosa curva del covid-19? Pues esa misma es la que asciende con fuerza, impulsada por la ignorancia, arrogancia y maldad del régimen dictatorial que “gobierna” Nicaragua, mismo que ha invertido más en la propagación del virus que en la prevención.
Pero las malas noticias van más allá del hecho de que el contagio comunitario se esparce sin control, hay otras cosas que cada nicaragüense debe tener muy en cuenta, como, por ejemplo, que el Gobierno no pretende frenar la crisis, simplemente se sienta a esperar que esta siga su curso natural, causando lo que todos tememos, un contagio masivo y mortal.
Otra cosa que se debe saber, es que las cifras estadísticas seguirán siendo un misterio, el régimen se empeñó en manipular la información para minimizar los números y proyectar un impacto exponencialmente menor al que realmente estamos viviendo; también es muy importante reconocer que el sistema de Salud a nivel nacional es sumamente deficiente frente a esta pandemia, los recursos son limitados y en muchos casos inexistentes, los requerimientos mínimos que el personal de Salud necesita para la adecuada atención a los pacientes no están siendo suministrados, la protección para los médicos y enfermeras que están en contacto directo con los casos positivos, son escasos y en usualmente costeados del bolsillo del personal sanitario.
Pero esas cosas quizá ya la mayoría de la población las sabe, y si no es así, por lo menos las supone, sin embargo, en este momento quiero referirme a una situación que posiblemente es menos tomada en cuenta, y es el hecho de qué pasará con los profesionales de la Salud en general, pues son también personas que sienten temor, que son propensos a enfermarse y por ende a morir, con el mayor porcentaje de riesgo, son seres humanos que aprecian no solo sus vidas, sino también la de sus familias, a quienes también ponen en riesgo cada vez que regresan a casa, después de una jornada larga en servicio a los enfermos; los médicos, el personal de enfermería, laboratorio, seguridad, limpieza, técnicos y demás servidores hospitalarios, no son inmunes.
Ya nos acostumbramos a ver como en otros países rinden homenaje a estos héroes y heroínas, con videos, aplausos, dibujos y canciones, en fin, de formas variadas; y apuesto a que más de uno en nuestro país, ya se prepara para salir a la puerta y sumarse a los aplausos solidarios y de agradecimiento, no me extrañaría además que la hipocresía del Gobierno se sumara a este tipo “reconocimientos”.
Hoy a usted que lee esto, quiero pedirle que en Nicaragua cambiemos de métodos, porque copiarnos de lo que ya otros países han hecho no ayudará a nuestra situación, lo que realmente necesitan nuestros trabajadores de la Salud, es que desde ya alcemos la voz con fuerza, exigiendo al Gobierno que disponga el dinero que ha tomado del pueblo, para abastecer los hospitales de todos los recursos necesarios para que todos los trabajadores de la Salud cuenten con la seguridad necesaria que les permita reducir el riesgo de contagio, lo que realmente hace falta es que como pueblo, como individuos y como organizaciones, presionemos para que se detengan las aglomeraciones masivas que el Gobierno desinteresado e irresponsable promueve, engañando, desinformando y aprovechándose de la ignorancia de ciertos sectores sociales pobres y fáciles de manipular; urge que unifiquemos nuestras voces para que se proyecten las estadísticas reales.
En Nicaragua, ser profesional de la Salud en estos tiempos de pandemia, es un riesgo que conlleva un precio alto, el cual por las malas condiciones y gestiones que las autoridades de Salud prestan a los trabajadores, muchos no están dispuestos a correr; y es completamente comprensible, debajo de cada bata blanca, hay una madre, un padre, hijos y esposos, hermanas y nietas, hay familias completas.
Muchos trabajadores sanitarios ya han dado paso atrás a la lucha contra la covid-19, porque no piensan seguir el ejemplo del Gobierno, es sencillo de entender, “si el Gobierno no los protege, ellos se van a sus casas a proteger de los suyos”. No nos atrevamos el día de mañana a criticarles por hacerse a un lado, pues ellos no solo corren el riesgo hospitalario, sino que además el que en las calles facilita el Gobierno y sus fanáticos, seguidores que sin duda pueden llegar a ser pacientes en algún momento.
La tendencia de las renuncias es creciente, y no distingue de ideologías, se van de los hospitales tanto sandinistas como opositores, y seguirá propagándose este fenómeno. Piénselo bien usted, ¿expondría su vida y la de sus seres queridos, por enfrentar una lucha sin protección suficiente, sin apoyo del Estado para implementar medidas de aislamiento social?, ¿valdría la pena morir o ver morir a los suyos a causa de su labor médica, mientras en las calles un significativo número de la población sigue como si nada pasara, simplemente porque creen que “todo está normal” ? ¿Qué caso tiene entregarse en cuerpo y alma, si el poder del Gobierno con todas sus ramificaciones de control estatal propicia cientos de casos cada día? Con propiedad digo que la mayoría responderá que no, no vale la pena.
Entonces si queremos mantener en los hospitales a nuestros héroes y heroínas de la Salud, para que no desistan y renuncien, seamos actores de cambios, apoyemos sus peticiones de protección personal, de medidas a nivel nacional para evitar la propagación, demandemos condiciones propicias para que ejerzan su labor de la mejor manera; de lo contrario, no les pidamos más de lo que como humanos pueden dar.
Recordemos que la tarea de luchar contra la pandemia no está solo en los trabajadores de la Salud, tampoco exclusivamente en el Estado, que de por sí, no lo hace; es una lucha colectiva de cada miembro de la sociedad, es responsabilidad suya y mía, debemos cumplir con las recomendaciones de los expertos, practicar el aislamiento social hoy más que nunca, y decir presente en las demandas por la defensa y cumplimiento de los derechos humanos a la salud, seguridad, protección y la vida.
¡Solo el pueblo salva al pueblo!