19 de diciembre 2018
En los últimos días los regímenes de Venezuela y Nicaragua le han propinado fuertes golpes a la libertad de expresión. En el primero, el emblemático y librepensador diario El Nacional debió cerrar su edición impresa luego de 75 años de ejercicio periodístico independiente y de crítica al Gobierno. En el segundo, Confidencial, el medio de comunicación más firme en sus denuncias contra los Ortega Murillo, sufrió un grave hostigamiento policial contra sus instalaciones para acallarlo.
Una vez más el poder absoluto de Nicolás Maduro y Daniel Ortega se ensaña contra los medios de comunicación por hablar, mientras pueden, en nombre de los que no pueden, como diría Albert Camus. No es la primera vez ni será la última. No hay nada que le duela más a un gobierno autoritario que desde las tribunas independientes del periodismo se le saquen los trapitos al sol y se expongan ante la opinión pública. Así, las verdades oficiales, que ellos tratan de vender como la única realidad quedan en entredicho. Los testimonios, las denuncias con sustento en hechos y documentos, echan por tierra las acusaciones sin sentido y las argucias para tapar los horrores que se perpetran desde el poder.
El Nacional ha sido un baluarte de la libertad de expresión en el país vecino. Fundado por Miguel Otero Silva, enfrentó la dictadura de Pérez Jiménez, sufrió los embates de varios gobiernos y se fortaleció con el castigo. Su actual propietario y editor, Miguel Henrique Otero, anunció la triste noticia el viernes anterior. Mencionó que la situación es temporal y que fortalecerán la edición digital. De esta manera, el Gobierno de Maduro continúa la política de Hugo Chávez de restringir el acceso al papel para los medios opositores, al manejar el monopolio de su distribución desde el Gobierno. Ahogaron por inanición a quienes hicieran crítica al régimen.
“¿Ganan los enemigos de la libertad de expresión, triunfan los corruptos bolivarianos, descansan y duermen tranquilos los militares que se aprovechan de sus posiciones para amasar fortunas y garantizar por décadas sus riquezas familiares? No, nada de eso (…) El Nacional impreso se toma un descanso que no será prolongado ni definitivo”, expresó Otero en el último editorial. El periódico ha sufrido bajo el chavismo y madurismo desde lluvias de botellas en sus instalaciones hasta artefactos explosivos, por parte de simpatizantes del Gobierno. Amén de demandas contra sus propietarios, periodistas y colaboradores. Ha sido un camino tortuoso el que han tenido que sortear para mantener informados a los venezolanos.
Mientras tanto, en Nicaragua, Carlos Fernando Chamorro, un baluarte del periodismo independiente y quien ha venido sufriendo en carne propia los abusos del Gobierno dictatorial de Daniel Ortega, recibió el jueves en la noche una nueva andanada de represión. La Policía entró a la fuerza a las instalaciones del medio digital Confidencial, que él dirige, llevándose computadores y equipos de trabajo. Desde allí se emite el programa de entrevistas Esta Noche y Esta Semana, con las más altas cifras de sintonía. El periodismo serio, documentado y de denuncia contra la corrupción rampante dentro del Gobierno, pero muy especialmente contra la represión desatada por la primera dama y vicepresidenta, Rosario Murillo, enfurecieron al régimen. Los ataques también se dirigieron contra organizaciones de derechos humanos y medios de comunicación comunitarios críticos del régimen.
A Chamorro no le tembló la mano para decir: “Denuncio al dictador Daniel Ortega, jefe supremo de la Policía Nacional, como responsable del asalto policial contra las oficinas de Confidencial, “Esta Semana” y “Esta Noche”. Saquearon nuestra redacción”. Un ataque brutal contra la libertad de prensa y libertad de empresa.
Por su parte, Otero afirmó que “nos cierran una puerta, abrimos una ventana”. Toda nuestra solidaridad y apoyo a El Nacional y Confidencial en su lucha indeclinable por la libertad de expresión.
*Editorial del diario El Espectador, de Colombia, publicado el 17 de diciembre.